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"El fútbol no me deja estar triste"

El Deportivo de Riki se enfrenta esta noche al Real Madrid en el Bernabéu

ALFREDO VARONA

Aún parece tan joven como el primer día. Pero son 32 años los que acompañan a Riki (Madrid, 1980), el delantero del Deportivo al que una fractura en los huesos propios de la nariz no impedirá desafiar a Casillas en el Bernabéu. Jugará con una máscara que, en cualquier caso, no le impide ver la realidad. 'Cuando dije que con ella se veía menos que con unas gafas de bucear lo hice de coñá'. Lleva seis años en A Coruña, pero Riki conserva el acento castizo. También esa vieja puntualidad en el área, que deslumbró a Schuster en su época del Getafe. 'No hay delanteros muy superiores a Riki', dijo. Hoy, es un tipo con buena reputación que, en la medida de lo posible, tratará de detener al futuro. 'Aún me queda mucho por soñar', dice.

Lotina le definió como el suplente perfecto. ¿Acaso se ha cansado de ser titular?

¿Quién se cansa de ser titular?

Lotina dijo que sabía que usted, aunque saliese dos minutos, siempre iba a aportar algo.

Bueno, es que el desafío es ése, tienes que invertir bien el tiempo y más si no te sobra... La idea es demostrar lo que sabes hacer, claro.

¿Y qué no sabe usted hacer?

Uff, vaya pregunta... Tengo 32 años, pero sé que aún me quedan cosas por aprender en el campo, la edad no te lo da todo. De eso estoy seguro. He jugado cientos de partidos en Primera y algunos en Segunda, pero sé que aún tengo algo más y que todavía puedo tomar mejor las decisiones.

¿Antes de marcar un gol hay que tomar una decisión?

No sé, pero sí hay que fijarse en uno mismo y en los demás. Y claro que eso te ayuda a contrarrestar errores. Yo, por ejemplo, siempre he tenido muy presente a Ronaldo por su fortaleza. No me gusta olvidar su recuerdo como futbolista, porque además lo viví de cerca. Yo estaba en el Castilla y entrené frente a él, llegamos a subir al mismo autocar, avión, viajes de Champions..., imagine para un chico de 21 o 22 años que entonces tenía yo.

¿Soñaba entonces con ser el 'nueve' del Madrid?

Lo fui en un partido de Copa del Rey con Queiroz de entrenador.

¿Cuándo se dio cuenta de que el sacrificio no merecía la pena?

No, nunca. De eso nunca te das cuenta, porque sí lo merece. Pero llega un momento en el que sientes que hay vida más allá del primer equipo del Real Madrid. Me ha pasado a mí, a Soldado, a Negredo, a Portillo... La vida es así y no puedes engañarte. Somos demasiados los 'nueve' que pudimos jugar en el Madrid y no lo hemos hecho ninguno. Sin embargo, ahora, algunos son internacionales...

¿Todos los niños quieren ser futbolistas?

Sí, yo sí, siempre. Pero hasta que no entré en el filial del Madrid C no lo sabía, no me atrevía ni a soñar despierto. Como nunca fui de leer, prefería escuchar música. Y fue una época dura, porque teñía que ir en tren desde Aranjuez hasta la Ciudad Deportiva en doble sesión en la pretemporada. No tenía carnet de conducir, venia a casa, comía y me volvía a ir rápido para entrenar... Hacía transbordo en Atocha y hasta que llegaba... Pero ahora me gusta acordarme de eso. Creo que fue mi mérito.

¿A los 32 años se acerca el momento de hacer balance?

No., Aún es pronto. Sí es verdad que queda menos futuro, pero déjeme soñar, no he perdido ese derecho... Aún puedo ser mejor en mi trabajo, aún tengo algo que aprender...

¿Qué ha aprendido esta mañana?

A jugar al fútbol con una máscara. Es algo que un niño no sueña jamás.

¿Y eso provoca una tristeza como la de Cristiano?

No, yo no estoy triste, el fútbol no me lo permite más allá de algún momento puntual como fue el descenso del Deportivo de hace dos años. Aquello sí fue duro, pero en la tristeza el club encontró la solución. La hinchada se unió más que nunca y mire ahora. Pero más allá de eso ¿cómo voy a estar yo triste? Tengo una mujer, una niña, he hecho un patrimonio, comparo mi sueldo al de mi hermano y no tiene nada que ver... no puedo estar triste.

¿En qué trabaja su hermano?

Él también juega al fútbol en el Aranjuez, tiene 25 años, pero siempre pensó más en el trabajo que yo. Estudió un ciclo formativo, lo que antes era Formación Profesional, y ahora trabaja en Indra en piezas de mantenimiento, y también es feliz. Tiene trabajo en una época como ésta.

¿El futbolista es un afortunado?

Creo que sí, pero hay un problema. No es un trabajo para toda la vida. Al principio, ni lo piensas, pero a medida que cumples años... Llevo ya seis en Coruña y desde que empecé ha pasado mucho tiempo... Recuerdo que el primer entrenador que me subió a entrenar con el Madrid fue Del Bosque. Era una época importante, la de los galácticos... Salías y peleabas el balón con Beckham, Figo, Ronaldo, Zidane... Era un equipo muy mediático y, aunque yo era un chaval, me lo dije bien claro: 'Riki, no te olvides nunca, es muy importante estar aquí'. A nivel humano, fue una experiencia importante. Vi que no había tanta diferencia con las estrellas.

De eso han pasado diez años y aún sigue. ¿Nunca temió perder la motivación?

No. Sí he pasado por momentos malos, en los que, incluso, creí que merecía más, pero ¿a quién no le pasa alguna vez? El caso es que recuerdo que yo vine al Depor desde el Getafe y todavía se hablaba del Superdepor, veía jugar la Champions a tu alcance, ganar cosas... Y, sin embargo, no me ha tocado nada de eso. ¿Por qué? Pues porque el fútbol también son momentos...

La ventaja es que nunca tuvo que pelear el puesto con Bebeto, Djalminha, Makaay...

O Diego Tristán, por ejemplo.

¿No hubiese sido una competencia desleal hacia usted?

Eran muy buenos jugadores, todos internacionales, pero seguro que hubiese aprendido de ellos y, ¿quién sabe?, tal vez me hubiese tocado algo mejor. Pero insisto: no me quejo. Me recuerdo cuando cogía el tren en Aranjuez y todo lo que me ha pasado es muy especial.

Fue en el Getafe donde despegó.

Tenía 22 años y jugué unos treinta partidos y fue fabuloso. Al término de esa temporada, me acuerdo que Quique Sánchez Flores, el entrenador, marchó al Valencia, que era una oportunidad fantástica para él, y, al siguiente, fui yo el que marchó al Deportivo.

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