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"De Gea sale con la misma cara de un gol que de un paradón"

Reyes. Jugador del Atlético. Rehabilitado por Quique en la carrera rojiblanca hacia los títulos que se juega en una semana, el utrerano se siente más maduro y responsable como futbolista

HUGO JIMÉNEZ / LADISLAO J. MOÑINO

'Qué paaaasa huevona'. Reyes está feliz. Ha recuperado la sonrisa y la espontaneidad para saludar. Ha levantado cabeza bajo la tutela de Quique, que le ha recuperado cuando parecía un caso perdido. Él mismo reconoce que con otro técnico no estaría en el Atlético. Necesitaba recobrar la confianza y el mismo entrenador que le dio vuelo en el Benfica lo ha rehabilitado para el Atlético. Ahora, incluso baja a defender. Se ríe cuando se lo recuerdan. Igual que cuando cuenta que ha instalado la Play en la parte trasera de su Hammer, o de que es capaz de mandar mensajes a su hermano por la BlackBerry sin mirar mientras el entrenador da la charla técnica. Reyes ha recuperado la jovialidad y la travesura inocente de aquel extremo que engatusó a Wenger y el Atlético espera de él que le ayude a ganar los dos títulos que tiene a tiro.

¿Qué ha cambiado del Reyes extremo y virguero a este más implicado en el juego colectivo y en la construcción?

En el mundo del fútbol van cambiando las cosas y hay que adaptarse a lo que el entrenador te exige. Quique me pide que haga ese trabajo más de construcción.

¿Ha tenido que cambiar el panorama de lo que ve en el campo?

No, sigo viendo igual el fútbol, eso no ha cambiado. La sensación es que ahora tengo que trabajar más para el equipo.

¿Ahora se considera más un extremo o un centrocampista?

Ya me da igual, aunque extremo me gusta más, pero no voy a empezar a quejarme ahora. El del extremo es el fútbol más bonito que hay, me gusta enganchar regates.

¿En ese paso se plasma su madurez?

Sí, te das cuenta de muchas cosas que tienen que ver con los partidos, con tu propia manera de jugar y con tu equipo. Casi sin querer, maduras mucho en el juego.

Reyes pierde un balón y baja a recuperarlo. Esta secuencia antes era muy poco creíble.

No me queda otra. Hoy en día cualquier jugador lo hace. Simao, que juega en la otra banda, hace lo mismo. Y me da igual. Mientras juegue, no me importa tener que bajar cien veces.

¿En qué momento de su carrera entra el sacrificio en su cabeza?

Cuando lo decide el entrenador y me dice que tengo que ser interior y trabajar para el equipo.

¿Cómo le transformó Quique?

Dándome la confianza que no tenía antes.

¿Por qué perdió la confianza?

Si no juegas, te entrenas al 100%, estás listo para jugar y el entrenador no te pone, te desmotivas.

¿Llegó a pensar que a lo mejor no era un futbolista tan especial?

Sinceramente, en mí, siempre he tenido toda la confianza del mundo. Si no, es probable que no estuviera aquí.

¿Sin Quique hubiera sido una causa perdida para el Atlético y los atléticos?

Está claro que sin Quique no hubiera tenido las oportunidades que he tenido para recuperarme.

¿Qué fibra le ha tocado?

Lo único que me dice es que salga a jugar como sé, que tiene toda la confianza en mí. Cuando un entrenador te dice esas cosas, sales al campo feliz y con una confianza increíble.

¿Se siente ahora más atlético?

Me siento atlético desde que llegué, sinceramente. Me hayan salido las cosas o no, cuando he saltado al campo, me lo he dejado todo por el Atleti, no tengo ninguna duda.

¿Cómo superó tener a la afición en contra?

No es fácil. Mi pasado madridista y el haber ganado una Liga con esa camiseta pesaba mucho. Eso lo entendía, pero lo que no llegaba a comprender es que a un jugador de su mismo equipo se le llegara a desear la muerte o se le insultara. Pero todo eso, gracias a Dios, ha pasado. La afición está contenta conmigo y yo con ella. Volver a mirar atrás es una tontería. El fútbol me ha dado esa revancha y la he ganado.

¿Siente que ahora puede echarse un equipo a la espalda para pelear títulos?

Poder, puedo, pero es una responsabilidad de todo el equipo.

Conocerá bien al Fulham de su época en el Arsenal.

Es el típico equipo inglés fuerte que lo pelea todo. Sabemos que si jugamos a lo que tenemos que jugar, ganamos.

¿Y a qué tienen que jugar?

A tener el balón y jugarlo rápido y por abajo. Eso les molesta y les hace mucho daño. Si hacemos eso, les ganamos.

¿Se enfrentó a Duff?

Sí, cuando él estaba en el Chelsea. Es un extremo muy rápido y hábil. Tenemos que estar atentos a él y contrarrestarle.

¿Y de Bobby Zamora qué puede contar?

Tiene las características de los delanteros grandes, pero tenemos centrales fuertes para anularle.

¿Qué aprendió de Wenger en el Arsenal?

También su confianza hacia mí era especial. Es un entrenador que con los chavales jóvenes tiene algo... Les da un espíritu muy bueno para jugar al fútbol. Si se da cuenta, el Arsenal está lleno de niños como quien dice. Y esa alegría se nota en ese fútbol ofensivo.

Caparrós, Wenger, Capello y Quique ¿necesita mano dura para sacar su mejor rendimiento?

No necesito mano dura, eso no tiene nada que ver. Lo que necesito es que me den confianza, nada más.

¿Se le quedó algo de los tiempos en los que compartía vestuario con Pablo Alfaro y Javi Navarro?

Fue una época increíble. Eran personas impresionantes. Con ellos aprendí a tener tranquilidad. Cuando salíamos a un campo, me decían que dejáramos los nervios. Te daban paz y tranquilidad para jugar.

Para tranquilidad la de De Gea.

Impresionante. El niño está en un momento dulce. Cuando encaja un gol se le queda la misma cara que cuando hace un paradón. Y entrenándose es igual. Es un chaval muy tranquilo.

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