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El gol de todos

El 11 de julio de 2010 Iniesta marcó y La Roja tocó el cielo . 'A veces, cuesta creer que haya pasado, pero sucedió, es real', confiesa el futbolista manchego

NOELIA ROMÁN

La mirada de Andresito es verde y limpia, como la de un niño; también acuosa, cuando habla del gol, de su gol, del 'gol de todos', como lo bautizó Fernando Torres. La emoción se entiende es casi inevitable al aludir a un tanto que no requiere epítetos, y apenas contexto. Cambió la historia futbolística de este país, hace justo un año, y ese hecho lo define todo. 'A veces, cuesta creer que haya pasado, pero sucedió, es real', dice Andresito, Andrés Iniesta, según el DNI, Don Andrés, para sus admiradores, incontables en todo el mundo. 'Algo así, supera incluso los sueños', prosigue el medio manchego.

Acaba de estrenar el campeonato mundial cuando el héroe de Suráfrica conversa por primera vez con Público sobre un acontecimiento extraordinario en todos los sentidos que congregó a casi todo el país en torno a una misma causa. Durante el mes de julio de 2010, millones de personas de todo tipo y condición, seguidores del Barça y del Madrid, del Sevilla y del Betis, se sentaron frente al televisor con la manifiesta aspiración de ver a la campeona de Europa ascender otro peldaño, el definitivo, y dominar, desde la cima, el mundo del fútbol. Iniesta, con su zapatazo, materializó el sueño de millones de almas y el de la suya propia, que nunca aspiró a tanto.

'Es difícil escuchar el silencio, pero yo lo escuché en ese momento'

'Yo sólo quería ser futbolista, divertirme jugando a este deporte', confiesa el centrocampista del Barça. 'Pero cuando uno consigue algo así, se emociona cada vez que piensa en ello. He visto ese gol infinidad de veces, no me canso de verlo', suspira. No se cansa de ver cómo Jesús Navas atrapa el balón, se hace unos 30 metros para dejarlo más allá de la medular, donde el mismo Iniesta lo atrapa para dárselo de tacón a Cesc, que combina con Navas. El sevillano abre a la banda para Torres, que prueba a asistir el desmarque de Iniesta; Van der Vaart intercepta el envío, que cae a los pies de Cesc. 'No digo que fuera fácil, pero Andrés estaba en una buena posición para darle al balón en diagonal', rememora el medio, en un documental de Canal +.

Transcurre el minuto 116 de la final del Mundial de Suráfrica entre España y Holanda. La prórroga se agota. Los penaltis amenazan. E Iniesta apela a la ley de Newton para evitar 'algo que habría sido terrible'. 'Esperaba el pase de Cesc y, aunque al principio pensé que estaba en fuera de juego porque me vi muy solo, hice un buen control. Desde ahí, sé que va a ser gol; sólo espero a que caiga y se cumpla la ley de Newton', asegura el medio de Fuentealbilla. Entonces, medio mundo contiene la respiración. E Iniesta escucha el silencio. 'En ese momento', explica el medio, 'se para todo; y sólo estamos yo y el balón. Para mí, fue como cuando ves una imagen a cámara lenta. Es difícil escuchar el silencio, pero yo lo escuché en ese momento y sabía que ese balón iba dentro'.

El héroe de Suráfrica celebra el aniversario en su pueblo y en familia

Tras 25 segundos inolvidables, gracias al derechazo de Iniesta, un chut imparable, el silencio grita que España es campeona del mundo por vez primera en una historia que acumula demasiados fracasos. '¡Iniesta de mi vida!', vocea José Antonio Camacho, el exseleccionador, desde su posición de comentarista. El manchego echa a correr, profiere algo que no recuerda y se saca la camiseta para sorprender al mundo de nuevo. 'Dani Jarque siempre con nosotros', reza la camiseta que enfoca la cámara en su carrera hacia el córner, antes de ser devorado por todos sus compañeros.

Esa misma camiseta cuelga hoy en el santuario que el Espanyol le erigió a Jarque en el acceso 21 de Cornellà-El Prat. Iniesta la entregó el pasado noviembre y el club blanquiazul la colgó ayer, en otro gesto de agradecimiento al gran amigo del defensa fallecido. 'Es un momento muy emotivo', confiesa el héroe de Suráfrica. 'Cuando uno consigue algo tan importante y tan bonito, se acuerda de los malos momentos, de los que no están, de lo que ha sufrido para llegar ahí...', explica. ' Y uno de los momentos más duros para mí fue la muerte de Dani. Algo así no tiene explicación y, cuando algo no tiene explicación, te vuelves loco. No es justo con personas así', prosigue. En un acto de justicia, el manchego quiso que Jarque también subiera a recoger el trofeo, si se daba la ocasión. Garabateó la leyenda horas antes de la final y, luego, el azar le regaló 'el mejor momento posible para rendir homenaje a una gran persona y a un gran amigo'. Ni siquiera el seleccionador, Vicente del Bosque, sabía lo que había preparado, otro detalle que lo define.

Cuatro minutos más tarde del zapatazo, cuando Iker Casillas, el capitán, rompía a llorar como un niño, y medio equipo estallaba de euforia en el espectacular Soccer City de Johannesburgo, Iniesta caía de rodillas al césped y agitaba los brazos en señal de triunfo. España entera enloquecía e iniciaba una celebración que se prolongó durante días. Twitter se colapsaba de tantos mensajes de júbilo. 'Campeones del mundo. Se dice pronto', tuiteaba ayer Cesc, después de ver de nuevo la final que reemitía Telecinco, con Camacho y Del Bosque de invitados especiales. 'El míster aún no ha aprendido a decir mi nombre... Sex!', bromeaba el aún capitán del Arsenal.

Iniesta, habitualmente activo en las redes sociales, prefirió ayer guardar silencio durante todo el día, y hoy colgará un vídeo y un mensaje de recuerdo y agradecimiento a todos sus fans. Ayer celebró aniversario de la final del Mundial en su pueblo, Fuentealbilla, con su familia, que ahora cuenta un nuevo miembro: su hija Valeria, de apenas cuatro meses. Ella ha sido la culminación de 'la felicidad' y de todas las muestras de cariño que se multiplicaron desde el 11 de julio del año pasado. 'Recibí cientos de mensajes que me decían que yo me lo merecía y eso me complace porque va más allá del fútbol', cuenta, satisfecho, el manchego.

Los continúa recibiendo. Y ovaciones en todos los campos a los que va. Y homenajes. Y premios. 'Noto el cariño y el respeto que me tiene la gente, y eso me hace feliz y me ayuda a querer superarme cada día', asegura Iniesta, pese al precio que también ha tenido que pagar por haberse convertido en una celebridad mundial. Sus movimientos están hoy más limitados. Y su presencia y sus palabras, hipersolicitadas. 'Si algo me duele es no poder complacerlos a todos. Sales un momento y firmas a los que están, pero, a los cinco minutos, llegan otros y ya no te ven', lamenta, en un gesto que ilustra la sencillez que tanto valora el público, más allá de su excelso fútbol.

'El Mundial era un sueño muy difícil de conseguir, casi imposible o impensable para España. Todos soñamos con ser campeones del mundo, pero cuando te despiertas...'. Cuando Iniesta abrió los ojos, vio cómo su sueño y el de millones de personas se había cumplido gracias a su gol, el gol de todos.

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