Este artículo se publicó hace 13 años.
Hamilton, rebelde con clase
El inglés, vencedor, y Webber, tercero tras una gran remontada, discuten el dominio de Vettel, segundo. Alonso, séptimo tras una mala salida, una carrera discreta y otra actuación mediocre de Ferrari en la estrategia y en las parad
Hamilton, un rebelde con clase, y Webber, un veterano con casta, no arrojan la toalla. El inglés, vencedor en China, y el australiano, tercero, emparedaron en el podio a Vettel, segundo, y le dieron el primer aviso serio del año. El alemán tiene el mejor coche de la parrilla y la ventaja de sus dos triunfos iniciales (Australia y Malasia), pero ahora sabe que su compañero de Red Bull y Lewis, aspirante al cetro mundial, planean una emboscada en cada recodo de la pista para, a la mínima, saltarle a la yugular.
En cambio, Fernando Alonso, también llamado a disputarle la corona a Vettel, circula con desesperante determinación hacia la nada. Fue séptimo, justo premio a un pilotaje del montón y a una mediocre actuación general de Ferrari, tanto en el muro como en los boxes.
Mientras la desidia asoma peligrosamente en el rostro del español, el corazón de Hamilton late voraz e insaciable. Estuvo a punto de no tomar la salida por un problema mecánico llegó a la pista cuando faltaban 30 segundos para que se cerrara la calle de talleres y los mecánicos de McLaren tuvieron que acabar de montar el coche en la misma parrilla y cuando lo hizo descargó toda su rabia sobre el acelerador. Rebasó a Vettel, se colocó a rebufo de su compañero Button y afiló el colmillo mientras elevaba la tensión de la carrera como sólo él sabe hacerlo y pocos más que él saben gestionarlo. Cuidó, a su manera, los neumáticos, exprimió la estrategia perfecta de McLaren tres paradas y manejó los tiempos con precisión agresiva hasta asestar el golpe definitivo cuando, a falta de cuatro vueltas, adelantó con brío a Vettel y enfiló hacia su primer triunfo de 2011.
A Vettel le molestó que la estrategia buena de Red Bull fuese la de Webber
El británico, que más de una vez se ha visto condenado por su excesivo ímpetu, supo tirar de las riendas de su adrenalina cuando Vettel le pasó en la vuelta 14 y, a partir de ahí, escribió un recital de adelantamientos de todos los pelajes y sin distinción de rivales: Alonso, Button, Rosberg, Massa y, por fin, Vettel. Exhausto física y síquicamente, Lewis cruzó la meta, se bajó del coche y, mientras se secaba el sudor, el mundo entero fue testigo de sus emocionadas lágrimas de alegría.
Webber, un tipo duro, no llora. Se limita a ponerse el mono, encaja su corpachón en el minúsculo habitáculo del Red Bull y aplasta con su enorme pie los pedales. Rumia el descarado favoritismo de su escudería hacia Vettel y hace siempre un poco más de lo que puede, que no es poco a los mandos de una bala como el RB7. La espeluznante remontada del australiano acabó 3º pese a salir desde la posición 18ª y marcó la vuelta rápida no le hizo ninguna gracia a su compañero Vettel. El líder del Mundial se sintió perjudicado por la estrategia que le hicieron seguir: dos paradas en lugar de las tres de Webber. Y desde su posición dominante se permitió enviar un recadito a los jefes: "Hemos aprendido mucho. Soy el único de los primeros que ha hecho dos pitstop, tendremos que hablar".
Los dos Hispania cruzaron la meta, y Liuzzi marcó buenos tiempos
Si Vettel tiene que hablar con los responsables de su equipo, Alonso y Ferrari deberían organizar una semana, como mínimo, de conferencias diarias, mañana y tarde. En la Scuderia todo funciona a tirones. El coche no corre, los estrategas se dejan llevar en lugar de probar un plan diferente con cada piloto, mandaron entrar a ambos dos veces, la decisión errónea y los mecánicos no acaban de afinar sus muñecas a la hora de cambiar las ruedas. Sí fueron rápidos en la última entrada respectiva de Alonso y Massa, pero en la primera del asturiano se durmieron y les llevó casi seis segundos (5,7) desmontar y montar las gomas. Un mundo cuando los de Red Bull, McLaren e incluso Mercedes y Force India lo hacen con regularidad en menos de cuatro segundos.
Más la pifió el mecánico de Toro Rosso encargado de la rueda trasera derecha de Alguersuari. El español, exultante tras calificar el sábado como nunca séptimo vio arruinada la carrera tras su primera parada, cuando el mencionado neumático se salió del eje, botó peligrosamente por la pista y dejó cojo el coche del catalán, que se retiró.
Los Hispania, por contra, cruzaron la meta, una inmejorable noticia para un equipo en plena pretemporada no pudo rodar hasta la semana pasada en Malasia. Karthikeyan entró último y Liuzzi, penúltimo, pero lo importante es el análisis de Colin Kolles, director de la escudería española, quien desveló que "los tiempos de Tonio al final de carrera fueron bastante impresionantes, muy parecidos a los de mitad de parrilla".
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