Este artículo se publicó hace 17 años.
La historia se repite ante Rusia
La selección española femenina se cuelga la medalla de plata europea después de perder la final por 68-74 ante una Rusia que tuvo que sufrir para superar el coraje de las españolas
Rusia y España acabaron repartiédose las medallas del Europeo femenino igual que en el masculino, con el oro para el equipo ruso y la plata para el español, que llevó a cabo una titánica remontada hasta dejar una diferencia de veinte puntos en cuatro pero tuvo que rendirse ante un rival de mayor dimensión que debe sentir celos del coraje de las subcampeonas (68-74).
España salió a la segunda final de su historia después de ganar el oro ante Francia en Peruggia 93, también en Italia, con síntomas de agarrotamiento. Rusia apareció con el aplomo de los equipos habituados a moverse en citas de trascendencia, con más centímetros y mejor palmarés, aunque eso, al lado del asunto de la altura, poco o nada iba a contar.
Las españolas jugaron sus bazas y resucitaron la incertidumbre, buscaron el milagro (65-69 a 32 segundos) y lo rozaron. Nadie habría apostado por ellas en el descanso. Sólo ellas mismas. Como siempre han hecho. Por eso han ganado la plata y un sitio en el torneo para buscar pasaje hacia los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Allí espera ya la formación rusa.
La altura de las rusas decantó el arranque del partido
El cinco contra cinco favorecía a las rusas, que lo explotaron para distanciarse por diez puntos en el primer cuarto (13-23 m.10). La selección española tenía abierta una brecha importante en el rebote. Los brazos de las eslavas seguían capturando balones cerca del aro, parando la posibilidad de correr de las rojas, y abriendo hueco en el marcador sin apremio. Sólo dejando hacer a las pivots (15-29 m.13).
En la final masculina del pasado 16 de septiembre, en Madrid, Rusia tuvo que rebuscar en la pizarra para desnaturalizar al equipo campeón del mundo y anotarse el triunfo con una cesta a tres segundos del final. En la femenina, los papeles estaban cambiados. España necesitaba encontrar recursos para rebasar a un rival superior.
Sin cambio de ritmo nada tenía que hacer España. Con veinte de lastre, necesitaba correr. El primer contraataque español de la final cuajó al principio del tercer cuarto. En el origen, una defensa en zona para intentar zurcir los rotos causados por las interiores de Igor Grudin.
Remontada épica pero efímera
Un 32-47 hizo saltar el primer tiempo muerto de las rusas para revisar planes. El coletazo del equipo rojo, sin embargo, persistió (38-49 m.27). Alentó incluso otra parada solicitada por Grudin. Pero la zona había encendido el motor de España. La velocidad, por fin, abría la final.
Un triple de Amaya Valdemoro, un tercer cuarto genial de Laia Palau, una cesta de Ana Montañana y otra de la propia Palau, conectada en una dupla de enorme tacto para manejar el ritmo con Elisa Aguilar, rebajaron la diferencia de veinte a ocho puntos en el tercer cuarto (45-53 m.30). Rusia miraba el partido de otra forma.
La España que ha sudado el camino hacia el último choque del campeonato, su carácter, las razones de su baloncesto, aparecían en escena después de medio partido cohibidas. Marta Zurro estrechó el margen (49-53 m.32). La defensa de las internacionales hispanas había resucitado la pelea por el cetro europeo.
La selección nacional estaba más viva que nunca. Rusia transitaba por una fase de ausencia. El oro contaba otra vez con dos aspirantes. Aunque Rusia daba punzantes respingones que le devolvían el aspecto de favorita (49-59 m.35). El crono empezaba a forzar la situación. Sobre todo, porque el aumento de la diferencia espesó los ataques sobre el aro eslavo.
Rusia retomaba la manija y la sensación de tener la situación bajo control absoluto. La sensación de estar a un paso de cumplir con algo que sólo dependía de su propia voluntad. De hacer valer los galones. Los impuso, aunque España tuvo el partido en una bandeja de Amaya Valdemoro que se salió de dentro. Igual que a Pau Gasol en la final de chicos. España tiene dos grandes seleccions.
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