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Indurain se alía con Contador

El ex ciclista navarro avisa al líder del Astana del peligro de un Armstrong en buena forma

ALFREDO VARONA

En una entrevista en el diario The Guardian, Armstrong señalaba que aspira a ser el número uno del Astana. “Si soy yo el mejor, espero y asumo que el equipo trabajará para mí. Pero si es Contador, trabajaré para él al cien por cien”. La declaración es un ejemplo de buenas intenciones.

El director de Astana, Johan Bruyneel, está feliz. Desde su domicilio en Pinto, Contador también cree en la convivencia pacífica. “Creo que somos compatibles. En un principio, igual pensaba que no iba a ser así, pero hoy por hoy creo que sí”. ¿Hasta qué punto se siente todo lo que se dice? El escenario mediático está impaciente por ver lo que puede pasar. Desde que Armstrong anunció su regreso en Nueva York, se sabe que esta convivencia no se parece a ninguna otra, jamás, en la historia del ciclismo. Ni a la de Lemond e Hinault en los ochenta, que fue durísima con Guimard de director. Ni siquiera a la de Perico e Indurain al inicio de los noventa. A ninguna.

En realidad, el ciclismo no está acostumbrado a un regreso como el de Armstrong. “Hubo uno que fue el de Moser, pero sólo para hacer el récord de la hora”, recordaba ayer Indurain en la entrega de los premios del Certamen Cultural del diario Marca. Indurain, precisamente, también alimenta el debate. Apuesta por Contador, 26 años: “Alberto es un corredor joven, valiente y con las ideas claras de lo que quiere hacer”.

Pero le avisa desde ya. “Debe prepararse para luchar contra todos, sean de su mismo equipo o no”. Y ahí es donde aparece el indomable orgullo de Armstrong, 37 años, el hombre que jamás se resigna. De ahí que Indurain acepte el beneficio de la duda: “Si sigue como en sus años de campeón, va a ser un rival duro”.

El problema viene del desconocimiento. “No hay referencias del nivel al que Lance está ahora”, asegura Indurain. Se sabe que ha corrido el maratón de Nueva York por debajo de las tres horas, que ha ganado pruebas de mountain bike en Texas y que, en estos años, apenas ganó peso ni tuvo lesiones. Pero es insuficiente. A Indurain le cuesta creer que vaya a ser carne de cañón (“sabe dónde se mete”) y no le imagina arrastrándose en la carretera. “Él siempre ha sido un corredor luchador, de altísimo nivel y si vuelve será para volver a estarlo”. No es el único que lo imagina. El día que se enteró de la noticia, Contador lo analizó: “Armstrong tiene mucho que perder y poco que ganar”.

Lo cierto es que estas cosas podrán hablarlas cara a cara a partir del próximo día 30 de noviembre. Entonces, el Astana se concentrará en Tenerife. Y en la isla estarán los dos. “Sólo sé de Alberto lo que he leído en la prensa”, dice Armstrong. “La verdad es que tengo ganas de hablar con él”, le corresponde Contador, muy relajado en estos días. Es el invierno del ciclista: uno entrena lo que le apetece y no necesariamente todos los días. Pero sobre todo, Contador está descansando de cabeza, que es lo que más falta le hacía.

Aún quedan más de dos meses para el regreso de Armstrong, que se anuncia en Australia, el 20 de enero. Allí, por ejemplo, estará George Hincapie, uno de sus inolvidables gregarios en US Postal.

“Lance nos volverá a hacer disfrutar”, afirma Indurain. Con Armstrong, se funden la nostalgia del pasado con la esperanza de lo que ahora puede pasar. El ciclismo mundial lo espera con tanta ansiedad que la declaración de Sastre, último ganador del Tour, lo refleja sin miedo: “Es la primera oportunidad que voy a tener de ganarle, y eso me motiva”.

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