Este artículo se publicó hace 13 años.
Un tiempo para la lírica
El Madrid firma una primera parte espectacular en La Rosaleda, plena de fútbol combinativo. Un gol de Higuaín y tres de Cristiano fulminan al Málaga de Pellegrini, que sólo pudo plantar cara con el partido ya decidido
Un rodillo. De toque. Sí. El Madrid de Mourinho firmó en Málaga su partido más covincente desde el balón. Le hizo un rondo a Pellegrini de 45 minutos. Un tiempo para la lírica. El más estético y eficaz desde que llegó.
Hasta hoy, el partido de la temporada pasada en Santander marcaba ese listón. Este sábado lo superó con creces. Y no estaban Granero ni Özil, cabecillas futbolísticos de aquel gran partido en El Sardinero. Estaba Khedira. Y estaba Kaká, al que le van más los espacios abiertos para combinar. Mourinho defiende el mantenimiento de un pivote de corte defensivo junto a Xabi Alonso para no perder equilibrio. Hoy tuvo razón. En otros partidos, no.
En La Rosaleda se vieron secuencias inhabituales desde que Mourinho se hizo cargo del equipo. Tres y cuatro jugadores del Madrid muy juntos alrededor de la pelota. Haciendo rondos. Andando, pero la pelota corriendo de pie a pie con cadencia brasileña. Siempre con Xabi Alonso como eje de la mayoría de es esas triangulaciones. No resistió ese burreo el Málaga, al que se le fueron derrumbando las líneas con los toques y con los goles de su adversario. Tiene valor el maltrato al que el Madrid le sometió al equipo de Pellegrini porque la intención inicial de éste fue hacerle jugar en espacios cortos.
Pretendió que le aflorara ese atasco que suele aparecerle en esas situaciones. Pero lo que afloró primero fue esa extraña versión de Di María. No ha logrado alcanzar el nivel de la temporada pasada en el uno contra uno, pero se ha destapado como pasador. Le interpretó un desmarque a Higuaín entre Apoño y Mathijsen y le dejó para resolver a la carrera con Rubén. Sentó al novato portero del Málaga con un golpe de cintura y marcó. Quizá sea ese uno de los gestos más naturales que interpreta Higuaín en sus duelos con los porteros.
Luego llegó el turno del Cristiano goleador, que hizo tres tantos en menos de 15 minutos. Un ciclón que en cada uno de sus goles enseñó quién es. En el primero, la velocidad para irrumpir en el área por el medio. Ni Demichelis ni Mathijsen se enteraron de su irrupción por el medio en otro gran pase de Di María. En el segundo tiró de cintura y armó el disparo desde la frontal.
El tercero fue una exhibición de sus cualidades físicas. Brincó a una dejada de cabeza de Ramos y estiró la pierna hasta cazar con la suela la pelota. Fue una patada de karateka al balón. Con 0-4, el Madrid se dejó ir en el segundo tiempo. Ya no presionó tan arriba y le entregó el dominio al Málaga. Entonces fue la hora de Casillas, que sacó varias manos autoritarias. Otra veces fue el travesaño el que evitó el gol local: Joaquín y Seba Fernández. El partido ya estaba decidido desde ese rondo de 45 minutos que Mourinho le hizo a Pellegrini.
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