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El Liverpool se hunde sin remisión

El Manchester City se coloca a dos puntos del Chelsea con una gran actuación de David Silva

IÑIGO SÁENZ DE UGARTE

Hay ocasiones en que los entrenadores nos asombran con su sabiduría. Roy Hodgson se refirió al fin del via crucis accionarial del Liverpool antes del derby con el Everton: “Eso no cambiará la forma en que jugamos”. Tenía toda la razón del mundo. La compra del club por la empresa norteamericana NESV, dueña de los Boston Red Sox, no ha alterado en absoluto el estilo horrendo de su juego.

Ver al Liverpool es una experiencia que debería estar reservada a los autores de crímenes terribles y sin posibilidad de reinserción. Tras la derrota de hoy, el club ya es penúltimo. Con el Liverpool, es obligado volver a recurrir a la frase de Marx: “La historia se repite una vez como tragedia y luego como farsa”. Hodgson va a conseguir que ambas cosas se produzcan al mismo tiempo.

Antes del partido, afirmó que sería “insultante” para el club y para él plantear la idea de la destitución. ¿Por qué? Porque el club se lo pensó mucho antes de contratarle y él está “considerado uno de los mejores entrenadores ingleses”. Dice mucho de la profesionalidad de los periodistas que le escucharon que no se partieran el pecho de la risa.

La tragedia y la farsa se ciernen sobre Anfield. La gran contribución de Hodgson, con una larguísima carrera en equipos pequeños, ha sido retrasar la defensa tanto que vive colgada del larguero. No saben ni defender un córner. Hoy, dejaron la frontal del área despejada como un desierto y Mikel Arteta marcó con un tiro que Reina no podía ni ver, tapado por una nube de jugadores atemorizados.

Gerrard juega en una posición muy retrasada, Joe Cole no aporta nada y Torres está atrapado en un círculo infernal: sufre de ansiedad porque no marca y no marca porque sufre de ansiedad. En seis meses ha pasado de ser el mejor ariete de la Premier a una versión deprimida de Hamlet. Comienza a extenderse la idea de que no es sólo un problema mental. Ya no le gana una carrera a nadie.

Esta fue la jornada en la que el Chelsea tuvo que darse un respiro. Sin cuatro titulares, bastante hizo con empatar en casa del Aston Villa. El Arsenal lo aprovechó para colocarse a cinco puntos, aunque al precio de manchar el prestigio de Wenger. Tras todas sus críticas al estilo sucio de algunos equipos, tuvo que ver cómo el árbitro expulsaba con roja directa a Jack Wilshere por una muy fea entrada a Zigic.

Alex Ferguson tuvo que reconocer que el Manchester United ha perdido su “instinto implacable” al dejarse empatar por el West Brom.

No se puede decir lo mismo de él, implicado la semana pasada en una extraña polémica cuando Rooney se atrevió a contradecirle en público. El delantero niega estar arrastrando problemas físicos. Es lo que había dicho Ferguson para ocultar que Rooney es una sombra de sí mismo desde marzo.

Quien ha aparecido en la batalla es el Manchester City, segundo a dos puntos del líder. En la visita a Blackpool, fue salir David Silva a cancha y el equipo empezó a atacar. El canario marcó un gol espectacular en la victoria por 3-2.

Roberto Mancini está muy preocupado por eso que siempre sorprende tanto a los extranjeros cuando llega a Gran Bretaña: ¿por qué la gente joven, incluidos los futbolistas, bebe hasta perder el sentido? Por eso, ha pedido a su plantilla que opte por el sexo y no la cerveza para celebrar los triunfos. Si han seguido sus consejos, habrá sido una noche caliente en Manchester.

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