Este artículo se publicó hace 13 años.
El Madrid cubre a Mourinho
El club no condena el comportamiento del luso, pese a que el dedo da la vuelta al mundo y ensucia su imagen
No es suficiente que Mourinho le metiera el dedo en el ojo a Tito Vilanova para que su club le haga rectificar. Tampoco que, cuando en la sala de prensa se le preguntó por este gesto, en vez de aprovechar la cuestión para pedir disculpas, respondiera con sarcasmo que no conocía al ayudante de Guardiola: "¿Yo? ¿Pito Vilanova...? No le conozco". Igualmente, no parece causar alarma en el Madrid que, despectivamente, su entrenador se echara las manos a la nariz cuando Messi y Alves pasaron por su lado. Mourinho aireó simuladamente sus fosas nasales ante la presencia de los dos jugadores del Barça. Un gesto por el que tampoco se llevará reprimenda alguna.
"De momento, no tenemos nada que decir", expone el Madrid cuando se le reclama una versión oficial sobre lo ocurrido con su entrenador sobre la hierba y la sala de prensa del Camp Nou. Mourinho vuelve a quedar impune públicamente ante su club, que se opta una vez más por protegerle y justificarle. Asistentes al palco del Campo Nou percibieron preocupación en el rostro de Florentino Pérez al visionar por televisión las imágenes que cazaron a su técnico, pero tampoco esta vez ha sentido la necesidad de intervenir.
El Barça entiende que el Comité de Competición entrará de oficio
El Madrid gana tiempo. Ayer hurgaba entre las imágenes, con la complicidad de medios afines, para intentar descubrir alguna escena que demostrase que Mourinho no es culpable, sino víctima de provocaciones. Una estrategia que ya empleó en el cruce de denuncias de la temporada pasada. Las propias declaraciones de Mourinho la noche del partido apuntaron ya en esa dirección cuando se le interrogó por la tángana que se lió tras la patada por detrás de Marcelo a Cesc: "Lo que pasó al final fue porque alguien hizo que pasara así y no fueron jugadores del Real Madrid".
El Barcelona no tiene previsto presentar denuncia alguna ante el Comité de Competición, aunque entiende que Alfredo Flórez, el juez único, entrará de oficio el próximo miércoles. El acta arbitral no recoge lo sucedido entre Mourinho y Vilanova, pero fuentes federativas consultadas por este periódico no descartan que Flórez actúe si aprecia gravedad en los hechos.
Lo sucedido en la madrugada del jueves es una prueba más de que Mourinho ha convertido al Madrid en un cinturón de seguridad alrededor de sus salidas de pata. En la zona noble le cubren y le soportan todo. Y sus colaboradores más cercanos le siguen a ciegas. A cada altercado que tiene su jefe se levantan del banquillo para protegerle y encararse con el rival. Fue muy reveladora en este sentido la imagen en la sala de prensa del Camp Nou, con todos sentados en primera fila, como si de una guardia pretoriana se tratara. Allí estaban Morais, Rui Faría, Karanka dando sensación de clan y de la unidad que exige su jefe. Karanka incluso se atrevió a girarse y mandar callar a una periodista que hizo un comentario a las palabras de Mou.
Asistentes al palco percibieron preocupación en el rostro de Florentino
Ante los medios y con esa presencia intimidadora de todos sus ayudantes de campo, Mourinho también obvió la violencia empleada por Marcelo y Pepe durante el choque y acudió a su célebre victimismo arbitral: "Han hecho un gran partido. El árbitro está para sancionar lo que tenga que sancionar. Pepe vio una tarjeta amarilla por nada especial. Y con la de Marcelo, sabemos que en determinadas zonas del campo las entradas terminan con tarjeta". Es más, el entrenador portugués no tuvo reparos en entonar un discurso cargado de testorena viril cuando se le preguntó por su dedazo a Vilanova: "Que las cámaras o el cuarto árbitro comenten. Yo he sido educado en el fútbol para jugar como un hombre, no para caer al primer soplido" .
Mourinho, orgulloso del juego de su equipo, atacó la actitud de los recogepelotas del Barça, que, según él, disminuyeron en número tras el segundo tiempo: "Vinimos a jugar, a partir del primer minuto del segundo tiempo no hay recogepelotas, es lo que hacen los equipo pequeñitos cuando se sienten en dificultades".
A por el segundo técnico del Barça, Mourinho fue andando con tranquilidad, mostrando la frialdad de quien sabe qué va a hacer. Cuando recibió el manotazo de Vilanova como respuesta, esbozó una sonrisa maquiavélica. Pareció sentirse feliz por haberle hecho picar y haberle metido en el saco de los culpables en el cruce de acusaciones y justificaciones que se avecina. Lo demás, ya lo hizo su guardia de corps. Mourinho ya se sintió triunfante. Su dedo dio ayer la vuelta al mundo. Y se habló menos de fútbol y de Messi que de bronca.
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