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Madrid, París... y Viena

La selección española puede alzarse el domingo con su segunda Eurocopa si derrota a Alemania en su tercera final

RAMIRO VAREA

Por tercera vez en su historia, la selección española disputará el domingo la final de una competición de primer nivel, como es la Eurocopa. Han pasado 24 años desde que la roja consiguió una gesta como la lograda anoche ante Rusia.

En 1984, el equipo nacional, dirigido entonces por Miguel Muñoz, superó a Dinamarca en las semifinales desde el punto de penalti, y se coló en la finalísima de la Eurocopa disputada en Francia. En aquella ocasión, el equipo anfitrión derrotó a los españoles (2-0). Platini y Bellone acabaron con el sueño.

Veinte años antes, en 1964, España se había alzado con el único trofeo futbolístico de una gran competición de selecciones conseguido hasta la fecha. En el Bernabéu, con el dictador Francisco Franco en el palco, la roja derrotó a la URSS (2-1), gracias al mítico gol de Marcelino y se alzó con la Eurocopa.

Por eso, este domingo, ante Alemania, los hombres de Luis Aragonés tienen una oportunidad histórica de redimirse con su pasado. La trayectoria de España en esta Eurocopa ha sido intachable: llega invicta a la final, su juego convence, Casillas ha demostrado que es el mejor portero del mundo y Villa sigue como máximo goleador del torneo. Además, esta vez la suerte, siempre necesaria en los campeones, se ha aliado con la selección.

Ocurrió en el partido de la primera fase ante Suecia, cuando Villa anotó el gol decisivo en el tiempo añadido. Pero sobre todo, la fortuna sonrió en el choque de cuartos de final contra Italia, cuando España se impuso en la tanda de penaltis contra su bestia negra, a la que no vencía en competición oficial desde los Juegos Olímpicos de 1920.

La de Italia fue una victoria purificadora. De un plumazo, la roja acabó con los fantasmas de su ronda maldita, los cuartos de final, un cruce que siempre se atragantó a los españoles, y en torno al cual surgió una auténtica leyenda negra: México 86, Inglaterra 96, Corea-Japón 2002... Además, el equipo nacional superó el gafe de los lanzamientos de penalti. España casi siempre claudicó desde los once metros en las eliminatorias clave. Aunque hubo algunas excepciones, como en 1984 ante Dinamarca, o en el Mundial de Corea y Japón en 2002, cuando superó a Irlanda en los octavos de final desde el punto fatídico.

Pero en esta Eurocopa, la selección, al fin, se ha sacudido de encima sus complejos. Ante Rusia, ayer, lo volvió a refrendar: esta vez sí es posible. España quiere la Eurocopa porque es un equipo campeón. Lo ha demostrado con su actitud, siempre positiva incluso en los momentos más críticos. La unidad y solidaridad del vestuario han sido clave para llegar a la final. Lo demostró en la fase de clasificación, cuando las cosas no empezaron bien.

Ya en la competición, en un partido intrascendente ante Grecia, la selección dio la vuelta al marcador. Contra Italia jamás se dio por vencida. Rusia ha sido la última víctima de un equipo que ya ha hecho historia. Alemania es el último escollo para culminar el sueño.

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