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"Me pongo en la piel de Bárcenas, Urgandarin, Eufemiano… Todos tenemos cosas buenas y malas"

Manolo Saiz fue un director mediático y polémico, sobre todo en sus casi dos décadas al frente del equipo ONCE. Hoy, tras su absolución en el juicio por la 'operación Puerto', sólo queda el recuerdo. &qu

ALFREDO VARONA

'Sólo soy, si me lo permites, un amante del ciclismo'. Así arranca la cuenta personal en Twitter de Manolo Saiz, a los 53 años, a una edad en la que quizá ya no sea tan reivindicativo como antes. La vida le ha pegado duro en estos últimos siete años en los que él se apartó voluntariamente del ciclismo. 'He sufrido estrepitosamente'.  Saiz fue un director mediático y polémico, sobre todo en sus casi dos décadas al frente de la ONCE. Siempre fue un hombre que no se callaba ante nada. Hoy, ya sólo queda el recuerdo. 'Mi vida ha sido una universidad extraordinaria'. Pero ya no sabe si volverá a este mundo. Ni siquiera después de su absolución en la Operación Puerto, que no celebró de ninguna manera. 'No había nada que celebrar. Sólo fue un acto de justicia'.

¿Cómo está?

Normal, bien. Procuro estar tranquilo y observar las cosas desde fuera. Mi vida no pasa sólo por el mundo del deporte. Intento estar al día de todo y muy especialmente de mi familia, que es la primera y, quizá, la única gran preocupación: ellos son los que han vivido todo esto.  

La vida pasa demasiado rápido.

Es increíble. No me lo puedo ni imaginar cuando veo a mis hijos. La mayor ya tiene 28 años y el menor ha cumplido 24. Todos los días veo una foto suya cogido a mis brazos vestido con el uniforme ciclista de la ONCE... Sin embargo, ahora es él quien me puede coger a mí si no fuese por mi peso. El caso es que sí, que la vida pasa muy rápido... De hecho, el pequeño va a ir a buscarse la vida a Brasil. Hay una empresa que le ha hecho una propuesta y hay decisiones que sólo pueden tomarse a los veintitantos años...

En cualquier caso, hay que ser atrevido.

No. Son las circunstancias de la vida. Él quiere ejercer lo que ha estudiado, Arquitectura Técnica y,, ahora mismo la posibilidad está ahí... Así que hay que aceptarlo y, además, esto ya no es como antes. Ahora, el mundo está muy globalizado, las culturas se han unido demasiado.

Ahora, parece feliz.  ¿Sería un error preguntarle por el pasado? ¿Fue tan malo el pasado?

Al contrario. Mi pasado ha sido maravilloso. Me ha dado formación, cultura, mundo... He estado en lo más alto de mi deporte. He dirigido al mejor equipo del mundo. He disfrutado de vivencias apasionantes. Mi vida, en realidad, ha sido una universidad extraordinaria.

¿No hay nada que cambiar entonces?

No, porque en la vida no se puede cambiar nada. Lo máximo que se puede hacer es aprender de los errores del pasado, si es que los hubo, para corregirlos en el futuro. Pero el pasado no admite ningún cambio. Fue como fue.

Hace bien poco usted se ha comparado con un delincuente con esas cinco portadas que le dedicaron en ‘El País'...

Ha sido así. Todo el mundo lo ha visto. No es algo que tenga que decir yo...

'Los únicos que hablan mal de mí son los que no me conocen' Veo que hay rencor.

No soy rencoroso. No es uno de mis defectos, y eso que pienso que un poco de rencor en la vida, no es malo. Te puede dar perspectiva. Pero no me queda rencor, no. Quizá porque he comprobado que los únicos que hablan mal de mí son los que no me conocen.  En mis años en el ciclismo trabajé con más de cien personas y al 99% de ellas no le he oído hablar mal de mí.

¿Entonces por qué hay que volver a recuperar la fe en Manolo Saiz?

No estoy de acuerdo. Ha habido un juicio que me ha dado la razón. Otra cosa es que atrás queden siete años en los que me han intentado hundir la vida. Pero yo no puedo reprocharme eso. No fue culpa mía. La ley no me impedía seguir trabajando en el ciclismo, pero yo me aparté voluntariamente. Había promulgado un código ético como presidente de las asociación de directores y tenía que cumplirlo.  Por lo tanto, no puedo reprocharme lo que hice.

En cualquier caso, usted tiene una facilidad especial para rodearse de gentes difíciles. ¿Qué pasó en el Racing? De allí salió escaldado.

No, no, para nada. Me llegó una oportunidad en la que entendí que podía hacer algo importante. Quise aprovecharla hasta el día que comprendí que mi personalidad no encajaba en ese mundo. Pero, a cambio, conservo vivencias con gente que no conocía que fortalecen mi formación. Por ejemplo, con los intermediarios. Son gentes que tienen mala fama en el fútbol y la realidad es que conmigo se portaron extraordinariamente.

'Atrás quedan siete años en los que me han intentado hundir la vida' Le veo demasiado positivo. ¿No me estaré equivocando?

Vivo en paz conmigo mismo, y eso influye, claro.

Usted era un director calculador que lo tenía todo bajo control en la época de Jalabert, Olano, Zülle...

Pero era así, porque tenía personas extraordinarias a mi lado que me ayudaron a hacer las cosas lo mejor posible.

¿Y eso se puede repetir?

No, es imposible. Si vuelvo, que no lo sé, podré hacer algo mejor o peor que la ONCE, pero no igual. Será imposible. Aquella etapa pertenece a la década de los noventa y ahora estamos en 2013. Hay que adaptarse a cada época.

¿Para regresar al ciclismo tiene que volver a creer en este deporte?

'El ciclismo va paralelo a la sociedad y los problemas existen, ¿cómo no van a existir? No me hace falta. Jamás he dejado de creer en el ciclismo, porque, para mí, en el fondo es un reflejo del resto de la sociedad. El que esté libre de culpa que lo diga. ¿O acaso un defraudador de Hacienda no tiene algo que ocultar? La sociedad es como es y lo único que podemos hacer, como ya he dicho, es fortalecernos en cada paso que damos para corregirlos en el futuro.

Si el ciclismo tiene tanto que ocultar, ¿cómo es que usted se sentía tan a gusto en ese mundo?

No, yo no he dicho que hubiese nada que ocultar, eso es una interpretación suya.

Pero es evidente después de todo lo que ha pasado ¿no?

No. Insisto en que el ciclismo va paralelo a la sociedad y los problemas existen, ¿cómo no van a existir? Por lo tanto, hay que saber enfrentarse a ellos y hacer de cada problema una virtud. No todo puede ser perfecto. No lo va a ser nunca. Pero es como cuando llevas una vida en pareja: lo que no te gusta de tu pareja no se lo reprochas, sino que intentas corregirlo a su lado. Para mí, el ciclismo es así.

¿Realmente tiene ganas de volver a esa pelea?

No lo sé. No me lo he planteado. Tengo que hacerlo. Tengo que verlo y quiero hacerlo con tranquilidad, con tiempo. Sé que tengo capacidad para volver y que puedo hacerlo con la cabeza más alta que, incluso, cuando me marché. Pero realmente no lo sé. Durante estos siete años me he convertido en una persona más insegura. Tengo más dudas de las cosas, más miedos, más fobias... Ha sido duro. He sufrido estrepitosamente durante tres meses sentado en una silla en el juzgado. Tengo que descubrir todavía si puedo volver.

¿Cómo celebró la sentencia?

De ninguna manera. No había nada que celebrar.

Pudo ser peor. ¿Y si le hubiesen condenado?

'Sé que tengo capacidad para volver y que puedo hacerlo con la cabeza más alta que, incluso, cuando me marché' El juicio fue lo suficientemente justo.

¿Sería capaz de ponerse ahora en la piel de Eufemiano Fuentes, el único culpable?

Sí, pero debe ser él quien analice los puntos de verdad y lo que está viviendo o lo que ha provocado llegar a esta situación. Yo me puedo poner en su piel, en la de Bárcenas, en la de Urdangarin y hasta en la de cualquier triunfador... Todo el mundo tiene su punto bueno y su punto malo. Pero afortunadamente la sociedad crea más gente buena que mala.

A los 53 años, usted tiene la oportunidad para volver a empezar. Es su suerte.

Jamás se puede volver a empezar. La experiencia no se olvida nunca. A mi edad, ya han pasado más de cien ciclistas por mis manos. He vivido demasiado. Yo ya no soy la misma persona que con 30 años me podía enfrentar a todo el mundo. Ahora he de ser más analítico. Tengo una edad, unas vivencias, nada puede volver a ser lo que fue.

¿Ahora mismo cuál es su situación laboral?

Ahora mismo, soy vago profesional. Estoy en paro, estoy en esa situación que me permite descubrir los dramas que viven las familias que no tienen trabajo. Porque yo también necesito trabajar. Gané un dinero en mi época en el ciclismo. Creo que fue un dinero justo, pero ni mucho menos para vivir de las rentas toda mi vida. Además, me he metido en algún negocio que no me ha ido especialmente bien... Sé, por lo tanto, que no es fácil.  

¿El teléfono ha vuelto a sonar como antes?

No puede ser. Yo no tengo las mismas relaciones que tenía. Llegué a ser presidente de todos los directores del mundo y a dirigir el mejor equipo del mundo como la ONCE. Era una vida en la que no paraba ni un momento y, desde luego, no tenía la tranquilidad que tengo ahora. Pero, claro, yo necesito la batalla. No me adapto fácilmente a estar sin hacer nada.

Conociéndole, ya estará preparando algo.

Primero, tengo que descubrirme a mí mismo lo que realmente quiero hacer, de lograr ese convencimiento pleno...

¿Pero en una crisis como ésta acaso uno puede elegir?

El momento de España es muy difícil, vivo en Torrelavega, que es una región especialmente azotada. De hecho, siempre se dice que en Cantabria cuando la cosa empieza a ir mal la primera que lo nota es Torrelavega. Pero antes de hablar de dramas prefiero tener esperanza en el futuro, ver las cosas positivas, las vivencias que me hicieron mejor... Creo que eso es lo que nos permitirá salir adelante.

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