Este artículo se publicó hace 12 años.
"Las medallas no son imposibles, yo fui una prueba"
Gervasio Deferr. 31 años. Un héroe sin nostalgia. Triple medallista olímpico en gimnasia (Sidney, Atenas y Pekín). Asegura que "ver a los mejores te hace querer ser como ellos&qu
Ha dejado de dar saltos para decir cómo deben saltar los demás. Ahora, Gervasio Deferr (Premia de Mar, 1980) es entrenador de niños y niñas en La Mina, donde muestra su ejemplo. "De pequeño, no tenía miedo a nada". De ahí ha salido una biografía inolvidable, en la que no le ataca la nostalgia: "Si volviera a nacer, lo haría todo igual". Deferr supo acertar en los momentos decisivos de su vida, con determinación y sin fuegos artificiales. Por eso hoy tiene dos oros olímpicos (Sidney y Atenas) y una plata (Pekín) que autorizan su memoria. Ahora, con media vida por delante, es difícil decirle que podía haber llegado a más. Trabaja en un barrio periférico de Barcelona, en el que no sólo habla de talento, también de voluntad. "No me importan las clases sociales". Podría ser un mito, aunque le falten los años y la pinta. Pero no le importa a Deferr, un tipo vocacional que vivió el éxito con intensidad y el fracaso sin miedo. "A veces, tuve momentos malos, pero sería aburrido si no los hubiese". Y, en todo caso, responde con una pregunta dura y tenaz, como es él: "¿Quién no se reprocha algo en esta vida?"
¿A los 31 años ya no le quedaba fuerza para vivir sus cuartos Juegos?
"Juzgué que después de 25 años en la gimnasia, ya estaba bien"Sí, creo que sí, pero a lo mejor ya no merecía tanto la pena o necesitaba un cambio de vida o había cosas por las que no quería volver a pasar... Había muchas alternativas y una de ellas claro que era la de seguir, pero, al final, juzgué que después de 25 años en la gimnasia, ya estaba bien, no quería volver a pasar por una presión exageradamente dura como la de hace cuatro años cuando preparé los Juegos de Pekín. Y, en fin, son decisiones que se toman.
¿Era imposible repetir medalla en Londres?
Nunca se sabe.
Usted dijo: "Cuando acabé mi última competición me quité un peso brutal". ¿Era feliz?
Quise decir que cuando competía siempre me imponía una gran presión a mí mismo y la última competición fue muy complicada, sí.
¿Se retiró saciado de gimnasia?
¿Quién no debería tener unas nociones básicas de gimnasia?No, imposible. La gimnasia no me sacia nunca. Creo que es necesaria, pero no sólo para mí, sino para todo el mundo. ¿Quién no debería tener unas nociones básicas? Quizá esté hablando como el entrenador que soy ahora, pero es verdad: la gimnasia es fundamental para conocerse, otra cosa es que uno pueda llegar al máximo nivel, no, yo ahora no estoy hablando de eso.
¿Ha machacado demasiado su cuerpo?
No, tengo 31 años y estoy perfectamente: este no es un deporte inhumano y, en todo caso, es como cualquier trabajo que desarrollas ocho horas al día, y no creo que sea, precisamente, de los más duros. ¿Qué pasa si preguntamos a los mineros? En esta vida, todo cuesta y yo siempre me acuerdo de mi padre, que abre el taller todos los días a las siete y cuarto de la mañana. La diferencia es que él no pudo retirarse a los 31 años. ¿Cómo vamos a aceptar entonces que la gimnasia sea inhumana? Trabajas mucho, sí, pero insisto ¿quién no lo hace?
A los 19 años fue oro olímpico en Sidney. ¿No fue como jugar con ventaja?
No, sólo aproveché mi momento.
¿Aquel oro le cambió la vida?
Bueno, yo ya tenía un nombre. Iba para lograr dos medallas, conseguí una sola y no creo, en ningún caso, que fuese tan excepcional. Había sido subcampeón del mundo y los entendidos de gimnasia claro que hablaban de mí. Y lo conseguí. Y no creo que fuese pronto ni tarde. Fue el momento que tenía que ser. Y, aunque tuviese 19 años, recuerdo que llevaba desde los cinco años haciendo gimnasia. No era poco tiempo.
¿Por qué dicen que el éxito nos hace más vanidosos?
"Nunca tuve miedo a la vanidad, no pasó a mi lado"Habrá de todo, no sé que decirle. Pero si me pregunta por mí nunca tuve miedo a la vanidad, no pasó a mi lado, ya le he dicho que pasé mi infancia en un gimnasio. Allí aprendes a luchar, a ser uno más y a no creerte más que nadie. Nunca me han importado las clases sociales, no creo en ese tipo de exigencias. Por eso tengo ahora el proyecto de La Mina en Barcelona, que históricamente ha sido un barrio marginal. Y aquí me siento tan feliz como siempre. Y esto no es como preparar unos Juegos, pero yo le doy el mismo valor.
¿Ha sido usted un rebelde con causa?
No lo creo. Yo me mantuve siempre fiel a mi forma de ser y no creo que nunca sacase los pies del suelo. Soy como soy y soy como era: yo me crie en un gimnasio, comprendí rápido que era la vida que más me gustaba e hice lo posible. Y no me fue mal, porque a los 19 años ya tenía la medalla olímpica. Demostré que con trabajo todo el mundo puede llegar, incluso en los Juegos. Son pocos los que lo consiguen, pero casi nunca son los mismos y está claro que cada cuatro años tiene que ganar alguien. ¿Por qué no iba a ser yo uno de ellos?, pensé.
A los 29 años, después de diez operaciones, Rafa Martínez se ha quedado fuera de sus últimos Juegos. ¿Cómo se le puede convencer de que la vida es justa?
Bueno, el tema de las lesiones es muy relativo, depende de cada uno y ya le he dicho que hay trabajos peores que la gimnasia. Pero lo de Rafa me sabe mal, sí, aunque también sé que a veces es necesario el relevo generacional y que no se puede mirar a las personas por su pasado. Yo siempre me pongo en la piel del seleccionador. Sé que su labor no es fácil, porque he vivido lo mal que lo pasan en los tres meses que preceden a los Juegos..., viven y no viven, en realidad, son decisiones difíciles, porque analizan a deportistas. Y nosotros siempre esperamos que todo nos sea favorable.
Usted tenía 11 años en los Juegos del 92 que se vivieron en Barcelona, su ciudad. ¿Qué aprendió?
Hasta entonces lo máximo a lo que estaba acostumbrado era ir a campeonatos de España, de Catalunya... Pero, de repente, llegaron los Juegos a Barcelona y el impacto fue inmenso. Sentí que el deporte podía cambiar una ciudad y me dije: "Gerva, algún día debes ser tú el protagonista". Y fue la primera vez, porque hasta entonces yo no sabía lo que significaban los Juegos. Vivía en mi barrio, iba en tren o autobús a entrenar a Montjuic hasta que mi madre se sacó el carnet, pero no sabía que existiesen los Juegos, que tuviesen esa repercusión... No fui a ninguna prueba de esos Juegos, lo viví todo por televisión, imagino que si hubiese ido entonces ya hubiera sido, no sé que decir...
¿Hay algo comparable a los sueños de la niñez?
No fueron sueños. Fueron realidades todo esto que le cuento. Mire, yo entrenaba en Montjuic y vino casi un mes a trabajar con nosotros el equipo de gimnastas de la antigua Unión Sovietica. ¿Se imagina lo que significó eso? El hecho de ver a los mejores te hace querer ser como ellos y pensar, porque realmente eres un niño, y no tienes miedo a nada: "si ellos logran ser así, ¿por qué yo no voy a serlo?" Luego, encima tuve la suerte de tener un entrenador soviético...
Ha sido triple medallista olímpico. ¿No es eso un milagro?
"Tuve unas posibilidades que supe aprovechar para ganar las tres medallas"No me gusta ser tan trascendental. No tengo por qué. Tuve unas posibilidades que supe aprovechar. Si después hay gente que piensa que fue un milagro..., pero nadie puede decir que yo no lleve razón: supe aprovechar mis oportunidades.
¿El éxito pasa demasiado deprisa?
Quizá, pero depende de lo que te lo curres, no siempre está igual de repartido y en nuestro caso los gimnastas, qué quiere que le diga que no se sepa... La gente no te ve, no somos futbolistas, es normal que se olvide de nosotros y que no te hagan caso... No somos Cristiano Ronaldo. Por eso los Juegos son tan importantes, entrenamos toda la vida para estos momentitos... En realidad, los Juegos es el acontecimiento de los deportes minoritarios...
¿Su vida es para repetirla?
Yo la repetiría, sí.
Con tres medallas, ¿quedó solucionada?
El primer día que me retiré empecé a trabajar, así que no lo creo. Aunque, en mi caso, eso tampoco sea una referencia exacta. Si estuviese forrado, también lo haría... Nunca he hecho gimnasia por dinero ni creo que la haré. Pero necesito vivir, necesito un sueldo para pagar las facturas... Y si encima estoy a gusto..., el CAR es como mi segunda casa.
Si ha sido un triunfador, ¿no le queda nada que reprocharse?
¿Quién no se reprocha algo? No hay nadie perfecto, pero sí es verdad que las experiencias que he tenido me satisfacen... Mi vida deportiva acabó como yo quise. Me gustó igual el primer día que el último. Hice seis mundiales, conseguí tres oros olímpicos, empecé en un gimnasio y todavía continúo allí...
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