Este artículo se publicó hace 14 años.
Messi se le resiste a Cristiano
La Pulga volvió a demostrar su superioridad individual y colectiva sobre CR7
Messi y Cristiano cumplieron con su puesta en escena estelar. Salieron los últimos. Cristiano se puso a hacer la foca (dormir el balón con la cabeza) mientras escuchaba ese cántico hiriente que le acompaña cada vez que juega fuera del Bernabéu. Esbozó una media sonrisa, como queriendo decir que su respuesta llegaría cuando Iturralde diera la señal para que el balón echara a rodar. Messi, por su parte, tuvo un gesto muy costumbrista. Con la lluvia y el frío arreciando, se tapó las manos con los puños del chándal. Escupió y se puso a rondear.
Cristiano, que empezó a la derecha, se llevó un pisotón de Villa en el primer balón que tocó. No protestó, ni hizo aspaviento alguno. Messi tardó más en intervenir con decisión. Le forzó un córner a Di María con la presión en la línea de fondo. Fruto de esa acción, agarró su primera pelota franca. La cargó del veneno, la imaginación y el atrevimiento del futbolista callejero. Primero la amortiguó con un toquecito con el interior y a continuación, sin ángulo, envió una parábola a Casillas que se estrelló en el palo. A partir de ahí desapareció hasta el tramo final del primer tiempo.
El portugués entró a una provocación de Guardiola que incendió el partido
Cristiano por su parte, estuvo más activo en esos primeros compases. Condujo varias contras. En las dos primeras sacó las bicicletas a pasear ante Abidal y Puyol. Más pedaladas que avance futbolístico eficaz. En la tercera contra ya la dio a la primera y en la cuarta firmó su acción más punzante: un pase a Benzema que la anticipación de Valdés evitó que tuviera consecuencias mayores.
Messi, por entonces, sólo era un elemento más en la circulación del Barça. Tocaba de primeras en el medio y se desentendía de esos rondos que generaron los dos primeros goles del Barça. Los mismos que delataron esa tendencia de Cristiano a entrar en barrena cuando se ve con el marcador en contra. Con el 2-0, Cristiano hizo su primer gesto de derrotado. Perdió un balón en el centro del campo y se quedó con los brazos en jarra, desentendiéndose de la jugada. Al poco, Guardiola le toreó en la banda al esconderle el balón cuando pretendía sacar de banda rápido. El portugués empujó al técnico azulgrana y se produjo el gran incendio del partido. Valdés se fue a por Cristiano y este no le huyó. Amarilla para los dos.
Sobre la media hora surgió un Messi en erupción que se adueñó del partido
De esa refriega salió un Messi en erupción y hasta pasado de vueltas. A la vez que protagonizó un par de carreras vertiginosas también incurrió en una acción poco habitual en él: exageró un golpe en la cara fortuito que le dio Carvalho. Iturralde le castigó con la amarilla. Pero Messi ya se sintió el dueño del partido y no abandonó esa condición. Tanto que Villa tuvo que recriminarle su individualismo en uno de esos eslálones en los que se fue limpiando futbolistas del Madrid.
La reprimenda de Villa metió al diez argentino en el redil. Se resarció con dos pases magistrales. Dos ejercicios de toque y precisión que ayudaron a ensanchar el marcador y a aclarar su superioridad ante Cristiano. El portugués se quedó aislado en la humillación que sufría su equipo. Con el empujón a Guardiola como recuerdo y aquella frase de a ver si "nos meten ocho a nosotros". Cinco también son historia.
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