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Mireia Belmonte: "He logrado recortar distancias con la perfección"

La mejor nadadora española de todos los tiempos con cuatro medallas olímpicas (un oro, dos platas y un bronce) se sincera en 'Público' para explicar más sobre su carrera y sus ambiciones. 

Mireia Belmonte muerde la medalla de oro lograda en los 200 mariposa de Río 2016. /REUTERS

ALFREDO VARONA

MADRID.- Podría ser como Marie Curie o María Callas, cualquiera sabe. De su vida, a los 26 años ya podría estar lista una biografía, aunque ella diga “espera, ya tocará”. Y entonces, desde la distancia que imponen días anónimos como éste, ya no sabemos qué más pedir a Mireia Belmonte (Badalona, 1990). De ahí que lo primero que se me ocurre preguntarle es si se puede pedir más a la vida. Pero entonces aparece ella misma con ese punto de humanidad para recordar que vivir no solo es triunfar, que no se puede dormir sin soñar o que ya no se puede despertar y dar marcha atrás.

Por eso no es el dolor ni el orgullo lo que Mireia pone de ejemplo, sino que "lo que una le pide a la vida es que nunca deje de vivirla de forma intensa". Y en ese alegato a estas 24 horas, que dura cada día, no se trata de pedir que siempre vuelva a ser 10 de agosto, el día de su oro olímpico, sino de merecerlo con la honestidad de siempre y de no dejar de pensar nunca como Walt Disney: “Piensa, cree, sueña y atrévete”. Porque así es Mireia y así es su medalla de oro en los 200 metros mariposa, que custodian en Badalona entre ella y su sobrino, su fan número 1, “que, por supuesto, tiene toda mi autorización para jugar con la medalla, faltaría más”.

En realidad, no se trata sólo de preguntar a Mireia, sino de entender como se puede sobrevivir al éxito, acostarse y no cansarse, entrenar en verano y en invierno, levantarse a las 6.30 en las concentraciones de Sierra Nevada y aun así todos los días saca un rato para estudiar. De ahí la valentía de esta conversación en la que se recuerda que no todo fue perfecto. Los malos momentos también existieron. Quizá por eso es un acto de responsabilidad preguntarla ahora, a los 26 años, si ha pensado donde está el límite. "He entregado gran parte de mi vida a lo que más quiero". Pero así es Mireia, criada en el barrio de La Salut de Badalona, nacida para elegir, entre todas las posibilidades que existen, la más difícil.

"La perfección es el equilibrio entre lo mejor y la excelencia". Su discurso es breve pero categórico. Quizá la segunda parte de esta película que podría ser una más de la factoría Walt Disney, sin miedo a repetir el día de mañana una fotografía como la del 10 de agosto, en el Centro Acuático Olímpico de Río de Janeiro, en lo más alto del podium. Entonces los imposibles desaparecieron de su vida y de la nuestra. De ahí que si alguien tiene derecho a hablar de la perfección tal vez sea ella, Mireia Belmonte García. "Mi vida es la transparencia del agua de una piscina", reivindica muy acatarrada en estos días de diciembre lo que le ha ha impedido participar este fin de semana en Sabadell en el campeonato de España de piscina corta.

¿Qué más se le puede pedir a la vida?

A la vida siempre hay que pedirle que una nunca deje de vivirla de forma intensa, porque eso significa dibujar el mapa de tu propia vida… Y, si le hablo de lo más personal, le diría salud, bienestar para mi país, para mi familia…

¿Y qué queda entonces para Mireia?

Pues lo primero que se me ocurre pedir es que el deporte de la natación siga siendo para mí el mejor reto como mujer y como deportista, y pueda seguir aportando a España un lugar en el escenario internacional…, y vivirlo con esa intensidad que le decía antes…

Ha sido medallista de oro olímpica. ¿Eso es la perfección?

Para mí, la perfección es el equilibrio entre lo mejor y la excelencia, y me parece que yo he logrado recortar distancias con la perfección ofreciendo algo muy lindo como es un oro olímpico en la actividad a la que llevo entregada gran parte de mi vida en el deporte que más quiero.

¿Y cómo se llega a la perfección? ¿Por qué parece que usted nunca se cansa?

Supongo que a través de mi fuerza cuando entreno, cuando compito, cuando lo hago con esa determinación en la que no admito las excusas, porque excusarse sería como bajar la guardia. Mi fuerza precisamente nace del profundo respeto a esta disciplina deportiva, a la pasión con la que lo desarrollo, al amor que siento por todo esto que hago…

Cuando la veo a usted recuerdo que Ruth Beitia ha sido medallista olímpica a los 37 años. ¿Se trata de un milagro o de un espejo?

Ruth es una gran deportista y una excelente atleta, pero cada persona dibuja el mapa de su propia vida. Yo no me puedo comparar a nadie. Sólo me puedo comparar a mí misma o a la vida que llevo que es la que necesito. Mi vida es la transparencia del agua de una piscina, que me demuestra cada día que una no debe justificar lo que hace, sino demostrar lo que le apasiona de verdad.

¿Y como se puede sobrevivir a tanto éxito?

Si me lo permite, yo lo plantearía de otra manera. No se trata tanto de hablar de éxitos como de hitos deportivos y se da la circunstancia de que algunos de los que he logrado pueden ser históricos para mí país. Supongo que eso es lo que realmente merece la pena.

Michael Phels decía: "Llega un momento en el que la gente deja de querer nadar". ¿Está usted de acuerdo?

No. Hasta ahora no es mi caso. Pero sé que en el futuro la vida tiene otras facetas y un mapa señalado en el tiempo, al que espero poner otros hitos.

En su Twitter escribió: “Me gustaría que me recordasen como una mujer que no tenía miedo a nada". ¿Que es el miedo?

Prefiero no conocer al miedo, porque el miedo paraliza y supongo que es lo peor que puede sentir una persona y, aún más, un deportista.

El agua es parte imprescindible de su vida. ¿Cómo es la magia en el agua?

No lo sé, porque ya forma parte de mi espacio vital, de mi hábitat más natural. El agua es el espacio en el que ha transcurrido gran parte de mi vida y le debo tanto… Siempre pienso que es la película que mejor me describe.

Pero ser Mireia Belmonte también es entrenar en las cumbres de Sierra Nevada. ¿Qué diferencia hay entre el agua y la montaña?

Si me permite le señalo las semejanzas: la transparencia y el espacio de libertad que yo siento en estos dos hábitats.

¿Dónde descansa su medalla de oro? Hace unos meses le vi a su sobrino fotografiado con ella, ¿no se la habrá quedado?

Bueno, bueno, no, no, la medalla está en el lugar que le corresponde con otros reconocimientos deportivos. Tenía ese hueco reservado a esa medalla de oro olímpica porque esperaba que llegaría.. Y si me habla de mi sobrino, sí, claro que tiene autorización para jugar con ella…, sin ninguna duda.

¿A los 26 años que le queda por mejorar? ¿ya es buen momento para escribir su biografía?

No, no, ya tocará la biografía, ya tocará, ya llegará su momento. Pero ahora mismo no. Ahora, para mí, la vida es una especie de devenir histórico-personal en el que todavía me quedan cosas por hacer, por mejorar…

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