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"Era como Misión Imposible 4"

Cristiano y todo el Madrid cargan de nuevo contra el árbitro

N. ROMÁN

El Madrid de hoy es el rostro de Cristiano: un gesto de cabreo, una mueca de impotencia, un sentimiento de frustración. La decepción en todas sus fases y con todos sus matices. La moderada cuando quedan 90 minutos, todo está por hacer, pero pesan los dos goles en contra de la ida. La intermedia cuando a la eliminatoria le queda sólo una media parte por descontar y el espontáneo de siempre se cuela en el césped del Camp Nou para dejarle una barretina en sus manos.

El portugués tensiona los músculos del rostro, le lanza una mirada matadora y se queda inmóvil. La decepción creciente cuando el reloj descuenta los minutos a velocidad de vértigo y el marcador del Madrid sigue registrando un gol insuficiente. Cristiano resopla. Cristiano protesta. Cristiano niega con la cabeza ante el delirio del Camp Nou.

El Madrid de hoy es el rostro de Cristiano: un gesto de cabreo

La decepción total cuando el árbitro señala el final del encuentro, los jugadores del Barça se funden en una piña de abrazos, besos y celebraciones y la hinchada azulgrana desata definitivamente toda su euforia. Cristiano baja la cabeza y mira el césped del Camp Nou. Y acaso piensa en correr hacia el túnel de vestuarios para gritar su frustración en el camerino. Pero Aitor Karanka, que acaba de estrechar, sin demasiadas ganas, la mano de Pep Guardiola, le invita a que se quede, junto al resto de sus compañeros, para saludar y agradecer al pequeño grupo de seguidores madridistas que se concentran en el gallinero del Camp Nou.

Los jugadores del Madrid, encabezados por Casillas, aplauden a su hinchada, cabizbajos, desganados. Y, después, giran la espalda, lanzan una mirada furtiva a las celebraciones de los azulgrana y toman el camino del vestuario. Sólo Xabi Alonso, que ha protestado todas las decisiones del árbitro durante el encuentro, y Albeloa se paran a felicitar y a estrechar la mano de Piqué. Casillas sólo se para ante los micrófonos.

Minutos más tarde, en la sala de prensa, Karanka repite el discurso de la víspera. Convertido de nuevo en alter ego de José Mourinho, ausente una vez más, insiste en la teoría conspiratoria. El árbitro del partido de ida en el Bernabéu es el responsable de todo, el culpable de que el Madrid no esté en Wembley, como ya había anunciado Mourinho nada más acabar el tercer clásico de la serie.

'Hoy 11 contra 11, casi como en la final de Valencia, hemos demostrado que podemos'

'Ya dije que el arbitraje de hoy era fácil porque con lo visto en el Bernabéu estaba prácticamente todo resuelto', se arranca. 'El míster tiene razón una vez más; se ha visto que era imposible que pasáramos', sentencia después. 'Hoy 11 contra 11, casi como en la final de Valencia, hemos demostrado que podemos. Los números están ahí: hemos empatado dos partidos, ganado uno y perdido otro', apunta cuando se le pregunta por el planteamiento más ofensivo de su equipo.

Pero Karanka no quiere hablar de fútbol. Ni desvelar dónde ha visto el partido Mourinho. 'Eso es lo de menos', apunta desganado. 'El míster no podía sentarse en el banquillo y eso es lo que importa. Hemos hablado con él, ha dado la enhorabuena al equipo por lo que se ha visto en el campo y se ha mostrado indignado como todo el madridismo', añade después para redundar en la teoría conspiratoria.

La misma que saca a relucir, aunque con pretendido disimulo, Cristiano Ronaldo cuando abandona el vestuario, ya vestido de calle. 'No quiero pensar en que hay algo, pero algo pasa cuando sucede tantas veces. Esto era como Misión Imposible 4', dice el portugués. 'El Barça tiene un gran equipo, pero el gol de Higuaín era legal. Así no se puede', concluye Cristiano. Él lo había dicho: 'Quien ríe último, ríe mejor'.

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