Este artículo se publicó hace 14 años.
Misma cuna, azar dispar
Codina rompió simbólicamente su barcelonismo cuando ascendió al primer equipo del Madrid
"No, hijo, portero, no. Tú juega de delantero, que portero sólo hay uno y siempre se lleva las culpas", cuenta Josep Codina que le dijo a su hijo Jordi el día que el niño llegó a casa y, emocionado, le explicó que, al próximo partido, debía llevar una foto porque le iban hacer jugar. Hacía apenas unos días que había empezado a entrenarse en el club Penya Cinc Copes y Salva, su entrenador, le había dicho: "Necesitamos un portero. Tú trae una foto, que vas a jugar". Así que haciendo caso omiso del consejo paterno, Jordi Codina (Barcelona, 1982) llevó la foto y se colocó en una de las porterías del Cinc Copes. La otra, desde hacía un tiempo, la defendía Víctor Valdés.
"Víctor ya llevaba allí un tiempo y apuntaba muy alto: a su corta edad, ya hacía cosas de veteranos", recuerda Josep Codina, ex portero aficionado, comercial de profesión y padre de Jordi, el ahora meta del Getafe. Su hijo, asegura, simplemente quería jugar; y divertirse. Por eso, aconsejado por una vecina, ingresó en el Cinc Copes, un club dedicado a la formación de jóvenes jugadores que contaba con dos equipos alevines. "Uno utilizaba las instalaciones del Barça y otro las del Iberia y por eso necesitaban dos porteros", explica Josep Codina.
Serra Ferrer intentó evitar el fichaje de Codina por los blancos
Fue así, viéndolos jugar en sus instalaciones, como el Barça le echó el ojo a Valdés y también a Codina, objetivo del club azulgrana mucho antes de que el Madrid decidiera llevárselo para disgusto de su padre, culé de toda la vida. Salva, que no quería quedarse sin ningún portero, había accedido a la marcha de Valdés, pero no a la de Codina, que permaneció en el Cinc Copes hasta que, apenas unos meses después, el Espanyol le reclutó para sus categorías inferiores. "Entonces", recuerda Josep Codina, "el Espanyol le daba caña al Barça, que tenía a Valdés y a Reina [el portero del Liverpool]".
Codina ganó la Nike Cup con el equipo blanquizul siendo el portero menos goleado, y allí permaneció tres años, antes de pasar a la Damm, de donde le reclutó el Madrid, en su segunda intentona. "Ya quisieron llevárselo el primer año y yo me negué: era demasiado joven para irse solo a Madrid", señala Josep. "Le dije que, si era bueno y realmente lo querían, volverían a por él". Y así fue, no sin librar antes una batalla con el Barça. "En cuanto Serra Ferrer supo que el Madrid lo quería", cuenta su padre, "su ayudante llamó a Jordi para decirle que, si no jugaba en el Barça, él se encargaría de que no jugase en otro equipo". La amenaza supuso la derrota definitiva del Barça: Codina, muy molesto, fichó por el Madrid. "A mí, me habría hecho mucha ilusión verlo con la camiseta del Barça, pero quedé con las ganas", confiesa Josep resignado.
A la sombra de Iker Casillas, Codina fue desarrollando sus cualidades y perdiendo su barcelonismo, que abandonó con un gesto simbólico en cuanto ascendió al primer equipo: tras 25 años como socio su tío lo había inscrito al nacer, renunció a su carnet. "Ahora, cuando leo ciertas declaraciones suyas en las que dice que es madridista, pienso que me lo han cambiado", dice su padre. "Entonces, entendí el gesto porque siempre hay quien malinterpreta las cosas y crea problemas donde no los hay".
Florentino frenó su ascenso en el Madrid y el catalán se fue al Getafe
Tras nueve años en el Madrid, donde también entrenaba a porteros de las categorías inferiores, Codina aspiraba a convertirse en el suplente de su gran amigo Casillas. Era su relevo natural. Hasta que Florentino Pérez consideró lo contrario. "Por lo visto no tenía suficiente pedigrí para ser el segundo, pero sí para facilitarles el teléfono de Dudek, que no tenían, cuando fueron a renovarlo", lamenta su padre.
El Getafe se convirtió entonces en su plataforma y Míchel, que lo conocía del Castilla, en su valedor: le dijo que tendría su momento en la Copa y cumplió. Las buenas actuaciones de Codina en el torneo le abrieron la puerta de Liga, que hoy lo trae al Camp Nou, su viejo sueño. "Es un gran portero", le elogió ayer Guardiola. "Ojalá tenga una buena actuación, pero que gane el Barça, aunque sea de penalti y al final", concluye Josep, que se conformará con saludar a su hijo al bajar del autocar . D
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