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Mourinho, el azote de los intermedios

Como ante Osasuna, el Madrid reacciona tras pasar por el vestuario

LADISLAO JAVIER MOÑINO

'Calma, calma', exigía Casillas a sus compañeros. Estaban desbordados. Marcelo no paraba de hacerle señales a Pepe y éste no cesaba de corregir a Carvalho por las llegadas en oleada de la Real. Hasta ayer, Casillas había vivido los partidos con una tranquilidad inusual. Ocho veces le remataron en el primer tiempo y fue acosado con un par de saques de esquina consecutivos. Vio el gol más cerca que nunca en un cabezazo de Griezmann, otro punterazo del zurdo francés y en un centro de Xabi Prieto que Marcelo le quitó de la puntera a Tamudo cuando se disponía a marcar a puerta vacía.

En ese vendaval en contra, Mourinho más que mascar chicles los aniquilaba uno tras otro. Esperaba al descanso, quince minutos en los que se convierte en un azote para sus jugadores. Sus muchachos salen con cara de batalla cada vez que escuchan sus broncas. Ya sucedió ante Osasuna en el Bernabéu. Era el estreno oficial de Mou ante su hincha y el fútbol no aparecía por ningún lado. Mourinho echó a todos sus ayudantes de la caseta y se quedó a solas con sus jugadores. Les echó un rapapolvo tremendo y se fue. Les dejó solos y se fue al banquillo. El partido se reanudó tarde porque los jugadores blancos esperaron a que su entrenador regresara. La actitud del equipo cambió por completo. Al minuto, Carvalho marcó.

Ayer sucedió algo parecido. Mourinho salió antes que sus futbolistas. Seguía triturando chicles. Di María, como Carvalho, marcó nada más empezar en el segundo tiempo con una rosca con su pierna derecha, que hasta el momento había anunciado prestaciones más que dudosas. 'Estoy contento con el gol, pero hemos de seguir en esta línea. La Real ha hecho mucha fuerza y nos ha costado ganarles', dijo el extremo argentino. Al poco fue Tamudo el que acabó con la imbatibilidad de Casillas. En tres partidos oficiales no había encajado un gol. Tampoco en los cuatro amistosos de pretemporada.

En Anoeta volvieron los viejos tiempos para el capitán blanco. Le batió Tamudo, que lleva ya seis goles contabilizados al Madrid. El de anoche fue fruto de una jugada de estrategia, una debilidad habitual de los blancos en los últimos cursos. El tanto fue muy de Tamudo, el instinto le ha llevado en multitud de ocasiones a cruzarse con el gol y a empujarlo con cualquier parte del cuerpo. Ayer fue con el muslo.

Otra vez desorientado el Madrid, le rescató Cristiano. Había tenido un puñado de oportunidades claras en los partidos precedentes, pero no había logrado marcar. Ayer, por fin, encontró portería cuando las estadísticas ahondaban en su ansiedad. Ni jugaba bien ni podía defenderse con los goles. 'A Cristiano hay que agradecerle que esté en el terreno de juego. Parecía que iba a estar más tiempo lesionado y sólo gracias a su interés personal se ha recuperado antes. Ya ante el Ajax hizo un gran partido', le defendió Valdano. Al club, no le preocupa la escasa producción goleadora de Cristiano, pero sí su actitud en el campo. 'A Cristiano no le reclamamos goles, sino que juegue con su intensidad habitual. A las personas no las vamos a cambiar, una de las razones por la que le compramos fue su personalidad', apostilló Valdano. Con los pómulos enrojecidos por su mal partido, Cristiano se vio ante una falta. Hizo su ritual y su golpeo lo convirtió en una parábola ganadora la espalda de Pepe.

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