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Mourinho, contra la perfección

RAÚL CANEDA

Mientras Guardiola sueña sus partidos desordenando al rival con el balón, Mourinho vive más cómodo buscando forzar y aprovechar los errores del contrario. Lo ideal contra lo terrenal. El catalán y su Barca juegan a ser mejor que el contrario, mientras que el portugués busca que el contrario sea peor que él . Dos estilos antagónicos. El Madrid ha vendido su alma milenaria a Mourinho, encontrando en su agresiva arbitrariedad un nexo de fanática fe necesaria para pelear contra un rival aparentemente invencible.

EL DUELO TÁCTICO

Como es imposible someter constantemente al Madrid, parece probable que Guardiola renuncie a la defensa de tres. Con este sistema se la juega a todo o nada. Cualquier pérdida regalaría las bandas al Madrid para correr, justo el escenario que el Barça detesta. Ellos necesitan control. Desorganizan al contrario para vivir con todo bajo control. Cuando lo consiguen dan la impresión de robarle el azar al juego .

En el partido de ida de la Supercopa el Madrid fue a buscar arriba al Barca con gran eficacia. Con los cercanos a Valdés marcados, el Barça no pudo encontrar los libre alejados, tales como fueron en el pasado Kluivert o Ibra. Jugar sin un nueve que pueda recibir de espaldas obliga al Barça a salir jugando, aunque no se den las condiciones óptimas para ello.

Es probable que el Barca deje a más jugadores de lo habitual por detrás del balón para salir a madurar el partido con calma, con la intención de negar cualquier espacio al Madrid ante cualquier posible perdida. El Barca ha perdido armonía en todo lo que se sitúa desde Messi (incluido) hacia delante. Propietario de la salida de pelota más limpia del mundo, consiguió también ser el equipo que se recuerda que dejaba al finalizador con más tiempo y espacio para el remate final: para ello era fundamental lo profundo y amplio que hacían el campo Henry y Etoo y luego Villa y Pedro. Este año no lo han encontrado entre la baja forma de Villa y las lesiones de Pedro. Guardiola ha ido a buscar jugadores que faciliten el trabajo a Messi hasta Cuenca...

MESSI

Este Barca menos profundo necesita más que nunca al Messi profundo e incisivo y no al que se acerca al juego para que todo lo que pase sea cerca de él. Mientras en el Madrid son muchos los jugadores que pueden decidir los partidos, el Barca y Messi dan a veces la impresión que o marca el argentino o el juego no le permite marcar a nadie más. Es la apuesta del Barça: elegir acompañantes que ayuden a que emerjan las increíbles cualidades del argentino cara al gol. Con esta organización han llegado a ser un equipo histórico. Si esos imprescindibles acompañantes no aparecen, sufre el Barca y sufre Messi. Goleadores fantásticos como Villa o Ibra han sufrido sumidos en la melancolía de goleadores secundarios.

RAMOS Y PEPE

Con nueve puntos menos que el año pasado a estas alturas de campeonato, lo único que ha menguado es el Barca. El Madrid está en un nivel y puntuación similar a los dos últimos años. Consigue, eso sí, encontrar constantemente situaciones para convertir los partidos en un galope febril, demostrando que no hay que jugar como el Barca para ser también imponente.

Sí ha mejorado con Ramos como pareja de Pepe. Ambos forman una pareja intimidadora y eficiente con el balón en los pies. Un muro que permite al Madrid ser un equipo mas corto y robar más arriba.

PIQUÉ Y PEDRO

Más allá de sobreactuaciones provocando tarjetas, cuesta imaginarse un Barca sin Piqué. El Barca no se explica sin Piqué y Piqué se explica en el Barca. Si el juego es un todo que se construye desde el primer pase, ahí Piqué es el mejor. Entrega buenos pases revestidos de una seguridad y jerarquía propia de los fuera de serie. Jugadores como Piqué no se encuentran en los supermercados.

Pedro ejemplifica en un solo hombre la naturaleza colectiva del juego, algo que al menos de momento no está al alcance de un delantero tan exuberante como Alexis. Cuando el canario juega, todos parecen mejores.

LO IMPENSADO

La táctica es conjetura. El fútbol tiene vida propia más allá de los planes previos. El Madrid parece que llega mejor, pero un gol o una posesión hegemónica del Barca puede devolverles a ese sentimiento de inferioridad que vivieron el año pasado.

Se enfrentan el mejor contra el que está mejor. El poderoso deseo por la conquista contra la dura obligación de mantener lo conquistado. Ni el Ajax de Cruyff ni el Milan de Sacchi fueron capaces de sostener su hegemonía más de tres años. La perfección agota y el Madrid lo sabe.

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