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Ha nacido una estrella: Leo Messi

Fue una noche de tantas, en una eliminatoria de Copa. Todo cambió en unos cuantos segundos. El tiempo suficiente para que el barcelonista Leo Messi eligiera el camino más difícil para llegar hasta la portería del Getafe. Esa misma locura ya había sido dibujada por Maradona en el Mundial de México 86 ante Inglaterra. El gol del Messi resultó igual o mejor que el original. Fue el bautismo de un futbolista diferente, capaz de solucionar de la manera más natural y sin esfuerzo aparente un apuro con una genialidad. Esa noche el mundo se rindió a sus pies después de crear una obra de arte con el balón.

De la cara más amable del fútbol a la más amarga: la muerte de un futbolista. Antonio Puerta falleció vestido con la camiseta del Sevilla, también ante el Getafe. Se desplomó en el Sánchez Pizjuán y, aunque fue capaz de salir del campo por su propio pie, ya no se recuperó. El corazón le había traicionado. El Sevilla de los títulos recibió un castigo sin consuelo.

Severiano Ballesteros cerró la bolsa de los palos para siempre el mismo año que Sergio García perdió un Open Británico por milímetros al no embocar su último putt. Alberto Contador logró su primer Tour de Francia en otra edición marcada por el dopaje. Jorge Lorenzo llamaba a las puertas de MotoGP con su triunfo en el Mundial de 250, Federer venció en tres de los cuatro grandes y Valencia fue sede de la Copa del América de vela.

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