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Nervios, risas y agua

RUT VILAR

Aunque curtidos en mil batallas, José Mourinho y Pep Guardiola comenzaron el partido de anoche echos un manojo de nervios. Andaban ambos entrenadores de un lado a otro del área técnica entre resoplido y resoplido. El del Madrid, vestido de negro riguroso y el del Barça, con camisa blanca de manga corta y corbata negra fina. Quizá con las vacaciones habían olvidado Pep y José las sensaciones que acarrea un clásico.

Recibió el Bernabéu a Guardiola con una sonora pitada. Un clamor que sólo superó en decibelios la ovación que la hinchada blanca dedicó luego a su entrenador. Siguen la mayoría de merengues entregados al portugués, que ayer saboreó las mieles de la superioridad durante muchos minutos, a pesar del resultado.

El de Santpedor, en cambio, disgustado por lo que veía en el campo, se comía a los suyos. La defensa del Barcelona hacía aguas y su entrenador no paraba de dar instrucciones. Gritaba, gesticulaba. Se desgañitaba Guardiola. Mourinho, más tranquilo entonces, sólo fruncía el ceño con algunas decisiones arbitrales.

Karanka habló por Mourinho y dijo con ironía: «Hay cosas que no cambian»

En los goles, poco más que un gesto de rabia. Aunque al catalán se le entendió todo tras el primer tanto madridista. Todavía sin saber cómo, el Barcelona le dio la vuelta al marcador - 'la calidad individual te permite crear ocasiones con poco juego', reconoció durante el descanso Zubizarreta- y Mourinho comenzó a protestar una falta tras otra, con esa risa exagerada que nada gusta a los cuartos árbitros. Los futbolistas del Madrid se contagiaron luego de sus desmanes.

El gol de Villa sorprendió tanto a Guardiola como a Casillas. El de Messi, en cambio, pareció bajar las pulsaciones de su inquieto entrenador. El portugués, por su parte, meditaba apoyado en la lona del túnel de vestuarios, cariacontecido. Todos se marcharon rápido a la caseta, excepto Karanka, que se quedó a la espera de los trencillas. Luego, en la sala de prensa, el segundo de Mourinho fue el que compareció. 'El míster no estaba enfadado, es por una dinámica que él sigue, aunque hay cosas que no han cambiado', dijo el ayudante.

Tras el descanso, se creció el Barça y el duelo se puso caliente. Después de una fea entrada de Ramos a Alves, Alonso acusó al brasileño de hacer teatro. Y Teixeira pedía: '¡Por favor, calma!'.

'El balón era medio de playa, medio de fútbol', se queja Guardiola

Los jugadores azulgrana buscaban desesperados los botellines de agua y Messi se las tenía ahora con Marcelo ahora con Carvalho. Incluso a Valdés se le pegó ese ambiente enrarecido y acabó cometiendo un claro penalti sobre Ronaldo que el colegiado no silbó. Mourinho, protestaba airadamente desde la banda, esta vez, con toda la razón. En el banquillo visitante, Guardiola compartía impresiones con su mano derecha, Tito Vilanova: seguía sin gustarle al entrenador del Barça el partido de su equipo. Al otro lado, Pepe buscaba brega con medio Barça.

Con el paso de los minutos, el duelo se pareció cada vez más a los últimos clásicos, los del curso pasado. Con más faltas que fútbol, con más protestas que juego, con un exceso de tensión incluido entre los futbolistas.

'Creo que el resultado no es malo. Marcamos de visitante y sabíamos la dificultades que teníamos por la falta de preparación', apuntó antes de pasar por la ducha Mascherano. 'Hay jugadores como Leo y como yo que hace poco que regresamos de vacaciones y así no es fácil, pero creo que la actitud fue muy buena. Jugar el primer partido tras un parón así es difícil y a eso hay que sumarle la tensión de este tipo de partidos', zanjó El Jefecito. Al inicio, se saludaron sin mirarse y si al final del encuentro hubo encajada de manos entre Pep y José debió de ser en la intimidad de ese túnel de vestuarios que, el curso pasado, albergó los momentos más crispados de unos clásicos que con ambos técnicos en el banquillo siguen echando humo.

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