Público
Público

"Yo no tengo poder, sólo soy un compañero más de los futbolistas"

A los 41 años, Molina, entrenador del Villarreal, inicia una etapa para recuperar a un equipo que lo necesita

ALFREDO VARONA

Nunca fue hombre de anécdotas ni de ídolos ni de gentes perfectas. Fue de futbolista lo que es ahora de entrenador: un tipo corriente, capaz de hablar mientras escucha las voces desordenadas de sus tres hijos. Por eso Molina atiende a un perfil muy de la calle, en la que la vocación no se estudia, sólo se siente. Su biografía promete un tipo ordenado, que no se corrompe ante la urgencia. Ha empezado a vivir como entrenador y es preferible escucharle. La conversación es larga, pero el objeto es que no parezca larga. Molina, de 41 años, habla con la paciencia de la gente sin prisas. Son casi las nueve de la noche y se aproxima la hora de cenar. Pero en su vida el fútbol casi nunca pierde derechos. Y la ambición tampoco. 'Siempre hay que aspirar a algo más', dice. Todo eso anuncia a un personaje discreto, a un lenguaje sencillo y sin azar. 'Nadie es perfecto'.

Y ahora, entrenador del Villarreal. Cómo cambia la vida, qué mayor se hizo, si parece que fue ayer en el Atlético...

De momento, yo no me veo mayor, y menos por el hecho de ser entrenador. Pero sí es cierto que la vida se mueve y el tiempo pasa. Si no seguiría jugando al fútbol, que es para lo que realmente nací.

Los entrenadores tienen poder. ¿El poder crea adición?

No me siento poderoso por ser entrenador. Sólo estoy dentro de un club. Soy una parte de su funcionamiento y, como tal, me considero un compañero de trabajo de los futbolistas. No veo una relación de poder.

'Los jugadores de ahora superan a los de mi época. Yo ni me puedo comparar a Diego López'

¿En su época veía a los entrenadores como compañeros?

Al principio, ¡¡¡no!!! No voy a engañarle. Pero, al final, creo que sí. No recuerdo el momento exacto, pero luego sí: te haces más maduro e intentas ver al entrenador como ese hombre que va a sacar lo mejor de ti.

¿Los entrenadores están bien vistos en el vestuario?

Hay momentos, depende. He tenido experiencias de todo tipo, pero, sobre todo, esto es consecuencia de los resultados. Si el equipo gana, ya se sabe lo que pasa....

¿Ser entrenador, en realidad, es una vocación o sólo una salida laboral en estos tiempos?

No ha sido una vocación, no voy a engañarme. Mi idea era ser futbolista, aunque desde muy joven ya hice los cursos de entrenador. Y no sé por qué, porque no era una aspiración en sí misma. Pero luego dejé de jugar, quise probar y tuve la suerte de que un día el Villarreal me llamó. Y resulta que, sin pretenderlo, he encontrado una profesión en la que disfruto.

No le veo disfrutando de una derrota en el último minuto.

Es difícil, pero depende de cómo se produzca. No se puede ganar siempre y no todas las derrotas son iguales. Pero si has jugado bien, has trabajado correctamente lo que se planificó entre semana, y resulta que el rival fue mejor, ¿por qué no vas a disfrutar?

Valdano dice que 'hay derrotas más dignas que las victorias'.

Sí, es posible, pero tampoco se equivoque conmigo: no quiero muchas derrotas dignas en mi vida, lo que me gusta es ganar. Quizá cuando era chaval y jugaba en el barrio para pasar el rato, no tanto. Pero desde que fui profesional siento gran afición a la victoria. Tengo ese deber.

Usted nunca fue un tipo dramático. Un carácter silencioso, con mucho misterio...

Yo tengo un carácter. No sé si es mejor o peor, pero intento llevar la vida con naturalidad. Sé lo que debo pedirle a la vida. Creo que no me he crecido en exceso cuando he ganado ni me he hundido cuando me ha ido peor.

¿Siendo futbolista, ha tenido momentos tan malos? ¿Ha estado al borde de la bancarrota?

Ha habido de todo, no se crea. He vivido mucho. Pero he tenido claro lo que quería, cómo conseguirlo, quién estaba a mi lado y quién no. He seguido mi camino. He sido respetuoso. Nunca me he vuelto loco. Aprendí pronto cuál era el camino.

Hay un momento duro en su vida. El último partido con el Albacete, antes de fichar por el Atlético, recibió seis goles.

No, fueron ocho...

Y, sin embargo, le dieron la oportunidad.

Sí, exacto, pero es que no hay nadie perfecto. De niño, yo no tuve ídolos precisamente por eso. No encontraba al portero perfecto. Un ídolo entiendo que debe ser alguien perfecto. Y ese futbolista no existe. No importa la edad. Por lo tanto, ahora como entrenador sigo pensando igual: no tengo ningún problema para apostar por la gente joven. ¿Por qué voy a mirar el DNI? Nunca lo he hecho.

¿Qué queda del futbolista que ganó el doblete con el Atlético?

Supongo que toda esa experiencia me vale para entender mejor al futbolista. Pero desde entonces la vida ha cambiado mucho. Yo no he trabajado casi nada de lo que ahora planteo como entrenador.

¿Por qué escapa de su pasado?

No escapo yo, son los tiempos. Ahora, los futbolistas son mucho mejores que los de antes. Ha cambiado la manera de trabajar y no digo yo que los de antes no pudiesen triunfar ahora. Pero tendrían que mejorar.

¿Usted cree que ahora hay mucha gente como esos Juninho, Pantic, Caminero que conoció en el Atlético?

Sí, pero sobre todo porque ahora es otra cosa.

¿Diego López también es mejor portero de lo que fue usted?

Sin ninguna duda. Y, es más, le diría que César, que es casi de mi generación, es mejor de lo que era hace diez años. Pero entiéndame, sólo es mi opinión.

Vuelva usted a la portería.

No, imposible, ahora ya no vería ni un balón.

¿Será usted un entrenador paternalista como el Irureta que conoció en el Depor?

Yo nunca lo vi como un padre. Para mí, fue un buen entrenador, que hizo mucho por el Depor. Pero, en cualquier caso, no me hace falta compararme con nadie. Es más, no sé ni cómo quiero que me vean mis futbolistas. Sólo quiero ayudarles en todo, que disfruten, transmitirles la máxima confianza...

Pero eso es una declaración de tópicos que suena institucional.

Es mi pensamiento.

En un equipo que ha sido eliminado por el Mirandés de la Copa del Rey, ¿hace falta mano dura?

¿Qué es la mano dura?

Hay jefes que le pueden hacer a uno la vida imposible.

No sé qué contestar realmente. ¿Mano dura?, pues sí, claro que hay que exigir al futbolista. Pero para exigirle primero debes ayudarle.

¿Cómo se ayuda en la urgencia?

Las urgencias siempre son peligrosas, pero es entonces cuando hay que convencer a los jugadores de que no podemos volvernos locos, no vale de nada.

Una noche sin dormir es como un plan de vida para un entrenador. ¿No es locura eso?

Sí, acepto que ahora duermo peor como entrenador, pero...

Usted fue portero: un portero es lo más parecido a un entrenador.

No, qué va, el portero ve mejor los partidos. El fútbol se ve mejor desde atrás. Desde el lateral se ve peor y puedes hacer menos.

Una curiosidad sin mala intención: ¿usted realmente necesita entrenador de porteros? ¿No se crea duplicidad de puestos?

No, a lo sumo, yo sólo superviso: el que se encarga es Unanua, que fue portero de Osasuna, Villarreal y de muchos sitios. Y como tiene capacidad de sobra para ese puesto, no hace falta que yo me inmiscuya en nada.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?