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No hay depresión que valga para Isco Alarcón

Sin el ruido mediático que provoca el estado de ánimo de Cristiano, el malagueño vuelve a mostrar contra el Schalke que es el futbolista más en forma e ingenioso del actual Madrid.

Uchida intenta quitar el balón a Isco. /REUTERS

JORGE YUSTA

Anoche los focos en el Veltins Arena se posaron sobre el aceptable debut del brasileño Lucas Silva y sobre Cristiano Ronaldo. Anda el portugués en tiempos revueltos en asuntos futbolísticos y del corazón. Desde que recibió el Balón de Oro su rendimiento se ha visto mermado y no han ayudado a mejorar la imagen del luso ni el episodio de la expulsión y limpieza de escudo en Córdoba ni la fiesta de la deshonra posterior al batacazo del Calderón. Cristiano, lastrado por sus problemas en la rodilla y alejado de la modelo Irina Shayk, lleva varios partidos sumido en una especie de depresión.

Anoche se le vio esbozar una ligera sonrisa tras recuperar el gol, algo que no sucedió en los tres partidos anteriores. Su peinadita al genial balón que le puso Carvajal supuso un alivio para un astro que vive por y para perforar porterías rivales. Él, el gran partido de los laterales, el estreno de Silva y el regreso de Pepe han copado este jueves las informaciones, en las que se destaca que el Real Madrid venció al Schalke pero no convenció.

Isco ahora mismo es el faro que ilumina a este Real Madrid que anda todavía medio griposo y desajustado

Pero hay un jugador, un tal Isco Alarcón, al que nadie amarga y que ve la vida en rosa. Él, convertido en el jugador más en forma del Real Madrid desde hace meses, sigue a lo suyo. Alejado de debates filosóficos sobre la felicidad, le da igual jugar en casa, fuera, contra un rival que lucha por la permanencia o en unos octavos de final de Champions. Es el faro que ilumina a este Real Madrid que anda todavía medio griposo y desajustado. Situado con suma comodidad a la izquierda de Toni Kroos, anoche volvió a dar una muestra más de su tremenda calidad, unida al sacrificio que le exige Carlo Ancelotti.

Sin ruido y sin estridencias es el hombre que otorga al Madrid esa velocidad extra que necesita cuando el equipo se pone al ralentí. Como sucedió en la segunda parte contra el Schalke, un equipo que quiso jugar tanto al fútbol anoche como un forense practicar una autopsia a un ser querido.

Jerarquía en los tres cuartos

Con el alemán en un tránsito de cansancio y con James y Modric en la enfermería, el malagueño está asumiendo la responsabilidad de ser el enganche entre el centro del campo y la BBC. Recibe en la medular y a partir de ahí puede pasar de todo. Que se lo digan a Uchida, que anoche no consiguió ver ni uno de los controles y los regates del '23' madridista.

Fue, sin duda, el mejor de su equipo de medio campo para arriba y el que más pases intentó y acertó. Un total de 63 pases suyos llegaron al destino deseado, lo que supone una efectividad del 94%. Marcelo, autor del golazo que cerró el marcador en el 0-2 definitivo, se aprovechó de la genialidad del malagueño, con el que se conectó a la perfección.

Solo le faltó el gol, aunque a punto de estuvo de lograrlo después de que Gareth Bale le dejara de tacón un balón clavado para el disparo. La rosca salió alta pero podía haber terminado en la escudra defendida por Wellenreuther. Pero, a diferencia de Cristiano, Isco también es feliz sin marcar. Él disfruta y hace disfrutar.

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