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"No es necesaria la vanidad para ser futbolista"

Hoy es una voz imprescindible en el Athletic. Un extremo que lo tenía todo: la pierna izquierda, la cabeza y la humildad del ídolo de carne y hueso. Quizá por eso 50 años después es mejor recordar que olvidar. “Nunca me sentí un mito”, explica antes del Madrid-Athletic de esta tarde en el Bernabéu (16.00 horas)

Txetxu Rojo frente al Barcelona en 1977

ALFREDO VARONA

MADRID. -Hoy se dedica a sus negocios, a vivir y a hacer deporte. De ahí que a los 69 años Txetxu Rojo (Bilbao, 1947) muestre una fotografía elegante, la prolongación del futbolista que fue. Aquel maravilloso extremo izquierdo que jugó 17 años en el Athletic (1965-82), el único equipo de su vida, imposible de resumir en una sola conversación. Lo llamaban 'el muchacho excelente'. Hoy ya no es como ayer cuando el Athletic competía sin complejos frente al Madrid en el Bernabéu. Una época que reconoció lo mejor de Txetxu Rojo, inseparable de la nostalgia y de los días buenos. Jugó 541 partidos con el Athletic. Ganó dos Copas del Rey y regresó a La Catedral como entrenador. Ahora ejerce de hincha y de columnista en El Correo, donde responde a la tradición de magníficos cronistas de la tierra como Santiago Segurola, Patxo Unzueta o Manu Leguineche sin miedo a ser vencido. “Yo veo y me lanzo a escribir”, explica con la naturalidad que afronta esta conversación en la que se aleja de los grandes titulares, quizá la herencia de los valores de toda una vida. “Siendo un enano, vi jugar dos veces a Piru Gainza, eso no se olvida nunca”, explica.

Pregunta. Volvamos al corner Misericordia de San Mames, a Txetxu Rojo pisando la línea de fondo…


Respuesta. Sí, claro. De La Catedral no me mueve nadie; ahí estuvo mi sitio, mi vida y en aquel córner, donde estaba la esfinge de Pichichi, las casetas por donde salíamos los jugadores…, no, eso no se olvida nunca, claro que no.

P. ¿Era un Athletic mejor en su época?

R. En todas las épocas hubo algo. Siempre hubo grandes jugadores y todavía los hay, pero si digo que el Athletic en el que yo jugué era mejor que éste, ¿estoy siendo justo con los de ahora? ¿quién lo sabe de verdad? ¿por qué voy a tener que caer en esas comparaciones? Siempre hubo etapas y yo decidí no ser hombre de comparaciones.

P. Cuando su Athletic jugaba en el Bernabéu tenía tantas posibilidades de ganar como el Madrid. Sin embargo, ahora ya no. ¿Eso no es una pena?

R. No, es la verdad, es lo que pasa ahora, pero esos equipos han marcado unas distancias tan grandes…, tienes al Atlético de Madrid que los hace frente, pero el resto no puede y es verdad que en mi época no pasaba esto y me alegro de que no pasase, era bonito...

P. ¿Qué le hubiese aportado su pie izquierdo a Cristiano Ronaldo?

R. No creo que Cristiano me hubiese necesitado, está rodeado de gente fuera de serie, en un equipo como el Madrid hay tanto futbolista…, ni siquiera me lo imagino. Pero sí sé que igual que Cristiano hubiera valido para jugar en mi época yo creo que también hubiera valido para jugar en la suya. Nunca desconfío de los futbolistas.

P. Fue usted un mito. ¿Alguna vez se deja de ser un mito?

R. Soy más natural que todo esto. Es más, siempre lo fui, incluso cuando era futbolista, viajaba y veía que la gente me miraba de modo distinto. Pero yo no sentía esa necesidad de creerme diferente. Al contrario. Siempre jugué al futbol por pasión, comencé a los 18 años y lo dejé a los 35 con mi partido de despedida frente a la selección inglesa y no hubo un solo día que pensase diferente, me recordaba a mí mismo la fortuna de hacer lo que más me gustaba, pero eso no me hacía diferente de las personas que no podían hacerlo.

P. ¿Entre balones y botas de fútbol no crece la vanidad de las personas?

R. ¿En qué sentido?

P. El fútbol aleja a los futbolistas de la calle.

R. Sí, pero a mí no. No me alejó entonces ni creo que me hubiera alejado ahora. Soy un hombre muy natural. Tenía que haberme conocido hace treinta años, lo era igual. No necesitaba otra cosa para sentirme feliz. No sentía necesaria la vanidad. Quizá por eso los recuerdos están ahí de por vida, antes hablábamos del córner Misericordia en La Catedral, de mil cosas, no se pueden resumir tantos recuerdos y sí es verdad que a mi edad sigo sintiendo que la gente me aprecia. Veo que me quieren.

P. Fue un futbolista de otra época, de un solo club.

R. Sí, así fue. Pero, aparte de eso, no hay que engañarse, el fútbol no cambió tanto. En mi época, pasados los dos primeros años, también se hablaba de táctica. Teníamos preparador físico, teníamos buenos médicos, buenos recuperadores, aunque no pueda ni compararse con lo de hoy porque todo evoluciona. Ha evolucionado el ciclismo, ha evolucionado la sociedad, hasta hemos evolucionado las personas… Yo mismo ya no soy como antes.

P. También dejó de ser entrenador.

R. Bueno, dejar de ser entrenador no se deja nunca, aunque ya es un milagro que yo vuelva a entrenar. Hay etapas que se cierran, pero eso no le cambia tanto a uno; yo sigo viendo todo el fútbol que puedo, tengo grabados entrenamientos de otras épocas, hago crónicas para ‘El Correo’…, no hay un sólo día en el que dejé de pensar en el fútbol.

P. ¿Y como se comporta un futbolista frente a las teclas del ordenador?

R. En mi caso volvemos a lo de siempre, de la manera más natural; veo el partido, agarro las teclas y me lanzo a escribir, a juzgar el fútbol del grupo y a no personalizar en nadie. Nunca lo he hecho ni lo haré. Jamás me habrá visto nadie atacar a un futbolista, porque esa no es mi profesión. Otra cosa es que los periodistas puedan o deban juzgarlos. Pero esa es su profesión, no la mía.

P. ¿El fútbol es un reflejo de la sociedad?

R. Bueno, es que todo esto ha cambiado un poco…

P. ¿A mejor o a peor?

R. Si estoy diciendo que ha cambiado… Siento que en algunos momentos del pasado había más respeto sobre el rival, quizá porque yo crecí con esa idea, me eduqué con ella…

P. ¿Bielsa hizo mejor al fútbol en el País Vasco?

R. No, mejor no. Es verdad que tuvo una primera temporada muy buena y que la segunda no fue tan buena. Pero de ahí a que un solo hombre mejorase todo el fútbol…, no sé, no lo creo, ya está viendo, en cualquier caso, que no soy un hombre de personalizar en nadie.

P. ¿A quién admira Txetxu Rojo entonces?

R. Johan Cruyff, por ejemplo…

P. ¿No admira a Zidane?

R. Zidane ya no es jugador; ahora, es entrenador y no le conozco lo suficiente en esta faceta.

P. ¿En su época se daban equipos a entrenadores sin experiencia?

R. A mí no me pasó, estuve mucho tiempo en la base, pero eso depende, es muy relativo… Ha pasado en todas las épocas y no creo que Zidane ahora sea la excepción. Pero cuando esto pasa hay que pensar en los motivos por los que pasa y pensar que puede salir bien, todos los entrenadores tienen un inicio.

P. ¿Cómo fue su inicio?

R. El mío, maravilloso, en Lezama. Recuerdo el primer día, la convivencia de esa época como si fuese hoy. Me acuerdo de Piru Ginza, yo debuté con él con 18 años y me pareció tan grande… Siendo un enano, yo le había visto jugar dos veces en mi vida, su manera de tocar la pelota y resulta que pasados unos años fue ese hombre el que hizo lo posible para que yo fuese al Athletic. Jugaba yo en el Firestone y, sin embargo…

P. Tuvo usted un hermano futbolista. ¿Le faltó el hijo futbolista?

R. Tuve tres chicas y un chico y existió la posibilidad, sí, claro. Al principio, jugaba, pero luego.. Luego, estudió y se dedicó a lo suyo, le ha sabido sacar provecho a la vida, cada uno nacemos para una cosa. En mi familia hasta que llegamos mi hermano y yo no hubo ningún antecedente futbolista.

P. Hoy está Aduriz camino de los 35 años con los que se retiró usted. ¿Ese es el espíritu vasco?

R. No, el espíritu no, porque hay otros que se retiran antes… Entonces no, no tiene por qué ser ese el espíritu vasco…

P. ¿Y si alguna vez una selección del País Vasco jugase una Eurocopa?

R. Ahí no voy a entrar; soy hombre de sentimientos, no de proclamar mis ideas políticas…

P. ¿Y entonces ve alguna posibilidad de que el Athletic gane hoy en el Bernabéu?

R. Está capacitado y si tiene su día, entiendo que sí. Pero ha de dar la talla, jugar con la ilusión de ganar como hacíamos los de mi generación cuando jugábamos frente al Madrid. Es verdad que entonces estaba más igualado. Pero en el fútbol todavía puede pasar de todo.

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