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Nsue sube y sube

El extremo del Mallorca derrota a un apático Athletic (1-0)

ALFREDO VARONA

 

El Mallorca se responsabilizó del partido y Nsue lo ganó. No es la primera vez. A este paso, se convertirá en Don Emilio y no habrá que esperar a que se le caiga el pelo. Vive en un estado en el que no se sabe si le ha tocado la lotería: todo le parece poco. Amenazaba la gota fría, con Toquero acariciando el gol para el Athletic, cuando Nsue intervino la línea de fondo y despistó a todos menos a Webó, que vive para el gol. Pero tanta importancia no sació a Nsue, que volvió a subir las escaleras de dos en dos. Su hábitat es ese y la segunda parte funcionó a su manera. Martí fabricó ese tablero de ajedrez, De Guzmán se saltó varios semáforos y Pereira despistó al personal. Y Webó, el más económico de todos, se dedicó a esperar allí arriba los vuelos de Don Emilio.

Al otro lado del césped quedó Muniain, que representa el estilo contrario. Su talento es de otro corte y cuanto más reducidos sean los espacios, mejor, más luce. Vive de la picaresca, de esas pausas suyas en el área, en las que la imaginación vence al mal. Pero anoche no hubo alfombra roja ni hermanos para Muniain, que se quedó sin caramelos. Primero, porque Cendrós fue un celoso animal de esa zona que supo anticiparse al futuro y hasta es posible que jugase con prismáticos. Y luego fue el propio Athletic, que no supodesahogarse con la pelota. Javi Martínez no encontró compañía en el bando enemigo y se desanimó pronto. Gabilondo, sí. O, al menos, a ratos. Y salió con tiempo suficiente para despertar a los pájaros. Pero, al final, tampoco fue suficiente para que Llorente cazase una de las suyas. Tuvo alguna opción (muy aislada, por supuesto), en la que casi ajustó el balón a su talla de bota, pero por la noche cuesta más que salga el sol.

El Mallorca tuvo más en todas las escalas. En realidad, fue un partido a su manera, en el que apenas tuvo que levantar la bandera. Tuvo la paciencia para esperar y la energía para escapar. Y, sobre todo, a Nsue, cuya motivación ha subido a la azotea. Atención a este muchacho. Hay algo más que un futbolista o una bella zancada. Detrás de esa figura se insinúa un líder para años, que juega en el equipo que soñó cuando era niño. Y ya se sabe que eso no tiene precio, don Emilio.

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