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Özil, contra la maldición del diez

El alemán debuta esta noche ante el Hércules. Desde Zidane, el Madrid no da con un mediapunta estelar

GONZALO CABEZA

Fueron cinco temporadas. Zidane tuvo días mejores y peores, temporadas brillantes y otras no tan buenas pero, cuando se fue, nadie dudaba que lo que había pasado por el Madrid era algo especial que marcó un antes y un después. Zidane llevaba el cinco, pero era un diez, esa posición en la que el fútbol se confunde con el arte. La edad le retiró y el Madrid empezó a buscar sustitutos para tomar esas funciones. El tiempo ha demostrado que hay camisetas y huecos que son difíciles de llenar.

Hoy (22.00 h., GolT) Özil debutará con el Madrid ante el Hércules. Es el último en llegar y el que tiene la responsabilidad de devolver al equipo la figura del enganche, ese jugador que embelesa a la grada y conecta con los delanteros para dar lustre a un equipo grande. La búsqueda no consiste en encontrar un clon de Zidane, jugadores como él hay pocos, sino de alguien que pudiese dar al Madrid un salto de calidad. El primer intento, de hecho, fue un jugador que en nada se parece al francés: Robinho. Costó 24 millones y estaba llamado a poner la imaginación al Madrid. Su debut contra el Cádiz dio a los blancos la sensación de que había llegado otro jugador especial. El tiempo quitó esa impresión, tanto en disciplina como en regularidad fue un fracaso. Otro brasileño, Baptista, también intentó cuadrar en el perfil. Su juego era potencia y gol, pero el Bernabéu no encontró nada de aquello. La plaza seguía libre y el Madrid se olvidó del mercado suramericano para fijarse en otra de las grandes canteras: la holandesa.

Kaká, Van der Vaart, Baptista, Sneijder o Robinho, no cuajaron

Sneijder, 25 millones, y Van der Vaart, 15, eran jugadores de buen cartel pero su rendimiento dejó fría a la grada. Sneijder empezó bien, pero su segundo año se diluyó y terminó traspasado al Inter. Van der Vaart ha tenido sus momentos, pero también se le busca una salida.

El último gran experimento fue Kaká, un jugador fiable, Balón de Oro, derroche de talento y con todas las condiciones para brillar. Esas prestaciones tenían precio de lujo, 65 millones. Ni siquiera él, una apuesta segura, ha conseguido asentarse como el diez que exige el Madrid.

Ante la ineficacia de los fichajes los blancos siempre han echado mano de Guti. Su genio y su último pase cuadran en el estereotipo, pero su irregularidad fue una traba insoslayable para poder asentarse. Canteranos como Granero o Parejo también han chocado contra esa maldición del diez. La sombra de Zidane es alargada. Le toca a Özil intentarlo.

 

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