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La ola amarilla estuvo pasada por agua

Barcelona se volcó con la llegada del Tour a sus calles

IVÁN JIMÉNEZ

Sí, este jueves llegó el Tour a Barcelona. Y lo hizo acompañado de mucha lluvia y mucha expectación, pues la ronda gala no pasaba por la capital catalana desde 1965. El objetivo no era otro que promover el espectáculo en una ciudad volcada en dejar huella y plasmar un granito de arena en la historia de la competición francesa: conseguir la ola de gente más grande de la historia. El mal tiempo no ayudó a que las más de 400.000 cartulinas amarillas se dejaran ver, pero tampoco se notó. Su ausencia se eclipsó por el fervor de un gentío, quizá, menor del que se esperaba.

Los prolegómenos de principios de semana en Barcelona no terminaron de teñirse de Tour hasta horas antes de la esperada aparición del pelotón. Un colorido que mucho tiene que ver con el buen hacer de la organización: un sinfín de operarios trabajando a destajo desde las 14:00 horas.

Cada uno de ellos se limitó a ocupar los puntos céntricos del recorrido (semáforos, accesos al transporte público, calles principales) para dar sentido a una llegada de gente que se preveía masiva y que lo fue menos debido al temporal. Por suerte, éste se clareó entradas las 16:00 horas, casualmente cuando Jordi Hereu, alcalde de la ciudad condal, hacía aparición por la zona de meta.

Las cartulinas de la ola histórica no dieron el resultado esperado; mojadas no servían. Pero tampoco fue motivo para que el amarillo y demás tonalidades invadieran los tramos del pelotón. Los espectadores optaron por los chubasqueros, banderas, maillots de los diferentes equipos y, como era de esperar, alguna que otra bandera independentista catalana. Se repartió publicidad con el lema Catalonia is not spain, y en la llegada a Montjuïc se podía divisar una pancarta con el mismo mensaje.

Era allí donde se cocía el espectáculo, con stands franceses que servían de acogida a todos los valientes que se atrevieron a subir a pie para recibir a los verdaderos protagonistas. También en la montaña mágica, los chiringuitos hicieron su particular caja de verano, al igual que todos los bares del resto del tramo. Que inflaran los precios ya es tema aparte

Entre la multitud de nacionalidades, la francesa se llevó la palma. En grupos, apostó en su mayoría por sacar del armario la bermuda, confiado en encontrar buen sol en estas fechas estivales. Para ello, la precavida organización gala del Tour había preparado la venta de sets de chubasqueros y paraguas corporativos. Y por si aún alguien no se sentía del todo cómodo, la caravana publicitaria, amenizó la previa con shows al más puro estilo americano.

La organización instaló a pocos metros de la meta una gran pantalla para seguir en directo toda la sexta etapa. La Guardia Urbana, los Mossos dEsquadra y la Gendarmería francesa se aunaron para trabajar en la correcta organización. Sin altercados, el civismo también puso de su parte con el fin de completar una pacífica jornada. 

 

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