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Olímpica pese a los talibanes

Mahboba Ahdyar, atleta de 1.500, es la única mujer que formará parte del equipo de Afganistán en la gran cita china

JON HEMMING (REUTERS)

No la aclamarán en la recta de meta, no subirá al podio en Pekín, es difícil incluso que consiga pasar de la primera fase de los Juegos, pero Mahboba Ahdyar hará historia.

Ahdyar será la única afgana que participará en el mayor acontecimiento deportivo del mundo. Su historia, como la de todos los deportistas, está jalonada por el esfuerzo y el sacrificio, pero es probable que ninguno de los atletas que compitan en Pekín haya pasado tantas dificultades para poder llegar hasta allí.

Esta joven afgana de 19 años, que compite en los 1.500 metros, sólo podía correr alrededor del pequeño jardín de su casa cuando era niña. Los talibanes dominaban un país en el que la represión, especialmente contra las mujeres, estaba a la orden del día. Las féminas no podían abandonar sus hogares si no iban acompañadas de algún familiar hombre, no podían jugar fuera de sus casas y cualquier tipo de actividad deportiva femenina estaba fuera de la ley impuesta por el régimen. 'Cuando era pequeña, solía correr en mi casa y observaba a mi hermano, que hacía culturismo. Yo lo tenía todo en secreto, incluso para mis vecinos, por la represión talibán'.

Ahdyar cuenta su historia tras terminar un entrenamiento en un estadio de Kabul, la capital afgana. Allí los talibanes solían organizar ejecuciones públicas antes de que cayera el régimen en el año 2001.

Una madre 'orgullosa'

Las cosas han cambiado desde entonces. Hoy, hay mujeres futbolistas, atletas e incluso boxeadoras, aunque una buena parte de la sociedad, profundamente conservadora, continúa siendo hostil con las mujeres que practican actividades deportivas. 'Alguna gente en nuestro país continúa enfrentada al deporte femenino, les gustaría que nos mantuviésemos en nuestras casas, pero yo estoy en contra de esa visión. Dios nos ha dado los mismos derechos a los hombre y ése es el motivo por el que no me importa lo que digan', afirma Ahdyar.

Su familia nunca ha dudado en apoyarla. Su madre, Majan, está 'muy orgullosa' porque su hija represente a Afganistán en unos Juegos. 'Ella ama el deporte, incluso se ejercita por las noches en la calle porque nuestra casa no es lo suficientemente grande para que pueda hacerlo', asegura su progenitora. Algunos vecinos se mofan de ella cuando sale de su humilde casa de adobe, situada en un barrio pobre de la de por sí paupérrima capital afgana, pero a ella no parece importarle. 'Mi padre, mi madre y mi hermano me apoyan y animan, y ése es el motivo principal por el que yo sigo viviendo aquí', comenta la atleta. 'Mi principal problema está en mis vecinos; ellos tratan de humillarme y ése es mi único conflicto', confiesa.

La situación en el país sigue sin ser la mejor. Los talibanes han vuelto a luchar, y los ataques contra el gobierno pro-occidental y las tropas extranjeras asentadas en el país son habituales. Muchos afganos han sido víctimas de terroristas suicidas, asesinatos y secuestros, pero Ahdyar no pierde la moral por ello. 'No tengo miedo de nada, Dios me creó y sé que al final algún día moriré; sea cual sea mi destino, pasará, eso no me preocupa', asegura la atleta.

Ahdyar tiene claro su futuro y el porqué de las cosas que está haciendo. 'He elegido el buen camino, sé que me beneficiará a mí y a todos los jóvenes'. La joven afgana se entrena con velo y ropa amplia, algo que no cambiará en los Juegos. 'Soy musulmana y llevar velo es una obligación para nosotras. Lo llevaré en China como un símbolo de las mujeres de mi religión'.

Ahdyar sólo ha salido de su país para ir a un campo de refugiados en el vecino Pakistán, pero pronto se encaminará a un entrenamiento específico en Malasia con otros competidores de su país. Las facilidades allí serán mucho mayores que en su país. En Afganistán, situado en Asia central, no hay ninguna pista específica de atletismo. Los pocos deportistas que se dedican a esta especialidad tienen que entrenarse en los polvorientos alrededores del campo de fútbol, dentro del Estadio Nacional. El principal problema del deporte afgano está en la falta de facilidades y en una dieta insuficiente para estar cerca de la élite.

Ahydar prefiere no aventurar nada sobre su actuación en Pekín. Sólo confía en 'Dios porque se que está dispuesto a ayudarme lo máximo posible. Creo en él'.

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