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El orgullo no da para más

El Madrid de la última cita es el calco del de la primera jornada

ALBERTO CABELLO

 

La persecución acabó siendo inútil. El mano a mano entre los dos purasangre se ha decidido por una cabeza. La distancia ha sido mínima, no así las sensaciones. El Real Madrid perdió la Liga en esa eliminatoria a doble partido con el Barcelona. Lo demás ha sido quitarse rivales de encima hasta conseguir prolongar la decisión hasta la última jornada. El mejor segundo de la historia del campeonato no sirve en un club como este. La racha inmaculada de la segunda vuelta tampoco rebaja el desencanto. Las grandes cifras de los madridistas se han quedado en nada. Ni con 254 millones de euros, ni con 96 puntos ha sido capaz de arrebatarle el título al Barcelona. Es para lo que ha dado la historia de Manuel Pellegrini al frente del banquillo blanco.

El Real Madrid de la última jornada en Málaga es el calco del de la primera jornada en Montjuic. Lo mismo en agosto que en mayo. No ha habido evolución ni crecimiento. Todo sigue exactamente en el mismo punto en el que arrancó. A estas alturas de la temporada es tan complicado desarrollar la fórmula de su juego como encontrarle otro decimal al número Pi. Es el gran pecado del chileno: no ser capaz de definir un modelo definido. Ahora le toca a Florentino Pérez decidir si hay clemencia con Pellegrini o se hace necesario girar de nuevo 360 grados para acabar, de una vez, con esta sucesión de temporadas con la saca vacía.

La buena actitud blanca sólo sirvió para empatar en la segunda mitad

En el equipo todavía se creía en la ayuda de Clemente. Con el empate a cero en los dos campos, el hilo de esperanza era algo más grueso. Había tensión en la cara de los jugadores. Los cuatro minutos que estuvieron en el césped correteando antes de que Undiano diera la orden de comenzar el partido delató sensaciones. El Madrid salió atenazado frente a este panorama: sólo hacía falta un gol del Valladolid en el Nou Camp. Pellegrini llamó a Gago a la banda para darle instrucciones sin que el balón se hubiese puesto aún en juego. La pareja de centrales tampoco anduvo más tranquila. Albiol y Garay se comieron los dos primeros machetazos de Duda. En el segundo consiguió colarse hasta la barbas de Casillas, previo taconazo de Caicedo, para marcar el primer gol.

El Málaga se aprovechó del desconcierto. Llevó el encuentro al puro drama. Se disfrazó de guerrillero e imaginó frente a él a un ejército más numeroso y entrenado. Enladrilló el centro del campo con esa modernidad del trivote y mandó a Caicedo en busca de todas las pelotas largas. La patada de Gámez a Cristiano y el jaleo de la grada con el primer gol del Barcelona noquearon por un rato al Real Madrid. El portugués cojeó y pareció hacerlo todo el equipo. Así fue todo el primer tiempo. El Madrid bajó los brazos por vez primera en toda la temporada. Le costó más de 20 minutos asumir que en esta liga ya no había más premio que el subcampeonato.

Pero el Madrid tiene alma. La historia no se borra. Hubiera descolorido algo más su temporada si se hubiera olvidado del medio tiempo que quedaba por jugar en La Rosaleda. El equipo de Pellegrini mostró orgullo para desespero de los malagueños. Por última vez en la temporada tocaba otra vez apelar al peso de la camiseta para lograr la remontada. La más inútil de todas, pero exigible al fin y al cabo. Aplicó un asedio furibundo a la portería de Munúa. Pellegrini pareció valorar el resultado de su equipo en Málaga como el último discurso de su legado. Quiso que fuera el Barcelona el que ganara la Liga, no que el Real Madrid la regalase. Ahí andaba el chileno fuera del banquillo dando órdenes a pesar de que los goles de los azulgrana caían uno detrás de otro.

La buena actitud sólo dio para empatar el partido nada más comenzar la segunda parte. El miedo del Málaga convirtió al Madrid en el dueño ya indiscutible del balón. Un gol más hubiera sido mortal para los de Muñiz. Fue el turno, entonces, de Guti y Benzema. Los cambios le dieron algo más de profundidad en esos minutos en los que sólo quedaba la honrilla de un nuevo triunfo. Pero, por una vez, seguramente la última, Pellegrini no tuvo esa recompensa. 96 puntos, una barbaridad, son insuficientes.

Málaga (1): Munúa; Jesús Gámez, Iván González, Helder Rosario, Mtliga; Javi López, Fernando, Apoño, Benachour, Duda; Caicedo.

Real Madrid (1): Casillas; Sergio Ramos, Albiol, Garay, Marcelo; Granero, Gago, Xavi Alonso, Van der Vaart; Cristiano Ronaldo e Higuaín.

Goles: 1-0. M. 9. Pared entre Caicedo y Duda que resuelve el portugués con un tiro raso y pegado al palo derecho de Casillas. 1-1. M. 49. Van der Vaart se revuelve dentro del área y empata de fuerte disparo con la izquierda.

Árbitro: Undiano. Amonestó a Jesús Gámez, Sergio Ramos, Higuaín, Guti, Helder Rosario La Rosaleda: 25.000 espectadores.

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