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Pablo firma la tercera remontada

El extremo acaba con la maldición balear

SALVA TORRES

El Valencia le ha cogido gusto a las remontadas. Lo ha hecho en sus tres últimas salidas: el Calderón, San Mamés y, ayer, en el maldito Iberostar. Pablo fue quien dio la vuelta a un encuentro que se le enredó durante un par de minutos, los que transcurrieron desde el penalti que adelantó a los mallorquinistas hasta el primer golpe de autoridad que supuso el empate.

Incluso con el marcador en contra, el Valencia siempre dio la sensación de equipo mandón, seguro de sí y cada vez más sólido en su juego. Las claves del salto empiezan atrás, donde Guaita está colosal, Topal se ha hecho con la llave del cierre defensivo y en ataque hay mucha pólvora. La traca la puso Pablo con sus dos goles y quien apagó el ardor local fue el joven guardameta valencianista, en cuyas manos se encomienda el Valencia cuando toca apretar los dientes.

Y eso que la maldición del Iberostar para Emery cobró vida a la media hora. Como ya sucedió en Mestalla, el Mallorca se adelantó gracias a un penalti dudoso que transformó el central Ramis. Parecía increíble, después de que el Valencia tuviera las ocasiones más claras para haberse adelantado en el marcador: primero Mata y luego Jonas. El penalti sobre Webó ponía en evidencia el mal fario que persigue al técnico de los valencianistas en sus visitas a Palma. Pero la angustia duró poco. Al instante, Pablo recogió un balón que le dejó de cabeza Aduriz para empatar. El Valencia, crecido en su juego tras la remontada en Bilbao y plantarle cara al Barça, no entiende de fatalidades.

Ambos equipos jugaron abiertamente para ganar. El Mallorca cedió el dominio, buscando sorprender a la contra. Y el Valencia, gracias a la movilidad de Mata y al cada vez más entonado Topal, se adueñó del balón para explotar la velocidad de Pablo y el debut como titular del brasileño Jonas, más dinamita en ataque. Venció el Valencia por convicción y juego, aunque los de Laudrup nunca perdieron la cara, con Nsue, Webó y la salida eléctrica del japonés Aki inquietando hasta el final. Y ahí apareció Guaita, alumbrado para mantener el brillo de su equipo. Un equipo al alza, en el cual hasta los lesionados Aduriz y Joaquín se recuperan milagrosamente. Ya no hay maldición que le valga al Valencia. El conjunto de Emery se halla en estado de gracia.

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