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El paro o el egoísmo del fútbol

En una región como Asturias, con 103.384 parados, el Oviedo necesita 1,9 millones de euros antes del 17 de noviembre para no desaparecer. 'No podemos ser egoístas', señala Vili, su mítico gerente.

ALFREDO VARONA

Hacienda ha ingresado 133 millones de euros por deudas de los clubes de fútbol en lo que va de año. Pero eso es una minucia a comparación de los 1,905 millones de euros que angustian al Oviedo, inmerso en un drama descomunal. Necesita ese dinero antes del 17 de noviembre para evitar la desaparición inmediata. Es un desafío único para una ciudad histórica en la que Evilasio Sánchez, el famoso Vili, 335 partidos con el Oviedo, 12 temporadas en Primera, lleva 37 años, los últimos siete de gerente. Sin embargo, jamás vivió una situación como ésta, en la que es prácticamente imposible hablar de fútbol. El fantasma de la desaparición está presente cada minuto.

'Todo el mundo está preocupado', explica Vili, 'aunque tampoco podemos ser egoístas. Asturias está atacada por el paro'. Los números de octubre le dan la razón. La cifra de parados aumentó hasta las 103.384 personas en la región.  'Somos un pueblo trabajador que en muchos casos no tenemos  trabajo', explica. 'Por eso hay que interpretar la importancia del fútbol en su justa medida'.

Pese a todo, la supervivencia del club embarga a toda la ciudad que lo vive como un asunto de familia. Cada día que pasa se reducen las horas y aumenta la angustia, aunque Vili predica un optimismo atroz. 'Yo diría esperanzador', justifica, 'porque todo el mundo se ha preocupado. Aquí estamos recibiendo llamadas de Islandia, de Canadá o de Rusia. Los ingleses, por ejemplo, se han vuelto locos con nuestro problema'.

La leyenda tiene su culpa. Son 86 años de historia los del Oviedo, en los que Vili recuerda que 'en los noventa llegamos a competir con Real Madrid o Barcelona y a ganarles'. Fueron, en realidad,  años maravillosos en los que el Oviedo se sintió más cerca que nunca del cielo. Jugó la Copa de la UEFA con jugadores de la categoría de Lacatus, Jankovic, Armando o Jerkan. Tenía un entrenador como el jovencísimo Javier Irureta que no cesaba de mascar chicle. Vili era uno de sus jugadores más aplicados con una diferencia. 'Me acostaba más cansado y no perdonaba las ocho horas de sueño'. Ahora, con 56 años, no llega 'a las tres o cuatro y, en días como estos, ni eso'.

Su Oviedo está en la UVI y apenas se puede hablar de fútbol. 'Y eso que el equipo está en Segunda B, pero para nosotros es como si estuviera en Primera, el sentimiento es el mismo'. La prueba es que la hinchada ha comprado desde el sábado acciones por un valor próximo a los 400.000 euros en una región con 103.384 operados. '¿Quién lo iba a decir con lo mal que se está pasando?', se pregunta Vili, que se responde a sí mismo. 'Lo vamos a conseguir y, si no lo conseguimos, nos quedaremos con lo que estamos viviendo. Es algo memorable toda esta implicación'. Las oficinas del club abren, de forma ininterrumpida, desde las nueve de la mañana hasta las ocho de la noche. Casi no hay empleados suficientes para hacer frente a toda esta demanda. 'Por eso, pase lo que pase, nunca tendremos remordimientos'. De todas formas, la pregunta es la de siempre: ¿por qué se ha llegado a esta situación en un mundo tan rentable como el del fútbol?

'Hemos estado siempre por encima de nuestras posibilidades', explica Vili. 'Quisimos vivir en un mundo que no era el nuestro, hacer frente a los mejores, quizá porque los asturianos tenemos este carácter. Somos gallos de pelea'. El resultado ha desembocado en toda esta angustia que no es nueva en el fútbol, acostumbrado a llamadas SOS y a encontrar esperanzas casi imposibles. A veces se encuentra como el Salamanca, que se libró de la desaparición hace un par de meses. Era otro club histórico, semifinalista de la Copa del Rey en los setenta. Tenía fecha para morir. Pero el aval de la familia Hidalgo ha garantizado la viabilidad del club hasta el 30 de junio. ¿Qué pasará después?

La realidad es que el fútbol y la angustia se han acostumbrado a dormir bajo el mismo techo, con ejemplos que, a veces, terminan mal. La leyenda ya no garantiza nada. Hace años fue el Málaga el que desapareció, se reinventó y ahora es un equipo puntero. O el Logroñés, tras nueve años seguidos en Primera y que por ahora no ha tenido la misma suerte en su renacimiento. Algo parecido a lo que le pasó al Compostela que, después de ser subcampeón de Liga en la temporada invernal, pasó a Regional Preferente en el año 2012. Son algunos ejemplos de que la crisis no perdona a la leyenda. Algo que, en cualquier caso, no asusta al Oviedo. Al menos, mientras la esperanza esté presente.

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