Este artículo se publicó hace 16 años.
Para pensar mal
Un inexistente penalti de Pernía sobre Gerrard impide al Atlético una merecida victoria en Anfield y permite al Liverpool empatar en el tiempo de prolongación (1-1)
Enrique Marín
Con Torres fuera de foco dada su no convocatoria, la primera atención del partido la acaparó Agüero, a quien Aguirre decidió dejar en el banquillo para desagrado de la afición rojiblanca, que se lo recriminó al mexicano cuando se asomó al césped de Anfield antes de poner rumbo a su destierro en la grada por sanción. Había sido el debate durante todo el día. ¿Haría bien Aguirre en reservar al Kun para el partido del domingo en Pamplona? La cabeza decía que quizás sí, pero el corazón palpitaba pidiendo la titularidad del argentino en un escenario digno de él y de una hinchada deseosa de presumir de crack.
Con el resultado en la mano, una victoria de las que dan brillo a un equipo, Aguirre se apuntaba un tanto y el Atlético sellaba su pase a octavos. Sin embargo, ya en el tiempo de prolongación el sueco Hansson, a instancias de su auxiliar, se inventó un penalti de Pernía sobre Gerrard que el capitán del Liverpool se encargó de convertir en el injusto ya gol del empate. Después del suceso del Marsella, lo de anoche en Anfield es para, cuando menos, pensar mal y comprender que los aficionados del Atlético pagaran la frustración de verse robar una victoria histórica con Platini.
El gol de Maxi rentabiliza el buen trabajo defensivo de los de AguirreAunque en la víspera del partido su mensaje fuera otro bien distinto, Aguirre planteó un partido sin levantar los pies del suelo. Con Assunçao, Raúl García y Maniche para amarrar las casillas centrales del tablero. Allí donde Benítez confía los mandos a Mascherano, Xabi Alonso y Gerrard. De esta forma, Forlán dependía de que Maxi y Simao desbordaran por fuera para suministrarle algo que llevarse a la boca. Con los dos equipos empeñados en jugar por el centro, el partido se fue convirtiendo en un embudo, con el Atlético cada vez más acomodado, hasta que su hinchada le gritó aquello de "¡échale huevos, equipo échale huevos!".
Será casualidad, pero a los pocos minutos de ser regañados por sus acólitos, el Atlético encontró el camino del gol gracias a Maxi, que interceptó un pase de Antonio López a Forlán y se las ingenió para acomodar el cuerpo y batir a Reina de tiro cruzado. El gol del Atlético despertó de su letargo a la hinchada del Liverpool, superada en muchos momentos por la animosa e incansable afición rojiblanca, sin duda lo mejor de anoche en Anfield y durante todo el día en las calles de Liverpool.
Ocasiones contadasLa sospechada suplencia de Agüero encrespó a los aficionadosLa primera ocasión no se había hecho esperar, aunque fue menor y, cómo no, a la salida de un córner en el que se reclamó un penalti sobre Agger que no existió. Fue en apenas cinco minutos cuando, primero Keane, a sensacional pase de Xabi Alonso, y luego Simao, a centro de Pernía, desperdiciaron dos situaciones manifiestas de gol. Más tarde, Leo Franco le ganó un mano a mano a Keane, quien, en posible fuera de juego, se había plantado ante él, aunque ligeramente escorado a la derecha.
Tras un descanso destinado al hermanamiento de las dos aficiones, el Liverpool regresó al campo con más decisión, adelantando líneas y decidido a asediar la portería del Atlético. Se pidió penalti por mano de Perea y con los de Aguirre demasiado replegados volvió a sonar el grito de "¡échale huevos!". Será casualidad, pero el Atleti dio un paso al frente y se sacudió a un Liverpool en el que.Gerrard exteriorizaba su ansiedad con tiros desesperados.
El partido estaba para Agüero y finalmente el Kun entra por Forlán. Con el Liverpool desesperado, sin encontrar por dónde hincarle el diente al Atlético, Benítez movió fichas, pero sin surtirle efecto. Sólo el sueco Hansson permitió a los ingleses empatar y privó al Atleti de una victoria tan histórica como merecida. Vergonzoso.
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