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Pifia en mala hora

Un error de Zapata y Diego López condena al Villarreal ante el Odense

ALBERTO CABELLO

Descolorido por la falta de ritmo y la incomodidad de un rival marcial en su disciplina, el Villarreal tendrá que remontar un gol de desventaja la semana que viene si no quiere que la temporada arranque con una herida que tardaría mucho en cerrar. El Odense se regaló un resultado perfecto. Victoria y sin encajar gol. Ni fue mejor, ni peor. El partido tuvo un desarrollo muy lento del que nunca pudo desatarse el equipo español. Un partido tan metido en harina se decidió por un error infantil.

Sin Santi Cazorla, con sus evidentes peculiaridades será Borja Valero el que se convierta en ese centrocampista punzante, con presencia en los cuatro puntos cardinales del campo. Ayer ocupó su nueva tarea. Absorbió buena parte de la posesión de su equipo ante el Odense. Se convirtió en el sujeto, verbo y predicado del juego. Decidió explorar la parte izquierda del campo y hasta allí viajó con exagerado desequilibrio el juego amarillo.

Los amarillos no le dieron velocidad a su circulación de balón

Su coronación como primer caballero se retrasó algunos minutos. En ese periodo tuvo el equipo danés la gran oportunidad de convertir la eliminatoria previa en un tormento mayor del esperado. No le hizo falta ni tener la posesión de pelota. Aprovechó la pavorosa lentitud del rondito de los de Garrido para robar un par de balones y crearle muchos problemas a Diego López. Cani trató de asumir la conducción, pero la velocidad de la pelota era demasiado lenta como para encontrar una vía clara para la aparición de Rossi y Nilmar.

No hay demasiado talento en el Odense. Basa toda su estrategia en una espartana disciplina táctica. La imaginación y la sorpresa tienen poco que decir en este equipo. Con este sistema tan rígido, su gran filón se encuentra en el aprovechamiento de los errores del rival.

En los momentos de más electricidad aparecieron Nilmar y Rossi

Pasado ese primer cuarto hora llegó el momento de Borja Valero. Su saludo al partido fue una alegría para Rossi y Nilmar. La pareja agradeció la llegada de un socio tan cualificado.

La noche no abandonó en ningún momento esa cadencia tan parsimoniosa. Hubo relámpagos que alejaron con soberbias paradas. En medio minuto, Diego López metió una mano magistral a una volea de Traoré. El portero arrancó una contra en la jugada siguiente que plantó a Nilmar sólo ante el guardameta Wessels. Todo estaba firmado para el empate a cero cuando llegó la pifia entre Zapata y Diego López.

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