Este artículo se publicó hace 13 años.
Premio al curso más duro
La Champions supone la mejor recompensa a un año en el que el Barça impuso su fútbol a todos los obstáculos
Casi dos décadas de buenos resultados y un último lustro subido a la cima del éxito han modificado de tal modo la psicología del Barcelona que entrenador, equipo y presidente afrontaron la final con el espíritu del cineasta que, admirada su obra en los cines, acude a los Oscar a competir por la estatuilla sabiendo que, la recoja o no, ya nada le privará del reconocimiento del público. "El fututo del equipo no depende de un partido. Pase lo que pase en Wembley, la temporada del equipo ya es excelente", aseguró Sandro Rosell días antes de que empezara la fiesta en Londres. "Todo lo que venga a partir de ahora, será un premio", había dicho Pep Guardiola, alcanzada la final de la Champions y conquistada la tercera Liga consecutiva.
Lo recogió con todos los honores en el excelso estadio londinense, escenario del punto final a la temporada "más dura" desde que Guardiola tomó las riendas del equipo. "Ha sido una proeza llegar hasta aquí. Hoy se acaba todo; ya no tengo fuerzas para esto", confesó el técnico tras concluir el último partido del devastador maratón de clásicos frente al Madrid. Aquel mismo día,
Rosell remitió al final de curso para dar a conocer la respuesta de la entidad a la lista de agravios acumulada desde que Mourinho ocupó el banquillo rival. "Entonces, nos haremos respetar", anunció el presidente azulgrana, cuya réplica se aguarda a partir de hoy.
Las primeras piedras contra el tejado del ánimo azulgrana las empezó a lanzar Mourinho cuando sus quejas sobre el calendario y los supuestos beneficios que de él obtenía el Barça se convirtieron en la cantinela habitual de sus ruedas de prensa. "Algunos tienen la vida más fácil. Parece que escogen a qué hora quieren jugar. Son privilegios que nosotros no tenemos", se quejó reiteradamente el técnico del Madrid apuntando sin mencionar al Barça. "Nuestros jugadores juegan cuando toca y Pep no se queja nunca", se limitó a decir entonces Rosell.
Acusaciones de dopajeSu siguiente reacción, un poco tardía, fue una demanda contra la COPE, la cadena radiofónica que vehiculó el ataque más hiriente para Guardiola: las sospechas de dopaje que, según aseguró el periodista que difundió la información, albergaba el Madrid sobre los jugadores del Barça. Florentino Pérez, el presidente blanco, negó la mayor días después de que se lanzara la acusación. Y el club azulgrana optó por seguir la vía diplomática con el Madrid, que quedó al margen de la demanda interpuesta contra la cadena por faltar al honor del club, de su entrenador y sus jugadores. El Barça espera resolución a los seis millones de euros que pidió en concepto de indemnización.
Las acusaciones de dopaje fueron la antesala del golpe más doloroso sufrido por el vestuario azulgrana en los últimos años: el anuncio, tres días después del episodio con la COPE, de que Éric Abidal sufría un cáncer de hígado que requería una intervención inmediata. "Se puede ganar, perder y llegar a situaciones límite en el fútbol, pero esto lo supera todo, es la vida de un jugador. Es el golpe más duro, la peor situación que he vivido en un vestuario", confesó Xavi, tras conocer la noticia. Desde aquel día, tremendamente afectados, jugadores y cuerpo técnico hicieron causa del hígado de Abidal, tan apreciado por su valía en el campo -se había revelado como el mejor recambio para larga lesión de Puyol, otro de los obstáculos- como por su carácter jovial.
El hígado de Abidal, el motorLa lucha por Abidal resultó el arma más efectiva para afrontar y superar el maratón de cuatro clásicos con el Madrid, la lucha más cruenta y que más ha desgastado a los azulgrana este curso. Mourinho, que ya había logrado marcar la pauta dialéctica durante todo el curso, lanzó entonces toda su artillería y logró que Guardiola, que había callado hasta entonces, entrara a su trapo. En la sala de prensa del Bernabéu, justo antes de la ida de las semifinales de la Champions, el técnico del Barça le proclamó el "puto amo" de la batalla dialéctica, sacó a pasear a "la central lechera" y le invitó a demostrar su superioridad sobre el césped.
Pero Mourinho no logró y, antes de dejar definitivamente que Karanka hablara por él, acusó a Guardiola y al Barça de ganar sus títulos gracias a los favores arbitrales. El club azulgrana respondió de inmediato denunciando al técnico del Madrid ante al UEFA. Y el Madrid replicó con una denuncia contra ocho jugadores del Barça por supuesta conducta antideportiva, que no prosperó. Pero la guerra quedó abierta y Rosell la puede apuntalar con una ruptura de relaciones a nivel institucional.
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