Este artículo se publicó hace 17 años.
Quique Sánchez Flores se despide del Valencia con una mezcla de "decepción y alivio"
El Valencia ejecutó al final la orden del público de Mestalla. El insistente "Quique, vete ya" quedó confirmado en la madrugada del lunes. El Valencia busca sustituto.
"He perdido un cargo, recupero una vida”. Los últimos meses en el banquillo del Valencia han amargado la existencia de Quique Sánchez Flores. No vivía feliz. Esa frase lapidaria resume mejor que nada el ambiente viciado y amenazador en el que se ha tenido que desenvolver antes de recoger su taquilla. Estaba ahogado y solo. Con el vestuario en contra y la afición en pie de guerra por el pobre juego del equipo.
Las formas con las que el club le ha mandado al paro confirman que estaba sentenciado: la reunión del consejo se anunció por sorpresa al acabar la rueda de prensa del partido contra el Sevilla y la decisión se difundió a las cuatro de la mañana del lunes. Sin embargo, a las 0.30 horas, Óscar Fernández ya sabía que abandonaría el filial para encargarse del primer equipo.
Quique entró en la Ciudad Deportiva de Paterna a las 10.30 de la mañana al volante de su Mini. En vaqueros y con el gesto torcido, dio los buenos días a la multitud de periodistas expectantes y se reunió con el presidente Juan Soler, que le esperaba en un despacho para comunicarle la decisión.
El trayecto de las oficinas de Paterna a la sala de prensa reflejó la realidad de Quique: mientras un grupo de aficionados le increpaba y le recordaba a Amedeo Carboni, el director deportivo con el que mantuvo una lucha encarnizada, otros le daban gritos de ánimo. “Debiste irte tú y no Carboni. Has destrozado al Valencia con tu cabezonería. Eras un entrenador de Segunda y lo has demostrado”, le reprochó un incondicional de Carboni.
No hubo declaraciones explosivas de Flores en la sala de prensa, pero sí mucho discurso para ser leído entre líneas. “A los jugadores, les he deseado profesionalidad, honestidad, intensidad y ayuda a su nuevo entrenador para que en el futuro puedan rendir a la altura de la historia del club y puedan satisfacer la exigencia de los aficionados”. Todo lo que él considera que no ha tenido en sus últimos días como entrenador del Valencia.
Sensación de soledad
La misma sutileza dialéctica para lanzar ese dardo envenenado la empleó para tirar otro a los consejeros del club: “Estoy agradecido porque me dieron la oportunidad de darle un impulso a mi carrera y les deseo que en el futuro tengan convicciones en sus ideas para ofrecer a la afición un equipo que cumpla con sus exigencias”. Quique se esforzó en transmitir sus últimas sensaciones al frente del Valencia para explicar el infierno en el que se ha consumido: “Por una parte, tengo sensación de decepción, pero, por otra, también de alivio. En ciertos momentos, he sentido algo de soledad”.
El cierre fue una despedida respetuosa hacia la prensa y su regreso a las oficinas la reedición de su lucha en la calle con Carboni. Despachado Quique Flores, entró en escena Juan Soler, que se autolavó la cara. “Estoy aquí para que luego no digan que el presidente no da la cara. La decisión no ha sido tomada a la ligera por el malestar generado por un mal resultado deportivo. Ha sido algo meditado”.
Si la decisión fue sopesada, como dice el mandatario, es que Flores tenía puesta la cruz hace días. La presencia del Madrid mañana en Valencia aceleró decisión. Una derrota con Flores en el banquillo hubiera convertido Mestalla en un volcán contra la presidencia. También lo será si el recambio definitivo no está a la altura. Capello, Lippi, Mourinho y Van Basten son los nombres que suenan con más fuerza.
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