Público
Público

Rafa, el poder de la mente

El mundo del tenis vuelve a impresionarse con un jugador con la mentalidad de Nadal, que no perdona un solo punto. McEnroe se refiere al tenista mallorquín como 'ese loco invencible'

ALFREDO VARONA

A Björn Borg lo llamaban Iceborg, el hombre de los mares helados. Era el tenista más calmado del mundo, seguramente el más inexpresivo. Lo contrario es Nadal. En cada punto transmite una pasión. Se aprueba y desaprueba a sí mismo, se excita y levanta el puño como los viejos generales. Pero más allá de esas dos formas de comportarse hay un fantástico punto de encuentro entre Nadal y el viejo Borg, el de los duelos con Connors o McEnroe. Es la cabeza, el tenis se juega con la cabeza, que es la que dice hasta donde se puede llegar. En ese sentido los dos están marcados por el mismo corte. Son tenistas insaciables, que jamás se dan por vencidos. Nadal, desde la pasión. Borg lo hacía desde el silencio.

Los resultados están de su lado. A los 22 años, Borg ya tenía seis Grand Slam. A esa edad, Nadal tiene cinco y al mundo del tenis no se le ocurre otra manera para explicar el fenómeno Nadal que la de premiar su “magnífica cabeza”. Borg se siente reflejado en él. “Igual que yo, intercambia golpes sin cansarse”. McEnroe se refiere a él como “ese loco invencible”. Sergi Bruguera, que ahora lidera el circuito de veteranos, asegura que “a nivel de tenis he visto jugadores tan buenos como Nadal, pero de cabeza no”. Y Emilio Sánchez Vicario juzga que una mentalidad así obedece a la genética. “Ni siquiera Borg llegaba a tanto”, explica. “El carácter de Rafa en los momentos difíciles es espectacular, es que no hay un solo juego que le dé igual. Lo quiere todo. Si pierde un punto se enfada, parece como si le hubiese pasado algo”.

En realidad, ese era el carácter que defendía Borg en la década de los ochenta. “Yo tampoco sabía lo que era regalar un punto o una bola”. Su gobierno provocó que una leyenda como Nastase protestase en voz alta. “A Borg deberían mandarlo a otro planeta. Nosotros jugamos al tenis. Él juega a otra cosa”. De Nadal se ha dicho algo parecido con menos ingenio. Djokovic, de la nueva generación, también se ha quejado: “Tienes que ganarle el punto mil veces y eso te llega a desesperar. Ante Nadal nunca ves el final. Es un tenista perfecto”.

Emilio no quiere ni pensar lo que hubiera sido enfrentarse a un tenista así. Y eso que él jugó en la década de los noventa frente a gente importante: Lendl, Wilander, McEnroe o Connors. Algunos de ellos eran tenistas de muy mal genio. Pero Emilio sigue sin encontrar paralelismo con Nadal. “Connors, McEnroe..., sí, eran muy ambiciosos. Pero, por ejemplo, McEnroe no tenía la resistencia de Rafa. Se concentraba más en su saque, no iba a por todo”. Algo con lo que Bruguera no está demasiado de acuerdo. “¿McEnroe? Hubo un año en el que sólo perdió dos partidos, yo creo que tampoco concedía una. Pero si nos referimos a Rafa estoy de acuerdo”, prosigue Bruguera. “He visto jugadores como Thomas Muster muy parecidos a él. De cabeza se comían el mundo, no les detenía nada. Pero era lo que decía: Muster no tenía tanto tenis como Nadal. Era inferior”.

El siguiente paso es el día de mañana. A lo lejos hay un registro que llama la atención: los 14 Grand Slam de Sampras, tenista que a los 22 años sólo había ganado tres. Pero ahí no hay referencia. Tampoco lo es que a los 26 años Borg, con un inicio descomunal como el de Nadal, se sintiese saciado y se retirase. “Son casos concretos”, señala Emilio. “En el deporte de élite, la motivación lo es todo, y si te falla ya sabes lo que pasa: la vida te está pidiendo dedicarte a otra cosa. Pero ahora mismo Rafa tiene tanta hambre...”

¿Te ha resultado interesante esta noticia?