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Razones para una decepción

Los ferraristas exigen explicaciones y una cabeza tras la pérdida del título de Alonso por un error de estrategia

ÁNGEL LUIS MÉNENDEZ

Resecas las lágrimas de la enorme decepción, en Ferrari toca analizar en profundidad lo ocurrido en Abu Dabi. Los responsables del equipo reconocen el grueso error estratégico que le costó el título a Alonso. Sin embargo, tanto los millones de aficionados ferraristas en todo el mundo como la prensa italiana exigen explicaciones más profundas y, sobre todo, medidas drásticas. La cabeza más en peligro es la de Chris Dyer, el coordinador de técnicos de Ferrari.

Alonso llegó con ocho puntos de ventaja sobre Webber y 15 sobre Vettel, así que escudería y piloto enfocaron la carrera desde una sola y rácana perspectiva. Apuntaron todos los focos sobre el australiano y despreciaron al alemán pese a que este firmó el sábado su décima pole del año. Alonso, tercero en la parrilla, dejó pasar a Button en la salida y centró todos sus esfuerzos en mantener la cuarta plaza que marcaba el límite del éxito si Vettel ganaba. Obsesionados con defender a ultranza su ventaja, optaron por una configuración del coche muy conservadora: lo recargaron en los alerones para que en las curvas pudiera aproximarse a la excelencia aerodinámica de los Red Bull y, a cambio, sacrificaron velocidad punta, su gran virtud.

Conocida la presencia del coche de seguridad en pista en la primera vuelta, Alonso podría haber entrado a cambiar neumáticos y ya no hubiera necesitado parar más. Como Petrov. Obcecados en el plan inicial, nadie en Ferrari tuvo la habilidad de predecir que la pista mejoraba a cada vuelta, lo que se tradujo en una escasa degradación de las gomas. Es decir, el asfalto permitía seguir con ruedas iniciales mucho tiempo lo hizo Button o hacer la parada obligatoria cuanto antes y tirar hasta el final.

Empeñados en marcar a Webber, Ferrari no leyó las consecuencias de la entrada en boxes del australiano en la vuelta 12. Tuvieron cinco minutos, una eternidad en F1, los que tardaron en llamar a Alonso, para analizar todas las opciones y acabaron eligiendo la más evidente y fácil. La peor.

Lo desveló ayer Adrian Newey, ingeniero jefe de Red Bull: 'Alguersuari nos hizo un favor no dejando pasar a Webber. Si no llega a ser por eso, probablemente Ferrari no hubiese decidido hacer entrar a Alonso'. En efecto, el australiano volvió a la pista por detrás del Toro Rosso del catalán y se pasó dos vueltas intentando adelantarle. Los segundos que perdió en esta maniobra fueron los que le llevaron al asturiano a cambiar las gomas y regresar justo por delante de Webber, que acababa de pasar a Alguersuari. Lo que en ese instante se celebró como una hazaña acabó siendo la perdición de Alonso.

En Ferrari nadie sabía al menos, nadie lo dijo que, además de la consabida velocidad punta de Renault durante todo el año, tanto Kubica como Petrov eran los dos únicos de la parrilla que estrenaban motor, su octavo del curso. De ahí la facilidad con la que el ruso contuvo los tímidos ataques de un Ferrari impulsado por un trabajado motor con dos carreras anteriores a cuestas.

Chris Dyer, máximo responsable de estrategia de Ferrari, sale muy tocado. Accedió al cargo en marzo de 2009 con la expresa misión de zanjar bochornos como el de Singapur 2008, cuando Massa arrancó la manguera de la gasolina al salir antes de tiempo de un pit stop. El ingeniero ha puesto orden, pero le falta carácter y chispa. Por ejemplo, en Malasia los dos bólidos rojos quedaron eliminados en la Q1 del sábado porque esperaban que dejase de llover y acabó diluviando. Dyer ha sido incapaz de honrar el legado de dos genios como Ross Brawn y Jean Todt. El influyente entorno ferrarista suspira por un estratega que se la juegue desde el muro y acierte.

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