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El Real fue el de Irún

El modesto Real Unión da un repaso al Real Madrid en el Santiago Bernabéu y lo elimina de la Copa del Rey (4-3). El conjunto de Segunda B humilla a un once de Schuster plagado de titulares e internacionales

LADISLAO JAVIER MOÑINO

El tópico sería hablar de la diferencia de presupuestos, de la cantidad de internacionales que tiene el Real Madrid, de sus vitrinas atestadas de Copas de Europa.

La realidad es más dura todavía que la comparativa clásica. Y la sacó a relucir un equipo de Segunda B, que le ha eliminado de la Copa. Y no ha sido un conjunto ramplón, metido atrás, jugando a no encajar un cerro de goles. Todo lo contrario, a este equipo que no es equipo ni nada que se le parezca, lo ha humillado el Real Unión en Irún y en el Bernabéu.

Al Madrid se le reveló de nuevo que tiene futbolistas que ya no están a la altura del club. Cannavaro a la cabeza. Si le rompe con un simple cambio de ritmo un semiprofesional de Segunda B, ¿qué le sucederá cuando tenga que parar a Etoo, a Drogba o a Ibrahimovic?

Metzelder es otro caso perdido. Tan alto como lento y sin autoridad alguna para marcar la raya. Dos supuestas referencias del fútbol europeo en sus posiciones puestas en evidencia por una ley primaria del fútbol; si eres inferior al que lleva el balón, te retratan. Abasolo fue su martillo desde el primer momento.

A los 13 minutos el Real Unión ya había exigido un par de veces a Dudek. A los 14, Seguro reafirmó que entre el delantero centro y el portero del Madrid no hay nada consistente ni que se le asemeje. Seguro corrió la banda de Marcelo sin que éste apareciera ni por delante ni por detrás. Más ridículo fue lo que ocurrió tras su centro. Ni Metzelder, ni Cannavaro acertaron a despejar el balón. Menos aún a impedir el remate de Abasolo.

Los pitos acompañaron al juego durante la mayor parte del encuentro. El personal no aguanta más. Está harto del desgobierno que presencia día tras día. Es severo con su equipo, pero enarbola la bandera de su gusto por el buen fútbol con los contrarios. Al Real Unión lo despidió con aplausos. En dos semanas, el coliseo blanco ha encumbrado a un veterano como Del Piero y a un equipo de Segunda B.

Esta vez, además, los de Schuster se llevaron su propia medicina. Los errores de Edouard, el instinto castigador de Raúl y una rosca a la escuadra de Bueno le metían en la siguiente fase. Sin embargo, la defensa siguió empeñada en demostrar que ahora mismo es una línea rota. Todos defienden mal, a su aire, sin contundencia alguna. En dos partidos ha encajado seis goles ante dos conjuntos menores. Dudek tampoco estuvo muy afortunado. Se le vio lento de piernas en los goles que encajó.

El desastre del Madrid es tal que un equipo de Segunda B, con colocarse bien, es capaz de cerrarle todos los circuitos, si es que tiene alguno. Hay otro detalle revelador. En los saques de Edouard, el Real Unión colocaba cuatro jugadores en la frontal del área de Dudek. Todas las segundas fueron suyas. Y el balón también, que es lo más deshonroso. Al Madrid ya le quita el balón cualquiera. No le respetan. A partir de ayer menos todavía. Le acorrala cualquier equipo que pisa el Bernabéu. No tiene autoridad alguna sobre el juego. El centro del campo es un puñado de brochazos individualistas. Sneijder, al final, está resultando un problema. Schuster rompió una regla con él: ha sido al único jugador al que ha reconocido públicamente su titularidad indiscutible. Lo ha encajado con calzador y ha roto lo que funcionaba al inicio del campeonato.

Otro caso preocupante es el de Saviola, que no aporta nada, ni parece que tenga ganas de hacerlo. En diez minutos Bueno enseñó más cosas que él en año y medio. Ni se va por velocidad, ni ratonea, ni caza rechaces. O sea no es Saviola. O sea, no está para ser ni suplente del Madrid ni para bolos de verano. Sí parece que los del Real Unión dan la talla. Los que bailaron al Madrid no fueron los de Irún, sino sus reservas...

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