Este artículo se publicó hace 14 años.
La regata del dispendio
Copa del América. Alinghi y Oracle gastan 300 millones de euros para tres días de regatas en Valencia
En 879 días, la Copa del América ha perdido todo ese espíritu que regía caballerosidad en tierra y disputa en el mar. Así fue durante 157 años. Más de siglo y medio en el que su reglamento fundacional, el Deed of Gift, se veneró entre militares, primero; navegantes, después, y regatistas, por último, con la aparición del profesionalismo. Una ley máxima que forjó mitos DennisConner, Sir Peter Blake o Russell Coutts, en torno a una jarra de plata de cien guineas que sólo se ha puesto en disputa en cuatro países: Inglaterra, Estados Unidos, Nueva Zelanda y España.
En Valencia, 879 días después de que el Alinghi escenificase el triunfo del exceso delante de La Malvarrosa, la hipérbole de egos de Larry Ellison la cuarta fortuna mayor del mundo y Ernesto Bertarelli 52 en la lista Forbes, un puesto por debajo de Abramovich han deshumanizado la competición. Donde antes había acuerdos para competir, ahora sólo existen demandas judiciales. De hecho, tras más de dos años de pleitos en la Corte de Nueva York, que arrojan una minuta de 12 millones de euros en abogados, Alin-ghi y BMW-Oracle han explorado los límites tecnológicos en busca de una victoria que llevará el tinglado de glamour, moët chandon y ostentosos yates lejos de Valencia.
Eso sucederá después de dos días de match-race tres, sin ningún equipo vence 2-0 en los que el trimarán americano y el catamarán suizo sintetizan todo el personalismo de sus multimillonarios mecenas. Alrededor de 300 millones de euros 150 por equipo se ponen a prueba entre la enemistad enfermiza de Bertarelli y Ellison y unas reglas de juego que han escenificado la última bronca.
Los suizos auspician una intensidad máxima de viento de 15 nudos. "Por encima, la vida corre peligro", asegura Bertarelli, que hoy conducirá la caña del Insecto. Los americanos, cuya experimental vela Dogzilla maximiza fuerzas por encima de esa intensidad, prefieren, por contra, unas condiciones de viento y ola más duras.
La palabrería queda hoy acallada por el gemido de los multicascos con el trimado de sus velas. Entonces, la Jarra de las cien guineas preparará su última singladura. La que terminará en San Francisco o Emiratos Árabes.
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