Este artículo se publicó hace 16 años.
Serena contra Venus, la final más hermanada
Cinco años después las hermanas Williams vuelven a medirse en la final de Wimbledon
Las hermanas Williams siempre vuelven. Desde hace años se debate acerca de su fidelidad hacia el tenis. Pero ahí estarán este mediodía, en la hierba de All England, negociando la victoria en Wimbledon (15:30 horas). Para Venus sería la sexta en este territorio. Para Serena, la tercera. Hay voces malintencionadas como Elena Dementieva, la víctima de Venus en semifinales, que no cree que haya partido. Seguro que la ganadora será una decisión familiar, justifica.
Los tiros apuntan hacia Richard, el padre. Su influencia en las niñas y su pragmática ideología es de sobra conocida. Pero él se desmarca. Si sus hijas se pelean entre ellas, ¿podrían mirarlas?. Él no. Ni siquiera escuchará el transistor ni el ruido de fondo. Prefiere liberarse y escapar. Estaré a 36.000 pies de altura, volando hacia Estados Unidos. Así que se aparta de ese sospechoso pacto que Venus califica como una falta de respeto.
Habrá que creer entonces en el partido entre dos tenistas únicas, llenas de contrastes. A las dos se les ha dado por acabadas y ellas mismas han dudado de su motivación. Serena ya no es la que fue en 2002 cuando aguantó como número uno 57 semanas seguidas. Pero sus saques todavía se acercan a los 200 km/h. Y si no le atacan las lesiones nadie tiene tanta fe como ella. Cuando estoy bien soy invencible, promete.
Serena es el grito escandaloso, la imagen salvaje. Venus no es tan teatral en la pista. Pero es tan competitiva como su hermana. Desde que en 2005 arrasó a Sharapova en Wimbledon se sabe que con ella no hay nada imposible. En realidad, esta chica está hecha de otra pasta. A los 8 años ya se veía. Entonces fue capaz de correr una milla en 5.29. Juzguen ustedes.
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