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El Sevilla echa de menos a sus arietes

El Athletic aguanta el vendaval local y arranca un empate (0-0)

ALBERO CABELLO

De repente, al Sevilla le falta gol. Justo hace una vuelta le sobraba. Por entonces, apabulló al Athletic en San Mamés con una eficacia asombrosa ante la puerta. Anoche calcó el dominio, pero se encontró con una incapacidad manifiesta para marcar. Es la montaña rusa por la que viaja el equipo de Jiménez esta temporada. Hay poco territorio llano. El trayecto o se empina o se convierte en una plácida bajada.

Se limitó a un punto, aunque mereció los tres, pero pudo quedarse sin ninguno. Sea cual sea el camino por el que transite siempre aparece el mismo nombre: Palop. Fueron sólo dos frases las que pudieron meter los hombres de Caparrós en todo el partido. Acabaron en nada por la soberbia respuesta del valenciano. El puesto menos trascendente de una convocatoria para el Mundial va a ser el que más le va a hacer pensar a Del Bosque. El sevillista se empeña en dejar el agua correr en el debate sobre los acompañantes de Casillas y Reina.

La sensación es buena. Con todas los cromos a su disposición, los andaluces ya tienen caballería de sobra para aguantar el ritmo. El empujón metió a los rojiblancos muy cerca de Iraizoz desde el saque de centro. Navas y Perotti llevaron el partido a su sitio, al ritmo frenético, al no parar. El bombardeo indiscriminado a la portería vasca tuvo el parapeto de las manos de Iraizoz. A Acosta, novedad en el once, le faltaron horas de entrenamiento para mantener la ventaja en una carrera hasta la puerta.

Nada se concretó. Faltó el último toque, la aparición decisiva de uno de los arietes. Sin Negredo ni Luis Fabiano, Kanouté era ayer el elegido. Sin embargo, el partido de ayer confirmó las sospechas sobre su estado de forma. Casi una herejía, pero está confirmado que transita por su primer bajón desde que viste la camiseta blanca de Nervión. Esta nueva versión del africano ha degenerado en un futbolista con mucha menos participación dentro del juego. La paradoja es que este Kanouté pisa más el área. Se ha refugiado allí en busca de un remate o un control de esos circenses que le conecte. Ahora no merodea por la mediapunta para hacer más cómoda la vida de todo aquel que le rodea.

Los hombres de Caparrós estuvieron hasta la media hora sin rascar bola. El chaval De Marcos fue el más caradura. Javi Martínez tuvo el gol en una mala maniobra de Dragutinovic. Se plantó ante Palop pero no encontró puerta. En la segunda parte llegó el momento del portero local con una mano genial al zapatazo de Iturraspe.

El Sevilla seguía con la misma hechura sin encontrar el remate definitivo. El Athletic abandonó cualquier idea relacionada con el balón. Lo grave es que la intención siguió siendo la misma cuando Romaric se autoexpulsó en el inicio de la segunda parte con una jugada innecesaria. Después de esto, la afición del Pizjuán ya ha agotado su paciencia con el mediocentro.

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