Este artículo se publicó hace 13 años.
Susaeta y el viento
El Athletic, con un gol de fortuna, sella el primer puesto del grupo
Como dicta el manual, Susaeta, dentro del área rival y caído a la izquierda, esperó el centro que, proveniente del costado contrario, sirvió De Marcos. Según los cánones más escrupulosos, el centrocampista colocó la cabeza y amortiguó la pelota para dirigirla con precisión al corazón del ataque, donde esperaban de cara Toquero y Herrera. Nunca les llegó. Una ráfaga juguetona en una noche ventosa acarició el balón, torció su ruta y, mansamente, acabó por mecerlo en la red del Slovan, acunado junto al poste izquierdo de la portería eslovaca. El gol número 150 del Athletic en Europa rubricó la victoria y la primera plaza del grupo F de la Liga Europa.
Estrujados por la mano nerviosa y exigente de Bielsa, el Athletic ya no sabe vivir relajado. Habituado a centrifugar cada minuto de partido, si baja las revoluciones y gira más despacio, se tambalea. Le sucedió cuando, al saque de una falta en contra, los rojiblancos se aturullaron a la hora de conformar la barrera. Halenar atisbó el agujero, pateó con toda su alma y el balón se estrelló en el larguero con tal brutalidad que a punto estuvo de arrancar la portería del césped.
Tras el descanso, Bielsa dio un par de vueltas de tornillo a la alineación
Apenas cinco minutos después, en plena relajación vizcaína, Sebo cabalgó en solitario hacia el área del Athletic, Iraizoz dudó en la salida y el delantero eslovaco solo tuvo que sortearlo para empatar. Premio a la fe visitante y castigo a la inconstancia local, jugó a ráfagas. Creó un gol tempranero con el inconfundible sello colectivo que tanto obsesiona a Bielsa y luego, fiado a la debilidad del conjunto de Bratislava, alternó escenas reconocibles con pasajes de peligrosa displicencia.
Poco o nada feliz, Bielsa dio un par de vueltas de tornillo a la alineación con otros tantos cambios en el descanso. Tiró de estilo, Iraola, e inyectó el nervio de Toquero. Con viento a favor, el Athletic extendió las alas e, impulsado por el fuerte aire a favor del que gozó durante la segunda parte, acorraló al Slovan.
Iturraspe se reubicó en el centro del campo, Toquero asustó a los defensas con un par de presiones feroces y los vascos se reactivaron hasta recuperar esa tensión que les hace temibles. Faltó un último pase, la ceremonia definitiva de la precisión para completar las jugadas, pero nadie dudaba de la segura llegada del gol de la victoria.
El Athletic dominó con claridad, pero faltó un último paso de precisión
Culebreó Muniain, lo intentó Ander Herrera a balón parado e, impulsados por las ráfagas de vendaval, se incorporaron Iñigo Pérez e Iturraspe desde la segunda línea. Pero ni aparecía el 2-1 ni, la verdad, se generaban ocasiones escandalosas. Dominio absoluto, movimientos constantes entre el desconcierto eslovaco, pero poca claridad en los aledaños del área. Hasta que, en un merecido capricho del destino, De Marcos, Susaeta y el dios Eolo coincidieron para impulsar al Athletic.
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