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Terol se resguarda del chaparrón

125CC. El líder del Mundial acaba octavo y Viñales, por el suelo

A. CABELLO

Esta vez los pilotos de la categoría de 125 fueron los que cerraron la caravana. Suelen ser los que montan el tenderete, pero este domingo se ocuparon del coche escoba y de recoger los bártulos. Al contrario de lo que suele suceder en la mayor parte del calendario, la carrera de la escuela de genios fue la última del programa en el Gran Premio de Gran Bretaña. Así que los jóvenes prodigios tuvieron datos suficientes para comprobar que no era día de heroicidades. La experiencia de los mayores había demostrado que el circuito estaba en unas condiciones muy peligrosas, así que había que dejar los riesgos para otra ocasión. Después de contemplar como Lorenzo, Simoncelli o Ben Spies acababan por los suelos, las escuderías dibujaron con claridad el plan para 20 vueltas en medio de la lluvia, el frío y el viento.

Esta fue la lectura que se hizo en el equipo de Jorge Martínez Aspar antes de la salida. El hueco de puntos de Nico Terol permitía una carrera sin meter gas a fondo y conseguir una pequeña renta de puntos, por muy pequeña que fuera. El piloto valenciano salió a la pista sin prisa. Rodó una vuelta en cabeza para comprobar en sus carnes cómo estaba el asfalto y cedió turno a los que nada tenían que perder. Una frenada brusca o un inoportuno charco podían provocar el resbalón, y lo que resultaba más grave: una posible lesión en un tramo del curso con muy pocos fines de semana libres. Pero Terol está metido en otra lucha, la de conseguir el campeonato del mundo antes de que 125 pase a la historia la temporada que viene.

La misma estrategia empleó Maverick Viñales. A pesar de su extrema juventud, su equipo intenta tenerlo bastante amarrado para que no se obceque ni cometa excesos. Así que salió desde la pole, pero pronto se vio que también prefería el modo conversador a la espera de que la carrera se definiese.

Jonas Folger y Johann Zarco dejaron el chubasquero en el box y se fueron a por la victoria. Nada tenían que perder. En el caso de Zarco, su apetito estaba justificado. Una sanción le había arrebatado la victoria en Montmeló después de una maniobra ilegal con Terol en la última vuelta. Sí que pudo subir al cajón, pero no a lo más alto puesto, que Folger le ganó el duelo en la última vuelta.

El contestatario Viñales se cansó de ese rodar aburrido y le metió algo más de acelerador a su marcha. Tanto que solo en una vuelta le recortó más de dos segundos a la pareja de cabeza. Cuando ya oteaba el segundo puesto, llegó la caída. Pecado de juventud.

Uno de los más veteranos de la categoría, Héctor Faubel, arañó, con un tercer puesto, el único podio español en el invernal domingo de Silverstone. Terol entró con toda la tranquilidad del mundo en la octava posición y continúa su suma de cara a alcanzar el objetivo.

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