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A toques y cañonazos

Gago y Cristiano lideran el repaso del Madrid al Getafe en el que Higuaín también brilla con goles

LADISLAO J . MOÑINO


A toques y a cañonazos; tac y pum. Elaboración y contundencia. Con seda y dos martillos pilones el Madrid desfiguró al Getafe en menos de media hora. Cada elemento de la fórmula no siempre ha estado presente en el juego del Madrid. Pellegrini ha tratado de implantar el fútbol de toque fluido durante toda la temporada. No le ha aparecido todo lo que hubiera deseado. Ayer sí. Y lo encabezó Gago, que estaba a punto de perderse en la mediocridad. La baja de Lass le concedió esa revancha que el fútbol siempre ofrece.

Gago estaba ante su última oportunidad de dignificarse, de enseñar que aún le conserva el alma del cinco argentino con el que llegó al Madrid. Agarrado a su yo futbolístico y con Xabi Alonso como socio desactivó con el quite a Parejo y Casquero. El Getafe nació y murió en Boateng. No hubo más partido que el que quiso jugar Gago y Cristiano e Higuaín se empeñaron en matar rápido. Casillas con una mala salida en el 1-4 y la distensión final de su defensa en el 2-4 maquillaron el partido para el Getafe, que nunca estuvo.

Comparado con Lass, el medio argentino gana: no estorba a Alonso

El repaso dejó muy mal a Pedro León y a Parejo, de los que se esperaba que enseñara sus poderes de futuro. Se quedaron en simples posturitas en los pocos balones que agarraron.

En la comparación con Lass, Gago, en forma, sale ganador. Su despliegue físico para robar no es tan ruidoso, pero cada uno de sus movimientos está pensado para cerrar líneas de pase. Y luego están el balón y el toque, que no mienten nunca. El de Gago es más sibilino y natural. Él, como Xabi Alonso, al que no estorba como Lass, puede convertir un robo en un pase de gol o iniciar una contra. El tercer gol del Madrid lo confirmó: un robo, una triangulación para salir y un pase al espacio para Higuaín. Con Lass todo es más pastoso y forzado.

El otro elemento de la combinación con la que el Madrid reventó al Getafe fue el habitual, la pegada. Cristiano e Higuaín. Ninguno es un nueve puro, pero han trabajado el remate para que se les caigan los goles de los bolsillos. Cristiano recogió todos los guantes que se le han tirado esta semana: el de liderar el mano a mano con el Barça y el de contestar al reinado de Messi. A este le respondió con dos goles con su molde. El primero, una rosca potente a la escuadra en una falta.

CR9 ha recogido todos los guantes que le han tirado esta semana

El segundo tuvo mucho de Puskas. Después de dejar a Mario aparcándole las bicicletas con las que le clavó se sacó un derechazo seco, casi sin ángulo del que Ustari sólo se enteró por el zumbido. A Cristiano ya sólo le queda la Liga y mirarle a la cara Messi. Suficiente para mantenerle encendido, para mirar hacia adelante y no lamentarse en los fracasos. Y así es un cañón. Para pegarle al balón y para lanzar a un equipo que ha vuelto a encontrar otro centro del campo brillante sin Lass. Para tanta pegada no hay nada como alimentarla con más fútbol. Con Gago o Guti. No con Lass.

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