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Vancouver, otra ocasión perdida

Los Juegos muestran el eterno agujero español en la nieve

MIGUEL ALBA

Nunca una declaración de intenciones fue tan delatadora. 'Voy a disfrutar de los Juegos'. El argumento suena anacrónico en el deporte español que concatena nombres y éxitos en los últimos años. Sin embargo, el mismo lema puesto en boca de la mayoría de integrantes del equipo español, que compiten desde hoy en Vancouver, desvela el premio a una vocación.

'Cuando digo que soy biatleta, la gente no sabe ni lo que es', explica Victoria Padial. Su nombre es tan invisible como las posibilidades de Ander Mirambell, el visionario del skeleton. Él, mejor que ningún otro, representa la aventura que supone para un español participar en unos Juegos Olímpicos de invierno. Su evolución, desde los rudimentarios rayadores de queso, para acondicionar la suela de sus zapatillas en la carrera de salida, hasta el trineo de última generación, escenifica el submundo en el que deambulan los deportes de hielo y nieve en España.

Un agujero negro que genera una tesis diferente en cada actor. Para los deportistas, el principal déficit se aglutina en el sumatorio de falta de infraestructuras (la Federación de hielo no tiene centro de tecnificación a pesar de que Jaime Lissavetzky anunció su creación y ubicación en Jaca, tras la cita de Turín en 2006) y autogestión en las competiciones (falta de skimen y preparadores). Las federaciones, por contra, aluden a la escasez de medios económicos frente a las ayudas que se reciben en otros países y al carácter social del esquí en España (dos millones de practicantes, tan sólo un 25% menos que en Austria), alejado del mundo de la competición.

Un caldo de cultivo que genera una ausencia total de referentes en las pistas. De hecho, en el esquí alpino, una de las disciplinas reinas de los Juegos, ninguno de los cinco representantes logró la clasificación directa por puntos. Así, la entrada de María José Rienda se produjo de forma atropellada, tras un azaroso proceso de selección marcado por la falta de comunicación, las amenazas judiciales y una zancadilla al futuro. 'Soy como una marioneta que va sin rumbo', asegura Leyre Morlans, una de las mayores promesas del esquí, desencantada por el trato recibido por parte de la Federación de Eduardo Roldán.

Ante la adversidad, Queralt Castellet (plata en el mundial junior) y Jordi Font (diploma en Turín) buscan un hueco entre la épica de los tubos del halpipe de Cypress Mountain, una de las subsedes más alimentadas por la nieve transportada en camiones hasta Vancouver, la tierra que reitera la eterna ocasión perdida.

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