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El vecino de arriba

Los goles de Maxi y Kun permiten al Atlético situarse por encima del Madrid en la tabla

LADISLAO JAVIER MOÑINO

El Madrid por debajo, hundido tras la derrota en el Camp Nou. La semana es histórica para el Atlético, cuyo hincha anónimo podrá remitir a ese madridista que le atormentaba todos los lunes desde que el club bajó a los infiernos. Puede que sean sólo siete días, sin embargo, la hinchada rojiblanca tenía ganas de mirar hacia abajo y atisbarle la coronilla al Madrid, que ahora no le brilla. No es este un mérito que tenga hueco en las vitrinas, pero el fútbol también se alimenta del vacile entre hinchas. Los del Atlético llevaban tiempo esperando esto con la temporada tan avanzada.

También el equipo palpó la oportunidad que le brindaba el vecino, que ahora es el de abajo. Así que en esas conversaciones futboleras de lunes, de cafeterías, mercados, bares y oficinas el que castigará con ruidos molestos esta vez será el aficionado rojiblanco. Esta vez no dejaron los jugadores de Aguirre a su público con el pecho desinflado, como tantas otras veces. Le puso la sexta velocidad al partido desde el primer momento. A esa velocidad de vértigo, es como mejor se maneja el Atlético de Aguirre. Le va más el fútbol temerario, que los partidos tácticos y trabados. Ahí sufre mucho, porque tiene más conductores de balón que futbolistas de un solo toque.

El que mejor descifró el partido a toda velocidad fue Agüero. Intuyó que en las características ofensivas de Nelson y Vega se descubrirían unos cuantos agujeros. Acertó el Kun, que bailó a ambos. Al primero a Vega, al que convirtió en una peonza con una secuencia de recortes. Aún tuvo tiempo para levantar la cabeza dentro del área y esperar la llegada explosiva de Maxi, que probó a Casto. Al poco fue Nelson el maltratado por la cintura.

Estuvo el Kun más dedicado a generar goles para sus compañeros que para él. Aunque al final rescató su versión de delantero témpano cuando le ve la cara a los porteros en solitario. Como casi siempre, antes de ejecutar, se cercioró de la situación de Casto. Le engañó con el interior del pie y le puso el balón a media altura y por su palo. El gol apagó al Betis, que había inquietado bastante con una ocasión de Juanma y otra de Sergio García que sacó Leo Franco.

Mucho antes de esas angustias, había sido Maxi el que abrió el marcador en una secuencia que adoran los entrenadores de la modernidad. Un robo y un pase al hueco. Fue Maniche el que le puso un globo por encima de los centrales de Juanito y Arzu. Se coló entre ellos Maxi, quizás en fuera de juego, y sacó un derechazo desde la frontal. Ahí preparó el Atlético su semana grande. Podrá zapatear la moral del vecino de abajo.

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