Este artículo se publicó hace 13 años.
La ventana de Granero
El canterano puja por ser el escudero de Alonso
"Me siento más maduro". Casi 50 partidos después de que el Madrid lo repescara del Getafe, Granero ha vuelto a enseñar las condiciones que provocaron su retorno desde el Getafe: dinamismo, buen pase largo, llegada, disparo lejano y un criterio más que aceptable para el juego corto.
En los últimos años, ningún canterano del Madrid ha tenido tantos partidos como Granero para demostrar que tenía un sitio en el primer equipo. Salvo en los primeros compases de la pasada campaña, Granero no había sido el futbolista que esperaban el Madrid y el madridismo. Se agarrotó a partir del primer tercio del curso pasado y en el inicio de este parecía seguir en esa misma espiral que le anulaba. En el club había cierto desconcierto con su rendimiento porque se le consideraba un futbolista "con la cabeza lo suficientemente bien amueblada" como para soportar el peso de la camiseta.
"Antes de recibir se obsesionaba con no perder el balón", dicen en el club
El diagnóstico futbolístico que se hacía desde los despachos apuntaba a su velocidad de reacción y a la interpretación del juego. "Debe pensar más rápido. Tiene demasiada prisa por deshacerse del balón. Está obsesionado con no perderlo. Antes de recibir ya está protegiéndose con los brazos, metiendo el culo y mirando hacia todos los lados para que no le quiten la pelota y muchas veces hace esto sin que nadie le incordie. ", argumentaban en el club.
Las últimas actuaciones de Granero, sobre todo la del 8-0 copero al Levante, han abierto una ventana más al debate del acompañante de Xabi Alonso. El Bernabéu frunció el ceño, pero toleró que, después del 5-0 del Camp Nou, Mourinho dejara a Benzema en el banquillo y diera entrada a Lass en el centro del campo para formar un trivote junto a Khedira y Alonso. El argumento fue aceptado como medida preventiva para evitar un derrumbe anímico del equipo si encajaba un gol tempranero en aquel partido tan delicado.
Lo que no vio tan claro ya el madridismo fue la pobreza del juego que desprendió el centro del campo que Mourinho compuso para recibir al Sevilla en el Bernabéu: Lass y Khedira. Aquel día, cuando entró al campo, fue Granero el que inyectó fútbol al equipo cuando el empate parecía irreversible. Las buenas sensaciones que dejó las confirmó ante el Levante. Fueron 90 minutos en los que se vio al Granero más suelto y convencido que se recuerda. Un centrocampista que regresó al Bernabéu con el respeto de haber pesado en muchos partidos con el Getafe. Pero ese colchón se le estaba agotando.
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