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Vettel engrandece la F1

El alemán desbanca a Alonso, segundo en Suzuka, como bicampeón del mundo más joven de la historia

ÁNGEL LUIS MENÉNDEZ

Quienes desprecian a Vettel desprecian la esencia de la F1. Ningunear al alemán que desde ayer es el bicampeón del mundo más joven de la historia (24 años, tres meses y seis días) es empequeñecer un título justo y brillante, rubricado con una carrera espectacular y un podio grandioso. Button, Alonso y el propio Vettel, en ese orden, rodaron sobre el asfalto y en el cajón de Suzuka la película fiel de un campeonato marcado por la superioridad de Red Bull y la madurez de cada uno de esos tres pilotos.

Ningún escenario mejor que el G. P. de Japón, un clásico, para escenificar la traca final. El calendario dicta aún cuatro carreras más, pero la temporada 2011 quedó ayer resumida durante 53 inolvidables vueltas. La grandeza de la F1 reside en su alma contradictoria y enrevesada. Instalado en la pole, a Vettel le bastaba con un paseo sin riesgo para entrar entre los diez primeros y revalidar su título. No lo hizo. En la salida se jugó una sanción cuando volanteó de mala manera hacia la derecha para bloquear a Button, segundo en parrilla, hasta obligar al McLaren a tirarse a la derecha y pisar la hierba para evitar la colisión.

A Vettel le bastaba con sumar un punto, pero salió a ganar y acabó tercero

Con su ronroneo feroz y circulando, como siempre, sobre raíles, el Red Bull salió disparado hacia el triunfo. Por detrás, Hamilton, tercero en la salida, aprovechó la dura maniobra de Vettel para rebasar a Button y buscar desesperadamente la huella del líder. Fue su perdición. La agresividad de Lewis al volante y el abrasivo asfalto nipón se juntaron para morder los neumáticos en apenas nueve giros. Entró antes que nadie a cambiar ruedas y ahí ya supo que no iba a ser su día.

La parada de Hamilton colocó a Alonso en tercera posición. Tres vueltas antes, el español, quinto en parrilla, adelantó a su compañero Massa y aceleró en busca del podio. En cuanto Hamilton despejó el camino, quedó claro que el triunfo era cosa de los tres hombres que han sobresalido por encima del resto todo el año. Todo dependía de la capacidad de Vettel, Button y Alonso para mimar las gomas y de la inteligencia de Red Bull, McLaren y Ferrari en la estrategia.

Los tres hombres, sus respectivas máquinas y el poderoso trío de escuderías brindaron a los aficionados un recital de conducción, fiabilidad y táctica en la que, por una vez, no hubo perdedores. Cada uno alcanzó lo máximo. Si acaso, queda por ver la capacidad de Vettel para haber acosado hasta el final a Alonso. Lo hizo durante 12 vueltas (de la 34 a la 46) y no fue capaz de vencer la brava resistencia del Ferrari, así que, conscientes de que no tenía sentido jugarse el título por subir un peldaño en el podio, se lo tomó con calma.

Button y Alonso dieron un nuevo recital de pilotaje fino y rápido a la vez

Lo mismo hizo Button por razones bien diferentes. En cabeza desde la vuelta 40, su triunfo pareció amenazado por Alonso en los últimos cinco giros, pero fue un espejismo. El británico, con el depósito de gasolina en reserva, jugó con la configuración de ahorro de combustible, se alejó cuando el español se le echaba encima y, apenas cruzó la meta, aparcó su McLaren, seco, a la entrada del pitlane. Jenson y Fernando exhibieron su proverbial capacidad para rodar a ritmo altísimo con la finura suficiente como para conservar los neumáticos. Con pasmosa elegancia y seguridad.

No se puede decir lo mismo de Massa y Hamilton, dos que vuelcan sus recientes frustraciones en una batalla áspera entre ambos que anima el cotarro a costa de poner en peligro sus respectivas carreras. Ayer volvieron a desafiarse en varios piques de polígono hasta tocarse y provocar la salida del coche de seguridad cuando un trozo de alerón delantero del Ferrari saltó por los aires y quedó varado en medio de la pista. Las prueba se apretó, pero nada cambió. Ganó Button y triunfó Vettel.

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