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Villa levanta a La Roja

Dos tantos del asturiano, el primero maravilloso, dan la victoria a La Roja. La selección juega con más prisa, profundidad y ansias de gol que en su estreno ante Suiza

JOSÉ MIGUÉLEZ

No se le vio en el primer partido, ante Suiza. Pareció aislado, muy solo en el frente de ataque, pero también fundido, como agotado de toda la temporada. Pero ayer volvió. Desde una posición extraña, más de extremo izquierdo que de delantero, Villa destrozó a Honduras. Se sirvió del trabajo de Torres para no sentirse presa fácil y se las ingenió para, muchas veces de forma individual, arreglarle la vida a España. Dejó dos goles (uno posiblemente el mejor de lo que va de Mundial), un tiro al larguero, tres remates más llenos de veneno y un catálogo de regates, asociaciones y desmarques. Sólo se manchó con el fallo de un penalti. Pero fue otra vez Villa, el gol de España.

La selección también fue otra con respecto a su estreno en Durban. En el fondo jugó a otra cosa. A un fútbol menos de Xavi que de Xabi, incluso de Piqué. No fue la del toque, mucho menos la del rondo para nada que recibió a Suiza. Esta vez jugó con prisa, a encontrar área y gol enseguida. A buscar los costados con cambios largos de balón y a idear una salida rápida desde allí. La mejor la dio Villa, que se inventó desde allí la jugada prodigiosa que destruyó a Honduras. Un golazo que serenó a España y cerró el partido. Descorchado el marcador, la selección se aplicó ya más plácidamente a construirse una goleada.

La necesitaba realmente. Al menos un gol más, el imprescindible para depender seguro de sí mismo para meterse en octavos. Le basta con ganar a Chile para pasar. Otra cosa es que eso sea empresa fácil. Pero a la cita decisiva, España llegará de nuevo con el ánimo renovado y la autoestima devuelta. España volvió a gustarse. Aunque el gol y su producción de ocasiones tampoco se pusieron esta vez de acuerdo.

Al parecer, Del Bosque no tenía nada que cambiar con respecto a Suiza. Dijo que no había motivos. Veía más razones para insistir que para retocar. Pero al final cambió. Hizo más caso al ruido de los alrededores que a su propio discurso. Reformó la alineación. Le dio más mordiente en ataque, o sea a Torres, y mandó a Villa a un costado. Y más profundidad y desborde, o sea Navas al extremo en vez de Silva. Y eso sí, Busquets en su sitio, de volante de contención, como sostén táctico del equipo, una ligera concesión de Del Bosque al aquí mando yo.

Pero España modificó también su forma de jugar, especialmente hasta el primer gol. Fueron 20 minutos donde la prisa derrotó a la pausa. No hubo rondo. Los cambios de juego le ganaron minutos al toque en corto. Las bandas se convirtieron en el objetivo, el sitio por donde agujerear. Y no como destino final de una circulación larga, muy al uso de España. Sino enseguida, casi a la primera. Y una vez encontrados los costados, más urgencia, una solución instantánea. Navas, por la derecha, encaró para arrancar siempre un centro. Villa, por la izquierda, buscó más el desborde individual hacia dentro del área.

Ramos y Capdevila, que también se sumaron a la insistencia por las bandas en esa fase de determinación, recurrieron igualmente al bombeo de balones. España se llenó de centros a la olla, no se parecía a sí misma. Pero demostraba una saludables ganas por no complicarse otra vez la vida. Hubo muchos centros al vacío, muertos casi de saque. Pero también otros venenosos, con remate al fondo.

Por el otro costado, Villa buscó salidas más variadas y destrozó con todas ellas a Honduras. Mendoza y Chávez soñarán con él. En cuanto recibía, buscaba el área, cómo hacer daño, llegar a la portería. Se asoció con Torres, le regaló remates, y también tiró por la calle del medio. Con disparos llenos de daño y con maniobras imposibles, como la del primer gol.

Antes, Honduras apenas se animó a dar un susto. No fue tan descaradamente defensiva como Suiza, pero posiblemente tampoco habría sabido. No supo cómo contestar a España en su invasión por los costados. Se hizo un nudo una y otra vez, especialmente ante Villa, su pesadilla. Y en la única ocasión que se fabricó, muy franca y con 0-0, Suazo se dio de bruces con un Casillas esta vez sí rápido. Tras el gol, Honduras se obligó a abrirse, a discutirle a España la posesión y a concederle un paraíso a la contra.

Hasta el descanso, la selección conservó el mando sobre la pelota. Incorporó algo más de toque a su juego creativo, pero siguió buscando petróleo y gol por los costados. Se le veía con hambre, quizás con una herida en el orgullo. Y se vació en la fabricación de oportunidades. Pero quiso casi siempre cantar el gol antes de rematarlo. Le costó mover el marcador, engordarlo. Sólo Villa enseñó la frialdad necesaria en el momento de la verdad.

Especialmente fallón en la definición estuvo Torres, aunque su constante movilidad fue una bendición para la selección. También mandó a la basura varias oportunidades Sergio Ramos, al que por momentos se le confundió con un delantero centro. Una prueba de las ganas que tenía España por atacar y rehabilitarse. En la segunda parte, La Roja jugó más al contragolpe, sin sufrir y gustándose, pero tampoco supo hacer coincidir los intentos con los goles.

España se sintió otra vez fuerte. Ante un rival con menos complicaciones que Suiza, eso sí. Pero era una final (ya no le quedan más que finales en Suráfrica) y la ganó.

España: Casillas; Ramos (Arbeloa, m. 76), Piqué, Puyol, Capdevila; Xavi (Cesc, m. 65), Busquets, Xabi; Navas, Torres (Mata, m. 70) y Villa.

Honduras: Valladares; Mendoza, Chávez, Figueroa, Izaguirre; Wilson Palacios, Guevara; Turcios (Núñez, m. 62), Martínez, Espinoza (Welcome, m. 46); y Suazo (Jerry Palacios, m. 83).

Goles: 1-0. M. 17. Villa recibe un balón largo de Piqué en la izquierda del ataque, se cuela entre Mendoza y Martínez con un uno-dos, recorta a Chávez y bate a Valladares por la escuadra con una rosca de derecha. 2-0. M. 50. Xavi conduce un contragolpe, abre para Navas, que centra raso hacia atrás a la frontal, desde donde Villa remata. El balón tropieza en Chávez y se envenena.

Árbitro: Nishimura (Japón). Amarilla a Turcios e Izaguirre.

Ellis Park: 54.386 espectadores.Villa (m. 61) mandó fuera un penalti cometido por Izaguirre sobre Navas.

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