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De visita al nuevo santuario

El alemán sufre una rotura fibrilar. El Madrid, obligado a reformular su medular, regresa hoy a su nuevo santuario

G. ARANDA / L. J. MOÑINO

El Madrid regresa a Mestalla, nuevo santuario desde que el miércoles ganó la Copa, obligado a empezar ya a reinventar su equipo de cara a las semifinales de la Champions.

El motivo, la lesión de Khedira, que estará por lo menos una semana de baja por su rotura en el bíceps femoral de la pierna derecha.

Su viaje a Alemania para ser evaluado por un médico de confianza le sirvió para constatar que podría incluso perderse lo que resta de temporada, aunque Mourinho es más optimista. 'Yo diría que decir que se va a perder el resto de temporada es hablar demasiado. Por ahora, lo único que puedo decir es que no estará mañana (por hoy) y que seguramente tampoco el miércoles, porque no creo en los milagros en medicina'.

Toca preguntarse por el cambio de piezas, por la reelaboración del trivote, si es que el técnico sigue utilizándolo: 'Puede entrar Lass y también puede entrar Granero, el otro día entró y lo hizo bien'.

Ocupará hoy el Madrid el vestuario del visitante como hizo en la final de Copa. No vestirá de blanco, ni el aire de su camerino estará cortado por ese guerrero previo al partido del miércoles. El campeón copero retorna al escenario donde cree haber afianzado un punto de inflexión, aunque Mourinho no quiere ni oír hablar de acabar con la hegemonía del Barça. De hecho, ni siquiera cree que la haya. '¿Hegemonía? ¿Qué hegemonía? El Barça no es el campeón de Europa ni del mundo. Es el campeón de España y tiene muchos números de seguir siéndolo. No tiene por qué dejar de ganar títulos. Nosotros no hemos acabado con nada, lo que pasa es que la prensa de Madrid es fantástica matando a gente y emborrachándola cuando hay éxito'.

El técnico, sin embargo, se considera a sí mismo la mesura contra esos extremos: 'Yo soy lo contrario, ni me matan en los momentos malos, cuando soy consciente de mis virtudes, ni me emborrachan en los buenos'. En resumen y de forma tajante, aseveró: 'Yo soy el equilibrio'.

Y, por primera vez (necesitaba un título como estímulo), aseguró que quiere seguir siéndolo en el Madrid: 'Sentir que la gente me quiere, que estaré aquí más de un año, me hace sentir más tranquilo. Es falso que volveré al Inter la próxima temporada. Quiero trabajar con tranquilidad, la que no le gusta a la prensa de Madrid'. Y advirtió: 'Mis equipos son mejores en mi segunda temporada'.

Mourinho no quiere 'ni saber del partido del miércoles', la ida de las semifinales de la Champions ante el Barcelona. Se centra en la Liga (o eso dice) aunque el equipo apenas tiene ya posibilidades. La alineación ante el Valencia dirá si Mourinho ya prepara ese partido. Si concede descansos o prefiere la continuidad.

El frentazo de Cristiano supuso un chute ganador en la psique del grupo, aunque el portugués insistió ayer en que 'la felicidad por la copa ha terminado'. Pero ahora, el vestuario ya tiene una referencia real de que puede derrotar a cualquiera. Ya no sólo hay histrionismo y palabrería ácida y afilada detrás de la figura de su entrenador. Le respalda la conquista de un título logrado ante un rival que parecía inalcanzable.

Todo será distinto en Mestalla para el Madrid, que llega hinchado. Incluido el pasillo que le hará el Valencia, por mucho que ‘el gesto' haya levantado ampollas en una afición valencianista que ha acentuado su rivalidad.

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