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Bruselas presenta una propuesta descafeinada para evitar que los rescates bancarios se paguen con dinero público

La Comisión Europea encalla en la creación de un fondo europeo de garantía de depósitos contra las crisis bancarias.

Bruselas
Banderas de la Unión Europea en su sede de Bruselas. Nicolas Maeterlinck / Europa Press

Proteger los depósitos, generar confianza y evitar el uso de fondos públicos para rescatar a entidades financieras en quiebra. Es el triple objetivo de la nueva medida presentada este martes por la Comisión Europea. La reforma del sistema bancario que ve la luz ha sido precipitada por los últimos movimientos del mercado financiero global: quiebra del estadounidense Silicon Valley Bank, caída del suizo Credit Suisse y susto en el alemán Deustche Bank. Pero es una medida descafeinada en fondo y forma.

La revisión del Crisis Management and Deposit Insurance (CMDI), el instrumento de gestión de crisis y garantía de depósitos, pone el foco minimizar el uso de dinero público en el rescate de bancos pequeños y medianos en quiebra. Para ello, el Ejecutivo comunitario propone flexibilizar el acceso de las entidades a los 80.000 millones de euros del Fondo Único de Resolución (FUR) y ampliar el alcance de los fondos de depósitos nacionales. Pero no da ningún paso adelante hacia la creación de un fondo de garantía de depósitos a nivel europeo ni amplía el margen de cobertura de los 100.000 euros en los nacionales.

"La idea consiste en agilizar y unificar todavía más el marco existente para intervenir ante la caída de una entidad, evitando la propagación del pánico y la consiguiente fuga de depósitos", explica una fuente comunitaria. El eje central de la propuesta es proyectar predictibilidad, certeza y garantías para evitar la fuga de depósitos, ya que lo que ocurrió en EEUU hace poco de más de un mes fue producto de una falta de confianza y un exceso de miedo.

La sensación que dejan las últimas turbulencias en el otro lado del Atlántico en Bruselas es que la red bancaria europea, especialmente entre las entidades más pequeñas, está mucho más supervisada y es mucho más estable que las norteamericanas, que sufrieron un proceso de desregulación durante la etapa Trump. Pero el temor al desencadenamiento de crisis bancarias y de efectos contagio siguen estando ahí. Esta misma semana Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE) advertía de que teníamos por delante un periodo de "larga inestabilidad" y de ralentización del crecimiento.

Con esta tormenta en ciernes de fondo, el Ejecutivo que lidera Ursula von der Leyen ha sacado la artillería para hacer reforzar la estabilidad financiera de la Eurozona. Se trata sin embargo de una medida a medio gas. De un parche en torno a la gran asignatura pendiente: completar la Unión Bancaria. La creación de un fondo de garantía de depósitos europeo mancomunado que protegería a los depositantes europeos independientemente de su pasaporte. Los frugales, liderados por Alemania, continúan imponiendo su no a esta iniciativa encallada ya desde hace ocho años. Y los últimos acontecimientos globales, si bien han abierto un momentum para deshacer el nudo, no parecen ser el detonante para concluir esta misión enrocada que se torna más y más imposible.

La crisis financiera de 2008, con muchas entidades bancarias rescatadas con fondos público, obligó a los europeos a repensar la estructura de su sistema financiero y generar mecanismos de contención. Uno de ellos fue la creación de fondos de garantía de depósitos nacionales, que prevén una cobertura de 100.000 euros por depositante. Pero los países aplican norman diferentes según se trate de bancos públicos, privados o cajas de ahorro. La ambición es ahora es que ante eventuales crisis se liquiden los bancos pequeños y medianos en problemas a través de estos fondos, financiados en parte por el sector bancario, en lugar de recurrir a las arcas públicas.

Alemania se enroca en su 'nein'

Valdis Dombrovskis, vicepresidente económico de la Comisión Europea, ha reconocido que las autoridades nacionales utilizan "con frecuencia" el dinero del contribuyente para liquidar entidades pequeñas o medianas. El precedente más reciente el rescate del Monte dei Paschi por parte de Italia. "Nuestra propuesta pasa por permitir que los sistemas de garantía de depósitos contribuyan a la financiación necesaria para transferir todos los depósitos de un banco en quiebra a un banco sano. Este mecanismo puente puede ser una forma más eficiente y económica de hacer frente a una crisis bancaria y proteger a los depositantes", ha resumido el letón.

De momento lo que sale hoy de la capital comunitaria es una propuesta. Y todavía queda un largo camino para que se materialice, ya que todavía debe negociarse con el Parlamento y el Consejo Europeo. Entretanto, Alemania ya está maniobrando para blindar a sus bancos regionales. Diferentes medidas, distintos tiempos, pero mismas resistencias y miedos a asumir los riesgos y las facturas de otros Estados miembros. La agencia Bloomberg recoge que el ministro germano de Finanzas, Christian Lindner, envió este mes una carta a la Comisión Europea alertando de sus graves preocupaciones sobre su país de esta nueva propuesta. En Bruselas reconocen que no será un acuerdo fácil y no esconden que las posiciones políticas en las capitales, especialmente en Berlín, están muy enfrentadas. Las negociaciones para poner en marcha esta medida se anticipan arduas y son el preludio de que la culminación de la Unión Bancaria está todavía muy lejos.

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